Queremos dedicar un agradecimiento muy especial a Almudena Alegría Roncero. Gracias por habernos acompañado en este viaje, amiga.
ÍNDICE
BIENVENIDA
SALUDA DEL ALCALDE / 6
SALUDA DEL DELEGADO / 9
AUTORA DEL CARTEL. SANDRA SÁNCHEZ / 12
EL PREGONERO: JUAN LUIS RUIZ ARAMBURU / 16
FIESTAS DE PRIMAVERA / 20
Un ramillete cultural
LA CULTURA DEL TRABAJO EN CAMAS / 24
Cervecería El Carmen: una historia de familia, sabor y tradición
Tienda Yeye`s: un legado de mujeres, esfuerzo y cercanía
Lecherías de Camas: el recuerdo de Antonia
MEMORIA VIVA / 36
Los centros juveniles como voz de nuestra comunidad
NOMENCLÁTOR DE LAS CALLES DE CAMAS / 45
¿Alguna vez te has detenido a pensar quién fue la persona que da nombre a la calle donde creciste?
KEL RODRÍGUEZ / 53
De Camas a Madrid- La historia de una futura neurocientífica
ANA LÓPEZ / 58
Camas se viste de feria… y de talento local
RECUERDOS NATIVOS / 60
Cada domingo de feria en Camas
CARTEL FIESTAS PATRONALES / 62
Bicentenario de una devoción
PROGRAMACIÓN FERIA Y FIESTAS PATRONALES / 66
MI PRIMERA FERIA / 68
ANUNCIANTES / 72
Saluda del alcalde
Víctor Manuel Ávila Muñoz
Alcalde de Camas
Camas vuelve a vestirse de feria. Llegan nuestros días grandes, en los que el alma del pueblo se ensancha al ritmo de la alegría, el reencuentro y la devoción por nuestras raíces.
Como hacemos cada año, seguimos empeñados en recuperar tradiciones que forman parte de nuestra identidad colectiva. Ya lo hicimos con el toro de fuego, con la diana floreada, y este 2025 damos un paso más: queremos dedicar nuestra feria a la mujer vestida de flamenca.
Una figura que simboliza elegancia, fuerza y orgullo andaluz. Camas no ha sido históricamente un pueblo donde esta costumbre haya tenido una presencia muy destacada, pero creemos que es el momento de devolverle el lugar que merece. Apostamos por que nues-
tras calles se llenen de volantes, de lunares, de flores y de ese andar firme y bello que solo da el traje de flamenca.
Este homenaje es también una invitación: a las mujeres que ya lo hacen con orgullo, a las que nunca se atrevieron y a las más jóvenes, que están llamadas a mantener vivas las tradiciones que nos definen. Igualmente, este año será especial en relación a nuestra patrona, ya que viviremos su última salida procesional por nuestras calles antes de la conmemoración del centenario de su patronazgo. Un acontecimiento histórico que marcará el 2026 y para el que ya hemos comenzado a planificar actividades que muy pronto daremos a conocer. Será, sin duda, una oportunidad para seguir reforzando los lazos que nos unen como comunidad en torno
RAFAEL MELGAR
a nuestra fe, nuestras tradiciones y nuestro pasado compartido.
En este contexto de celebración, quiero aprovechar también para rendir un merecido reconocimiento público a Don Rafael Rodríguez Morey, un trabajador de nuestro Ayuntamiento que he tenido la suerte de conocer desde que estoy en este Ayuntamiento y que se jubila tras 34 años de servicio con nosotros. A lo largo de todo este tiempo ha entregado cuerpo y alma en su labor, siempre con el compromiso de contribuir a una Camas mejor. Su implicación, su entrega y su profesionalidad son un ejemplo para todos los que formamos parte de esta institución. Gracias, de corazón, por tanto.
Queremos una feria para todas y para todos. Llena de alegría, de música, de convivencia y de respeto. Por eso, os pido que la vivamos con responsabilidad, evitando cualquier tipo de comportamiento que manche la imagen de nuestro pueblo. Que el disfrute nunca esté reñido con la sensatez, y que Camas sea ejemplo de cómo se celebra lo nuestro con orgullo, armonía y unidad.
Os deseo de corazón una feliz feria y fiestas patronales. Que vivamos intensamente estos días, con la satisfacción de saber que seguimos haciendo historia, paso a paso, tradición a tradición.
Con cariño.
Saluda del delegado
Raúl Medina Motilla
Delegado de Promoción Cultural, Turismo, Fiestas y Eventos
Camas tiene una forma muy suya de medir el tiempo. Aquí el año no comienza en enero, sino cuando el cielo de septiembre se enciende con farolillos, cuando la música vuelve a sonar en el real, y cuando Nuestra Señora de los Dolores Coronada entra de nuevo en su casa. En ese momento, todo empieza: el colegio, los talleres, el deporte, la cultura… la vida. La Feria y Fiestas Patronales son ese instante mágico en el que el pueblo se pone en marcha otra vez, pero desde la alegría, desde el reencuentro.
Porque la feria es eso: volver a verse. Es cruzarte con quien no ves desde hace meses y decirte “nos vemos en la feria”, y cumplirlo. Es reencontrarte con amistades, con la familia, con el vecino. Es abrazarse, brindar, reírse como si el tiempo no hubiera pasado. Camas, en feria, se
reconoce en su gente.
Quiero agradecer, con emoción y respeto, a quienes sostienen esta fiesta con su trabajo y pasión: caseteras, caseteros, hermandades, peñas, clubes deportivos, asociaciones… Gracias por cuidar la tradición y por mantenerla viva, desde el esfuerzo y el compromiso. También a quienes se suman por primera vez este año con nuevas casetas: que vuestra llegada sea tan ilusionante como el primer día de feria.
Nada de esto sería posible sin el trabajo silencioso pero imprescindible de los servicios municipales. Personas que, muchas veces desde la sombra, permiten que todo esté listo y seguro para el disfrute de todas y todos. Y en este punto, permitidme un agradecimiento muy especial a Rafael Rodríguez Morey, que este año vive su primera feria
RAFAEL MELGAR
desde la merecida jubilación. Rafael ha sido mucho más que un encargado general: ha sido un trabajador incansable, siempre disponible, siempre buscando soluciones, siempre con Camas en el corazón. Su compromiso, su entrega y el amor por su pueblo han dejado una huella que no se borra. Esta feria también lleva su nombre.
Hemos diseñado un programa pensado para cada rincón de Camas: para quien busca tradición, para quien quiere divertirse, para quienes vienen en familia, para quienes no se pierden una actuación. Actividades para todas las edades, con la música como hilo conductor de cada noche, de cada caseta, de cada emoción. La feria no es solo fiesta, también es cultura, es tradición y forma parte de nuestra identidad. Como delegado de Cultura, no puedo dejar de compartir con vosotras y vosotros la emoción por el nuevo curso que se abre tras estas fiestas: un curso en el que verá la luz el Centro de Interpretación de la Cultura Tartésica, uno de los mayores retos de esta legislatura; donde apostamos por proyectos nue-
vos como el Festival de las Letras, y consolidamos propuestas que ya son seña de identidad, como el festival flamenco Al Compás de Camas o el teatro de los viernes, todo ello a través del programa “Camas con C de Cultura”.
También mi agradecimiento sincero a quienes hacen posible, año tras año, este libro de feria que conservamos como un tesoro. Porque aquí se guarda la memoria de lo que somos y lo que celebramos.
Solo me queda invitaros, de corazón, a vivir esta feria con alegría, respeto y sentido de comunidad. Que cada paso por el real, cada sevillana, cada risa, cada mirada, nos recuerde que la vida también se celebra.
¡Feliz Feria y Fiestas Patronales 2025!
¡Viva Camas y viva Nuestra Señora de los Dolores Coronada!
Sandra Sánchez: el arte de sentir Camas como propia
Para la artista Sandra Sánchez, conocida también por su nombre artístico MissSoez, el arte ha sido siempre una forma de vivir, de adaptarse y de comunicar. Nacida en otro rincón de Andalucía, pero vecina de Camas desde 2019, Sandra ha conseguido algo que no es fácil: sentirse parte de una comunidad y ser reconocida por ella. Este año, su vinculación con el municipio se hace aún más visible y emocional al ser la autora del cartel anunciador de la Feria y Fiestas Patronales 2025, un encargo que ha asumido con orgullo, emoción y mucho respeto. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, Sandra ha desarrollado una amplia trayectoria en pintura, diseño gráfico y estampación. Su perfil es claramente multidisciplinar, abarcando desde ilustraciones personalizadas, dibujos a
lápiz y acuarelas, hasta creaciones más artesanales como figuras de arcilla polimérica o pendientes hechos con flores naturales. Aunque su ocupación actual no está directamente relacionada con el arte, sigue desarrollando su creatividad con una dedicación constante. Como ella misma señala, “mi cabeza no para de crear”.
A lo largo de estos años ha dejado su huella en Camas con diversos trabajos, muchos de ellos para el propio Ayuntamiento. Uno de los más recordados fue un cartel navideño donde una persona mayor se miraba en el espejo y veía reflejada su infancia, apelando a la nostalgia y al valor de nuestros mayores durante unas fechas tan emotivas. También diseñó un cartel del 8M durante la pandemia, impreso en una lona de diez metros y colgado
en la fachada del consistorio, donde se rendía homenaje al trabajo y solidaridad de muchas mujeres que elaboraron mascarillas para toda la ciudadanía. Otro de sus proyectos destacados fue el mapa ilustrado del municipio, que le permitió profundizar en la historia y los rincones más singulares de Camas, así como sus colaboraciones con el comercio local y la asociación AECCAMAS.
Este año, sin embargo, Sandra ha afrontado uno de los encargos más especiales: crear el cartel de la Feria y Fiestas Patronales de 2025.
Desde el principio, tuvo claro que debía combinar dos elementos fundamentales: la Feria y la Devoción. Por eso, en el cartel aparecen dos figuras centrales que giran en torno a un mismo eje simbólico: una mujer vestida de flamenca y la Patrona Ntra. Sra. de los Dolores Coronada. “Convivir sin mezclarse”, dice Sandra, refiriéndose al equilibrio con el que ha querido representar ambos pilares de las fiestas. A pesar de que hacía años que no se dibujaba el rostro de la Virgen en un cartel, ella decidió hacerlo como homena-
RAFAEL MELGAR
CARTEL DE LAS FIESTAS
Quiero que la gente sienta orgullo al ver este cartel. Que se recuerde con el paso del tiempo como una obra que ha sabido capturar la verdadera esencia de nuestras fiestas”
je, desde el mayor respeto y consciente de la responsabilidad que esto supone.
Su intención con esta obra ha sido clara: provocar orgullo y emoción y que tanto los vecinos y vecinas como cualquier visitante que llegue al municipio sientan el impulso de vivir intensamente las fiestas y que el cartel quede grabado en la memoria colectiva.
Sandra reconoce que vivir en Camas ha influido profundamente en su forma de crear. Entiende que representar una fiesta de este calibre solo es posible si se ha vivido desde dentro, si se ha compartido con la gente, si se ha respirado su ambiente en las calles. “Las habilidades artísticas están ahí, pero sin conexión emocional no hay impacto”, afirma con rotundidad.
Para ella, el mayor reto de este encargo ha sido sin duda representar a la Virgen Ntra. Sra. de los Dolores Coronada. Aunque la decisión fue inmediata, supo que no era algo menor. Tradicionalmente, muchos carteles habían optado por representar la devoción a través de elementos simbólicos, como la corona.
Sin embargo, Sandra apostó por recuperar su imagen y otorgarle un lugar central en la composición.
Como vecina, destaca el ambiente que se genera desde meses antes de la Feria, algo que le recuerda a la de Sevilla, ciudad en la que vivió durante muchos años. Sin embargo, encuentra algo único en la implicación del pueblo de Camas, en cómo sus vecinos se vuelcan en cada detalle y en el trabajo del Ayuntamiento para que cada edición sea mejor que la anterior. “Es una Feria con mucha vida y se ve que el pueblo la disfruta muchísimo”, apunta.
Quizá lo más emotivo de toda esta experiencia para Sandra Sánchez es la conexión personal que ha ido tejiendo con el municipio desde su llegada. Aunque no nació aquí, afirma que ha recibido más apoyo y reconocimiento como artista en Camas que en su propia localidad de origen. Ese cariño se ha transformado en el cartel de este año, una obra que es tanto una expresión artística como una declaración de pertenencia. Porque, como ella misma dice, Camas también es ya su pueblo.
Juan Luis Ruiz Aramburu: el pregonero que observa Camas con el corazón (y una cámara)
Este año, el honor de pregonar la Feria y Fiestas Patronales de Camas recae en una figura muy querida y reconocida por todos: Juan Luis Ruiz Aramburu. Vecino de siempre, natural de la calle Córdoba, es el menor de los tres hermanos Aramburu, hijo de Ricardo y Encarna. Pasó su infancia en Juan XXIII, y desde los años noventa no ha hecho más que reafirmar su arraigo en este pueblo que lo ha visto crecer, madurar y, en cierto modo, convertirse en parte inseparable del paisaje humano de Camas.
Muchos lo conocen como el alma detrás del mostrador de la librería Pisapapeles, donde desde principios de los años 2.000 no solo se venden libros y se hacen fotocopias, sino que se comparte conversación, vivencias y complicidad. Su librería es, más que un negocio, un
lugar de encuentro cotidiano para generaciones de cameros y cameras. Y en ese entorno tan cercano, donde el día a día se transforma en pequeñas historias, fue precisamente donde recibió la noticia de su designación como pregonero.
Una mañana cualquiera, en pleno trajín de encargos y clientes, Juan Luis se vio sorprendido por la visita del alcalde, Víctor Ávila, acompañado de otros representantes municipales. En un principio pensó que se trataba de alguna campaña de apoyo al comercio local, pero la presencia de un sobre con su nombre le dio a entender que había algo más. Al leer la carta en voz alta, durante la grabación, descubrió que el motivo de la visita era su nombramiento como pregonero. “Preso de mis miedos e inseguridades, les pedí que parasen la grabación. No me
lo esperaba en absoluto”, confiesa. Sin embargo, tras unas horas de reflexión, su respuesta fue afirmativa.
“¿Cómo iba a decir que no al pueblo que tanto me ha dado?”
Juan Luis no es solo librero, es también fotógrafo de alma y oficio, aunque nunca haya querido ponerse etiquetas. A través de su cámara ha sabido capturar como pocos la
esencia de Camas. No busca grandes estampas ni momentos espectaculares, sino la belleza sencilla de lo cotidiano, esa que muchas veces pasa desapercibida por el ritmo acelerado con el que vivimos. “Tenemos muchísimas cosas al alcance en nuestro pueblo, pero no siempre las vemos. A veces hacen falta ojos ajenos para valorarlas”, reflexiona.
ISABEL ROMERO
Esa misma sensibilidad fotográfica estará presente en su pregón. No hay duda de que la mirada con la que enfoca sus imágenes se traducirá en palabras que busquen despertar emociones, recuerdos escondidos, vivencias comunes. Para él, pregonar Camas es como revelar una fotografía antigua en blanco y negro: sacar a la luz algo que
estaba ahí, latente, esperando a ser visto de nuevo. “Lo que quiero es despertar recuerdos que tenemos aletargados. Que, al escucharme, la gente viaje en el tiempo”.
Lejos de planificar el discurso con rigidez, ha optado por dejarse llevar. Durante sus vacaciones, su pareja, Mari Carmen, llevaba siempre una libreta en el bolso para apuntar cualquier idea que apareciera. En casa, no faltan los folios en el salón por si las musas llegan en mitad de una conversación o una pausa del día. Lo está escribiendo a impulsos, sin forzar, del mismo modo que aparece la buena fotografía: cuando uno está atento y disponible para ver.
De la Feria guarda recuerdos imborrables. Rememora con especial cariño las dianas floreadas de la banda de cornetas junto a las majorettes, que cada mañana despertaban su casa. “Ese sonido marcaba el inicio de todo. Era imposible no salir de la cama con una sonrisa”, recuerda con una mezcla de nostalgia y gratitud. Sin embargo, no es hombre de vivir anclado en el pasado. Apuesta por seguir construyendo
Como es natural, siente nervios ante la cercanía del gran día. No tanto por hablar ante el público — que también— sino porque aún no ha decidido qué camisa ponerse. Lo dice entre risas, con la naturalidad que lo caracteriza. A pesar de la responsabilidad, se siente arropado. “Muchos me dicen que será la primera vez que acudan a un pregón, solo por escucharme. Eso es una losa y un regalo a la vez”.
La religiosidad popular de Camas ha sido siempre parte de su vida. Su vinculación con las hermandades del municipio le ha permitido comprender la pluralidad que late en el alma del pueblo. Para él, cada hermandad es un micromundo con su estilo y carácter, y en esa diversidad encuentra una riqueza que ha moldeado su forma de ver y sentir Camas. “Ellas me han enseñado que las personas son las que transmiten la fe y forjan la tradición”.
Lo que espera del pregón es claro: que sirva para emocionar, para conectar, para compartir. Como una
Ser pregonero de mi pueblo es el mayor regalo que Camas podía hacerme. No es un privilegio, es un compromiso emocional con mi gente”
de sus publicaciones en redes sociales, pero en directo. “Habrá tiempo para todo. Para reír, para emocionarse, para recordar. Pero sobre todo, para sentirnos orgullosos de lo que somos”.
¿Y qué desea para esta Feria 2025? “Solo que la gente la disfrute a su manera. Que desconecten de la prisa, de la rutina, y sean felices. Porque ser feliz es, al final, lo más importante”.
Un ramillete cultural
Como hemos ido señalando en nuestras diferentes ediciones, las festividades son una forma de preservar la identidad cultural, fortalecer los lazos de la comunidad y permitir la transmisión de tradiciones y creencias de generación en generación. Los rituales y actos festivos constituyen costumbres que estructuran la vida de comunidades y grupos, siendo compartidos y estimados por muchos de sus miembros. Su importancia estriba en que reafirman la identidad de quienes los practican en cuanto grupo o sociedad y están estrechamente vinculados con acontecimientos significativos. Contribuyen a señalar los cambios de estación, las épocas de las faenas agrarias y las etapas de la vida humana y están íntimamente relacionados con la visión del mundo, la historia y la memoria de las comunidades.
Las fiestas de primavera son una expresión cultural universal que celebra la llegada de una nueva estación, marcada por el renacimiento de la naturaleza, el florecimiento del entorno y el incremento de la luz solar. Estas festividades, presentes en diversas culturas y regiones del mundo, suelen simbolizar un momento de renovación tanto física como espiritual, y se manifiestan a través de rituales ancestrales, eventos culturales, manifestaciones artísticas y actividades sociales que fortalecen los lazos comunitarios.
En muchas tradiciones, la primavera representa el inicio de un nuevo ciclo vital, en el que la fertilidad de la tierra, el crecimiento de los cultivos y el retorno del buen clima generan un ambiente de esperanza y optimismo. Por ello, las Fiestas de
Primavera no solo son celebraciones festivas, sino también momentos de profunda reflexión sobre el paso del tiempo, la conexión con la naturaleza y el deseo de prosperidad y bienestar para los meses venideros.
Desde los coloridos festivales de flores en Asia, como el Hanami en Japón, hasta las antiguas celebraciones paganas europeas vinculadas al equinoccio, reflejan la diversidad de interpretaciones culturales en torno a un fenómeno común: la transición del invierno a la primavera. Cada una, a su manera, expresa la alegría de vivir, el agradecimiento por los ciclos naturales y la reafirmación de la vida.
Así, las fiestas de primavera son mucho más que simples celebraciones estacionales; constituyen un testimonio de cómo la humanidad, a lo largo del tiempo y en distintos lugares, ha encontrado en la llegada de la primavera un motivo para reunirse, honrar sus tradiciones y renovar sus esperanzas para el futuro.
Con todo lo dicho, ¿sabías que en Camas también se celebraban
las Fiestas de Primavera para dejar atrás el letargo del invierno?
Las Fiestas de Primavera no solo representaron una tradición para dejar atrás el letargo y la monotonía del invierno, sino que también adquirieron un profundo significado histórico y político. Estas celebraciones simbolizaban el inicio de una nueva etapa marcada por la democracia y el fin de la opresión franquista que había dominado el país durante décadas.
Academias de baile en las Fiesta de Primavera. Fuente: extraídas de los libros de Feria de Camas.
FIESTAS DE PRIVAMERA
Panorámica del escenario y del público asistente a las Fiestas de Primavera.
Fuente: La Camas de aquellos años.
Este simbolismo se refleja en el hecho de que el primer gobierno municipal que llevó a cabo estas fiestas tras la dictadura fue el conformado por Izquierda Unida, resultado de las primeras elecciones municipales democráticas tras la transición. Para muchos, estas fiestas no solo fueron una manifestación cultural y festiva, sino también un acto de reivindicación y esperanza, un reflejo del deseo de libertad, participación ciudadana y justicia social.
Durante finales de los años setenta y la década de los ochenta, la puerta de la antigua casa consistorial tres sábados consecutivos de mayo, se transformaba en un auténtico escenario al aire libre en el corazón de nuestro pueblo frente al que se colocaban filas de sillas para que vecinos, vecinas y visitantes pudieran disfrutar de una variada programación cultural.
Estas veladas culturales eran un reflejo del alma del pueblo y en ellas participaban artistas locales y academias de baile que ofrecían vistosas exhibiciones de sevillanas, llenas de color y fuerza, contribu-
yendo así a la puesta en valor de nuestro folklore y nuestras raíces andaluzas.
La programación se completaba con la presencia de destacados grupos y músicos de renombre, cuyas actuaciones se esperaban con especial ilusión. Entre ellos, nombres como Alameda o Silvio Rodríguez dejaban su huella en el recuerdo colectivo, llenando la plaza de emoción con sus letras y acordes. Y en alguna ocasión con la participación de formaciones internacionales, llegadas desde tan lejos como Filadelfia.
Aquellos encuentros culturales no solo eran una oportunidad para disfrutar del arte, sino también para compartir en comunidad reuniendo a personas de todas las edades y es que las fotografías conservadas de esos años son testimonio de la gran afluencia de público y del éxito rotundo que acompañó a cada edición.
La cultura del trabajo en Camas
En la historia de Camas, hay nombres que brillan por su capacidad de transformar lo cotidiano en algo extraordinario. Entre ellos destacan mujeres emprendedoras como Carmen Aldaco y Mercedes Serrano que, con esfuerzo, visión y carácter, han dejado una huella profunda en la memoria colectiva del municipio: con su espíritu incansable y su capacidad para adelantarse a su tiempo, fueron el motor inicial que impulsó la apertura de sus negocios (Bar El Carmen y Tienda Yeye’s, respectivamente) en los años setenta, en una época en la que no era habitual ver a mujeres liderándolos. Su energía y su iniciativa no solo sentaron las bases del éxito familiar, sino que las convirtieron en un referente silencioso del emprendimiento local.
Carmen Montes recogería ese testigo con la misma determinación que vio en su madre Mercedes Serrano. Su papel ha sido fundamental en la consolidación y crecimiento del negocio, guiándolo con mano firme pero cercana, y asegurando que los valores familiares siguieran siendo el corazón de la tienda.
Gracias a mujeres como Carmen Aldaco, Mercedes Serrano y Carmen Montes, Camas no solo conserva sus tradiciones, sino que las proyecta hacia el futuro con orgullo.
Cervecería El Carmen: una historia de familia, sabor y tradición
La hostelería ha sido, a lo largo del tiempo, testigo y escenario de momentos clave en la historia de Camas. Durante los años sesenta, se convirtió en uno de los sectores
con mayor crecimiento, impulsando a su vez a muchas otras actividades económicas del municipio. Tan arraigada está en nuestra localidad esta actividad, que hoy contamos con el testimonio de Conchi, hija de los fundadores del bar El Carmen, para conocer más sobre este emblemático negocio familiar.
Conchi nos relata que todo comenzó cuando sus padres, José Ávila (más conocido como Pepe) y Carmen Aldaco, regresaron de Alemania, país al que habían emigrado. Pepe era peluquero de profesión y Carmen ama de casa y a su vuelta, decidieron emprender y abrir un negocio propio. Así nació, en 1972, el Bar Ávila, ubicado en la casa de los abuelos de Conchi, justo frente a su vivienda. El local era pequeño, de dos plantas, y el nombre elegido fue el del apellido paterno, por el que era conocida la familia.
Uno de los factores clave en el éxito del bar, fue el carácter emprendedor de su madre ya que Carmen era una mujer incansable y muy resolutiva: vendía aceite, huevos, confeccionaba vestidos
y fue ella quien propuso abrir un bar. Siempre tenía ideas nuevas y no dudaba en llevarlas a cabo y en este proyecto, Pepe la siguió con confianza.
El Bar Ávila, lugar de encuentro de trabajadores al salir de sus puestos de trabajo y de reuniones familiares que buscaban disfrutar de la compañía juntos, fue conocido por unos chipirones grandes, al que llamaban voladores, y que iban acompañados de la salsa chipi que daría la popularidad de la que goza este negocio familiar.
Sobre esta famosa salsa, Conchi recuerda que fue creación de su madre, quien disfrutaba experimentando en la cocina y mezclando especias hasta dar con sabores únicos. Un día, tras probar
Escudo del bar. Fuente: álbum familiar.
HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO
Interior de la Cervecería
El Carmen.
Fuente: álbum familiar.
una de sus combinaciones, les pidió a sus hijos que la degustaran con los chipirones. La respuesta fue unánime: iba bien con cualquier cosa, de lo buena que estaba.
La receta de la salsa chipi ha permanecido como un secreto familiar. Carmen se la transmitió exclusivamente a su hijo Manolo, y hasta el día de hoy solo una persona se encarga de elaborarla, sin testigos, para preservar su autenticidad.
Aunque muchos han intentado imitarla, ninguno ha logrado replicar su sabor inconfundible.
El éxito del Bar Ávila fue tal que, en 1982, la familia decidió dar un paso más y adquirir un nuevo local en el centro del pueblo. Lo llamaron
Cervecería El Carmen, en homenaje tanto a la fundadora como a la Virgen del Carmen. Con el tiempo, el negocio fue creciendo, y los hijos comenzaron a dejar sus respectivos trabajos para dedicarse por completo al bar. Así se incorporaron Conchi, Manuel, José y, más tarde, las gemelas Herminia y Carmen.
En sus inicios, trabajaban en el primer local, donde también se encontraba Manoli, una empleada considerada parte de la familia por su larga trayectoria junto a ellos. Sin embargo, ante el creciente número de clientes, el espacio resultó insuficiente y adquirieron el local contiguo, que contaba con una amplia terraza.
Este negocio perdura en el tiempo y es que visitar el bar El Carmen no es simplemente ir a un bar: para muchos es como volver a casa, reencontrarse con sabores de la infancia, con caras amigas y con un ambiente que despierta recuerdos. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde la tradición no es un reclamo, sino una forma de vida.
Tienda Yeye’s: un legado de mujeres, esfuerzo y cercanía
El comercio local juega un papel fundamental en la dinamización de los barrios, aportando beneficios económicos, sociales y culturales. En un contexto global cada vez más dominado por grandes corporaciones, respaldar a los pequeños negocios se vuelve más importante que nunca. Desde el punto de vista económico, las tiendas locales fortalecen la economía del entorno. Al preferir comercios de proximidad frente a las grandes cadenas, los consumidores ayudan a que el dinero circule dentro de la comunidad. Esto genera un efecto multiplicador: los pequeños empresarios reinvierten
en otras iniciativas locales, lo que impulsa el desarrollo económico del área.
En el ámbito social, estos negocios fomentan vínculos entre vecinos. Más que simples puntos de venta, los comercios locales son espacios de encuentro donde se tejen relaciones personales. Muchos comerciantes conocen bien a su clientela, lo que crea
Madre e hija.
Fuente: álbum familiar.
HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO
Mercedes junto a su hija y marido. Fuente: álbum familiar.
una experiencia cercana y cálida, difícil de encontrar en las grandes superficies.
En cuanto a lo cultural, el comercio de proximidad enriquece la identidad del lugar. Muchos de estos establecimientos ofrecen productos originales, hechos a mano o con un fuerte componente local, lo que refuerza la diversidad cultural frente a la uniformidad impuesta por las grandes marcas. Esto no solo aporta valor a la comunidad, sino que también ofrece
a los consumidores propuestas auténticas y diferenciadas.
En Camas tenemos la suerte de disfrutar de negocios que han pasado de generación en generación, que merecen todo nuestro reconocimiento por haberse adaptado a cada tiempo y ser una parte esencial en nuestro tejido comunitario, por ello continuando con la puesta en valor de nuestra cultura del trabajo vamos a hablar de la tienda Yeye`s donde no solo el relevo generacional ha pasado de madre a hija en la atención al público, sino que también se ha reflejado en la clientela: antes iban las abuelas y ahora son las nietas quienes compran sus productos.
Mercedes Serrano Cáceres y Carmen Montes Serrano (madre e hija), son las protagonistas de nuestra historia.
Comenzamos este recorrido con Mercedes, una mujer que hoy, a sus noventa años, sigue siendo un ejemplo de fortaleza, entrega y espíritu emprendedor. De niña, su padre la llamaba cariñosamente “Yeye”, un apodo que años más tarde daría nombre a su tienda y
se convertiría en parte del paisaje cotidiano del pueblo.
Pero antes de cumplir su sueño de tener un negocio propio, la vida de Mercedes estuvo marcada por el esfuerzo y la lucha desde muy temprana edad. En una época dura, en la que la infancia quedaba a menudo a un lado por la urgencia de sobrevivir, trabajó recogiendo algodón en Gambogaz, y también se ganó la vida como gallinera y como doncella. Su historia es el reflejo fiel de una generación de mujeres que, desde niñas, se vieron obligadas a dejar los juegos para incorporarse al mundo laboral, empujadas por la pobreza y la necesidad.
Como muchos andaluces de su tiempo, Mercedes también vivió el camino de la emigración. Al casarse, se trasladó a Barcelona, buscando junto a su pareja un futuro con más oportunidades. Sin embargo, el arraigo a su tierra fue más fuerte y con el tiempo regresaron al pueblo.
Ya de vuelta, emprendieron un nuevo proyecto juntos: un bar. Aquel establecimiento no solo ofrecía comidas y bebidas, sino también un gesto de solidaridad constante. Era
común que la olla estuviera siempre lista para quienes lo necesitaran, porque Mercedes entendía, por experiencia propia, lo que era pasar hambre.
Un accidente doméstico cambió el rumbo de su vida una vez más.
Una lesión en el pie, sufrida mientras realizaba labores del hogar, le impidió seguir trabajando en el bar. Pero lejos de rendirse, encontró en la dificultad una nueva oportunidad.
Así nació la idea de abrir su tienda, un sueño que logró hacer realidad en 1977. A partir de entonces, Yeye`s no solo fue un negocio, sino un punto de encuentro, una prolongación de su generosidad y cercanía con la gente del pueblo.
En compañía de sus clientas. Fuente: álbum familiar.
HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO
Seguimos esta historia con Carmen, una de los tres hijos de Mercedes junto a Edu y Marcial, todos ellos emprendedores comprometidos con su tierra y con la vida local camera. Desde muy joven, Carmen estuvo vinculada al trabajo y al esfuerzo diario que caracterizaban a su familia.
Aunque decidió formarse como administrativa, nunca dejó de colaborar con el negocio familiar, primero en el bar y más adelante en la tienda, que comenzaba a tomar forma como una nueva apuesta de su madre.
Desde el principio, fue un pilar fundamental en el funcionamiento de la tienda. Cuando Mercedes no podía desplazarse a hacer compras, era Carmen quien tomaba las riendas: acudía a adquirir la mercancía, marcaba las prendas y organizaba el pequeño comercio. Con naturalidad y compromiso, fue asumiendo más responsabilidades, moviéndose entre los libros de estudio y el mostrador, entre los apuntes y las perchas.
Sin embargo, con el paso del tiempo, compaginar la carrera
administrativa con el trabajo diario en la tienda se volvió insostenible. Carmen optó por quedarse en el negocio familiar, apostando por continuar el legado que su madre había iniciado con tanto esfuerzo.
No fue una elección fácil, pero sí una elección que hablaba de amor por lo propio y de una firme convicción en el valor del comercio local.
Desde entonces, Carmen ha aportado no solo su energía y dedicación, sino también una mirada renovada, adaptada a los tiempos, pero siempre fiel a los principios de cercanía, confianza y compromiso con la comunidad que su madre sembró desde el primer día.
Ellas no solo ofrecen sus productos, sino que han sabido adaptarse a las necesidades de sus vecinos y vecinas. Cuando alguien no podía pagar en el momento, permitían el pago a plazos, demostrando su compromiso con la comunidad y haciendo posible que todos pudieran comprar.
Juntas han logrado crear algo que va más allá de una tienda de ropa: un espacio donde se
comparten desde recetas de cocina hasta historias de vida, y donde han nacido lazos de amistad con su clientela. Esa es, precisamente, la esencia del comercio local: la cercanía y los vínculos que se tejen con la gente de tu pueblo. Por todo lo anteriormente narrado, este año han sido merecedoras del Premio Astarté al emprendimiento y al fomento del comercio local. A ello se suma ahora este reconocimiento por escrito, que viene a enriquecer aún más la memoria y el patrimonio de nuestra historia local.
Lecherías de Camas: el recuerdo de Antonia
A lo largo de este recorrido, hemos hablado de negocios que, con esfuerzo y dedicación, aún siguen abiertos en Camas, manteniendo tradiciones familiares, saberes artesanales y el espíritu emprendedor que caracteriza a nuestro pueblo. Pero ahora, nos detenemos en otra parte igualmente importante de nuestra historia: aquellos comercios y oficios que, aunque ya no existen físicamente, siguen presentes en
la memoria colectiva de nuestros vecinos y vecinas. Estos negocios, aunque desaparecidos, viven en las historias que se cuentan entre vecinos, en las fotos en blanco y negro que aún guardan algunas casas, y en la nostalgia de quienes los vivieron. Son parte del patrimonio emocional de Camas, una memoria que no se borra, sino que se transforma en relato y en orgullo compartido. Familia de Antonia y Pepe. Fuente: álbum familiar.
HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO
Vacas de su lechería.
Fuente: álbum familiar.
Por eso, al recordarlos, no solo rendimos homenaje a quienes los levantaron con su trabajo, sino que también revivimos una parte esencial de lo que fuimos y seguimos siendo. Porque un pueblo no solo se define por lo que se ve, sino también por lo que se recuerda. Y en Camas, la memoria es una forma de permanecer.
En la Camas de los años sesenta, las vaquerías (establos destinados a vacas de leche) y las lecherías (lugares donde se procesaba o
vendía la leche) eran parte esencial del paisaje rural y urbano periférico. La mayoría de las vaquerizas eran pequeñas explotaciones familiares, las vacas se ordeñaban manualmente y el número de cabezas de ganado era limitado, habitualmente entre cuatro y diez vacas por familia.
El establo solía estar integrado en la vivienda o situado muy cerca de ella y en muchos casos, las familias no solo producían la leche para su propio consumo, sino que también la vendían directamente a los vecinos.
La leche se transportaba en cántaras metálicas y se distribuía utilizando botellas de cristal reutilizables, que se rellenaban a diario. La pasteurización no era aún obligatoria hasta finales de la década, por lo que era habitual que las familias hirvieran la leche en casa para evitar infecciones. Es en este contexto donde comienza nuestra historia. En el año 1936, en plena antesala de tiempos convulsos para toda España, en Camas, nace Antonia, más conocida por generaciones de vecinos como “La Lechera”. Su historia es como
la de muchas mujeres valientes, trabajadoras incansables y con un profundo sentido del compromiso con los demás.
Durante su juventud, Antonia ingresó como novicia, sintiendo una temprana vocación religiosa que la llevó a consagrar parte de su vida a la Iglesia de Santa María de Gracia, donde se mantuvo entregada hasta sus últimos días. Su fe y dedicación fueron rasgos constantes de su carácter, incluso cuando la vida le obligó a tomar un rumbo distinto.
La enfermedad de su madre
la llevó a salir del convento para cuidarla. Fue entonces cuando el destino le presentó a Pepe “Azuquita”, un hombre muy conocido en Camas por su trabajo como ganadero y vaquero. Entre ellos nació una relación basada en el respeto mutuo, la entrega al trabajo y el amor por los animales. Se casaron poco tiempo después y juntos formaron una familia sólida y decidida.
Con mucho esfuerzo y las pesetas que Pepe había reunido durante su etapa como emigrante
Pepe y Antonia. Fuente: álbum familiar.
HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO
Antonia “la Lechera”.
Fuente: álbum familiar.
en Alemania, la pareja emprendió un sueño común: abrir su propia vaquería-lechería, justo frente al actual Pabellón Pepe Flores. Así nació en los años sesenta una de las lecherías más recordadas de Camas, que con el tiempo se convertiría en un verdadero referente en el pueblo.
Los inicios no fueron fáciles.
Antonia y Pepe comenzaban las jornadas muy temprano, utilizando un carro tirado por una mula para repartir la leche por todo el municipio. Antonia, demostrando su carácter valiente y decidido, se sacó el carné de conducir en una época en la que pocas mujeres lo hacían, y adquirieron una furgoneta que mejoró notablemente el reparto. Mantuvo esa actividad durante décadas, conduciendo con orgullo y autonomía hasta los 82 años.
El reparto lo realizaban por La Cruz, Hiconsa, la Barriada Mallorca,
el Centro y, por supuesto, el Balcón de Sevilla, donde más adelante montarían la primera carnicería vinculada a la familia, con venta de leche incluida. Aquella carnicería, conocida hoy como Carnicería Azuquita, sigue en activo bajo la gestión de su hijo, José Antonio, preservando el legado familiar.
Antonia “La Lechera” representa una figura imprescindible en la memoria popular de Camas.
Su historia es la de una mujer adelantada a su tiempo, que supo compaginar su vocación religiosa, su entrega familiar y su iniciativa empresarial con enorme dignidad y fuerza. Su ejemplo sigue vivo no solo en su familia, sino también en todos los vecinos que recuerdan cada mañana el sabor de aquella leche fresca que llegaba directamente a sus puertas.
Pero la historia de la leche en Camas no se entiende solo desde una familia. En aquellos años, varias vaquerías y lecherías se establecieron en el municipio, conformando un tejido económico y vecinal esencial para el abastecimiento de productos
lácteos en la zona. Además de la familia Azuquita, destacaron nombres como Enrique “el Colilla”, el Cano, el Pata, Juan Antonio y la vaquería Piñón o los Artilleros.
Estas vaquerías no solo ofrecían empleo y producto de calidad, sino que también fueron espacios de convivencia, esfuerzo colectivo y compromiso con el pueblo. En muchos casos, se convirtieron en negocios familiares que pasaron de generación en generación, como en el caso de los Azuquita.
Camas, a través de sus calles, sus comercios y su gente, guarda aún el eco de aquellas lecherías y vaquerías que, con humildad y trabajo, dieron forma a la identidad de todo un pueblo.
Jarra de medir la leche que aún se conserva.
Fuente: álbum familiar.
Los centros juveniles como voz de nuestra comunidad
Este artículo ofrece una mirada muy interesante al papel de los centros juveniles en la España de los años setenta, en un contexto de represión política y censura bajo el franquismo.
A principios de los años setenta surgieron con fuerza los centros juveniles. En ese momento, la juventud comenzaba a mostrar un profundo cuestionamiento del orden establecido y una clara actitud reivindicativa. Nos situamos en los años del franquismo, una etapa en la que reunirse más de tres o cuatro personas podía considerarse un delito.
En este contexto, los centros culturales juveniles, legales, con sus estatutos y su junta directiva, se convirtieron en un auténtico refugio, espacios donde los jóvenes podían encontrarse libremente para
compartir sus inquietudes, ideas y aspiraciones. En estos lugares, la religión, la política y la realidad social eran temas constantes de debate y reflexión siendo mucho más que simples espacios recreativos: representaban una forma de resistencia y de construcción colectiva en medio de un régimen autoritario. En Camas también existieron estos centros-asociaciones juveniles, y su papel fue especialmente significativo en la vida del pueblo durante los últimos años del franquismo. Hemos tenido la oportunidad de conversar con varios de sus antiguos integrantes, quienes nos han ayudado a comprender la verdadera trascendencia que estos espacios tuvieron para la juventud camera.
Sus testimonios nos revelan una juventud comprometida, crítica y
con ganas de transformar su realidad, aun en condiciones difíciles. En estos centros se sembraron muchas de las ideas que más adelante marcarían el devenir democrático y participativo de Camas.
Este texto relata la experiencia vivida por Mª Carmen Álvarez durante su juventud como presidenta del Centro Cafira, una asociación juvenil situada en la Plaza de la Cruz, en un local ubicado encima del Bar Ávila. A pesar de su corta edad, veintiún años, Mª Carmen, junto con otros jóvenes de entre diecisiete y dieciocho años, asumía responsabilidades importantes como el pago del alquiler y los gastos de la asociación, lo que demostraba un fuerte compromiso y sacrificio.
La Asociación Cafira no solo era un espacio de reunión, sino también un refugio cultural y político en un contexto de represión y censura.
Allí se escuchaba música prohibida por el régimen, proveniente de Francia, lo cual sugiere una forma de resistencia simbólica. También se organizaban talleres, debates donde aprendían a dialogar, buscaban información de temas que
les interesaran, realizaban obras de teatro, visionado de películas sobre temas tabú de la época, labores sociales y otras actividades culturales, que servían como herramientas para evadir la opresión y fomentar el pensamiento crítico y la libertad de expresión entre los jóvenes.
Este testimonio refleja el espíritu rebelde y creativo de una juventud que, en medio de la adversidad, buscaba espacios para imaginar y construir un futuro diferente.
También invitamos a Alberto Romero a contarnos acerca de estos centros, lo cual realiza a través del texto que sigue:
Aquello que hoy viene a llamarse “centros juveniles”, y que en aquellos años setenta, bajo el
Carné de la Asociación
Juvenil Cafira. Fuente: facilitada por Mª Carmen Álvarez.
Cartel de la Semana Cultural, Peña Cultural la Incubadora.
Fuente: fotografía proporcionada por Manuel López San Román.
concepto kantiano de imperativo categórico, había una obligación legal de llamarlos Centros Culturales, de modo que también había de aplicarse esta denominación obligatoria, a otras agrupaciones, ya sea Centro Cultural y Recreativo Peña Curro Romero, de Paco Camino, o Peña Cultural y Deportiva del Real Betis o del Sevilla Fútbol Club...
Con este paraguas de Cultural y Recreativo, evidentemente, se podían realizar otros tipos de actividades “culturales” pero aplicando la más amplia de las acepciones al concepto... pero bueno, es lo que había y lo que se podía hacer en Camas dentro de la legalidad. Los únicos lugares de encuentro para los cameros y cameras eran las peñas de los dos toreros con aficiones rivales, o las de los dos equipos de fútbol
sevillanos. En esos años los jóvenes no disponían para reunirse nada más que “del camino al polvorín”, las tabernas o “ir al paseo”, que era ir calle arriba y calle abajo de la actual Santa María de Gracia, por si una chica te miraba o se dejaba mirar.
Pero vayamos ahora a buscarles las cosquillas a este encargo de hablar del pasado: yo no dispongo, ni pienso buscar porque no existen, ningún documento o archivos de estos centros juveniles; el único recurso al que puedo acudir es a mi memoria.
Al recurrir a la memoria, a lo guardado en ella, y al recuerdo que provoca ese reencuentro con el pasado, nuestro cerebro toma medidas conciliadoras y suaviza el dolor, las penurias, las miserias y las experiencias ingratas.
Asumiendo estas premisas, no voy a magnificar aquellos años dándoles quizás un valor inventado, nostálgicos, añorados... sino que intentaré escribir de ellos con el valor que pudieron tener en su momento histórico y lo que vino a significar para el devenir de nuestras vidas, y en la parte que le corresponda,
a Camas y con ello, creo que a una parte importante de mi generación. Ahora, cuando me he encontrado con los hitos temporales de cada “centro juvenil”, de los que tengo recuerdos, me he dado cuenta que todos ellos están inevitablemente relacionados con el tiempo histórico al que pertenecen. Esa dialéctica entre el carácter de cada “centro juvenil” y su tiempo histórico, está relacionada con un fino hilo a la evolución de España y, sin lugar a dudas, a la de nuestro pueblo.
El primer caso de Centro Cultural y Recreativo, más o menos heterodoxo, fue “La Incubadora”. Creada por la parte más dinámica de la juventud camera de los años 1965 - 1966, siendo sus componentes principales estudiantes universitarios y trabajadores, que estaban más cerca de la música de The Beatles y los Rolling Stones que de Manolo Escobar, y con más interés en viajar a Londres que hacerlo a Chipiona. Fueron los primeros que montaban en la feria una caseta con la misma intensidad de luz que la calle Caño Ronco de aquellos años, es decir una bombilla por kilómetro;
contrataban a los grupos musicales de mayor prestigio y novedosos de Andalucía y tenía los cubatas a los mejores precios.
La caseta de feria de La Incubadora, fue la primera manifestación social del cambio generacional de su época en Camas: los primeros pelos más largos, los bailes más raros y la oscuridad más atrevida. Como grupo eran rompedores y progresistas, y duraron a pleno rendimiento el tiempo suficiente como para dejar una clara estela.
El segundo caso que recuerdo con cariño fue el Centro Cultural AlKama, que disponía de una magnífica casa con un patio central y varias estancias cómodas, luminosas y saludables, una de ellas habilitada como biblioteca. De este otro “centro juvenil”, no sé la cifra exacta de socios, pero éramos muy numerosos entre los chicos y las chicas. Así como La Incubadora, era un centro auto gestionado, donde se pasaban buenos ratos y encontrabas amigos y amigas con los que hablar, cantar o estar. De allí salieron muchas parejas que hoy pueden estar leyendo estas páginas, y muy buenos amigos
El centro juvenil
Al-Kama surgió de la iniciativa de personas ligadas a la Parroquia de La Fuente, durante la etapa de Luis Carmona como párroco
y amigas de larga duración, como las buenas pilas. También en la feria se montaba caseta, pero en este caso con más luces y menos música progresiva.
En aquellos días, ya en España se olía a cambio lento, pero con ciertas notas que hacían ver que la década de los setenta no iba a terminar como la de los sesenta, y espacios juveniles moderados por la Parroquia de la Fuente como AlKama, era un lugar de futuro en el que el entorno era amable y joven, con gentes de todos los barrios del pueblo. En esos momentos, también había sectores del clero católico que ya pedían democracia y libertad, como la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) de gran influencia entre los jóvenes.
Llegó 1975, y poco a poco la resistencia del franquismo fue perdiendo fuelle, los tiempos iban cambiando, así que el grupo fundador, le propuso a otro grupo de la generación siguiente, coger el timón del “centro juvenil”.
Esta nueva Incubadora, creció con los nuevos socios refundadores y una nueva generación más joven y
muy participativa que se fue incorporando e integrando. Y la nueva sede de aquel club, no sólo tenía discos de los ya clásicos Beatles y Rolling Stones, sino también de Violeta Parra, Inti-Illimani, Raimon y Paco Ibáñez y sus paredes se adornaban con carteles de la Revolución de los Claveles, de Bertolt Brecht y del retrato que Buero Vallejo le hizo a Miguel Hernández, entre otros. Se establecieron puntos de colaboración con los incipientes partidos que ya se hacían ver por Camas y se organizó una semana informativa con invitación a representantes de las organizaciones sindicales y los novedosos partidos políticos dando conferencias y charlas en el cine Cordobita. Toda España entraba en otra fase de su historia, en la que este “centro juvenil” participó con valentía, alegría y esperanzas. Además, se programaron actos nunca realizados en Camas por jóvenes y con auto financiación, como el que aparece en la foto que acompaña este texto, un concierto de Carlos Cano, con lleno en el cine, y otras actividades deportivas y musicales. Todos financiados con rifas, vendiendo Lotería, con colaborado-
res comerciales, como Cruzcampo y con aportaciones de los asociados.
Simultáneamente, y frente al local de la nueva Incubadora, se crea otro “centro juvenil”, que se llamó Batuka, en donde un grupo de jóvenes divertidos, afables y buenos vecinos, hacían fiestas con música a gran volumen que animaban esa parte de la calle. Nunca hubo rivalidad entre los dos clubes, aunque en general Batuka tenía uno miembros más jóvenes y eran más desenfadados que los de enfrente. Sus intereses eran distintos, quizás por la edad, se divertían organizando guerras a tomatazos, jugando a las cartas y al parchís, haciendo excursiones y mucho baile.
“El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”, dice un verso de una canción de Pablo Milanés, y es cierto: el tiempo pasa sobre las personas, sobre las cosas y sobre los cambios que sufre lo que nos rodea... y con la democracia, y ya con los partidos políticos en las instituciones, la sociedad civil, los jóvenes vuelven a encontrarse con otros intereses y con otros modos de desarrollar y vivir sus inquietudes, y una
parte importante de los miembros de esta segunda Incubadora, encuentran otros motivos para agruparse, divertirse y participar.
Entonces se crea Arbolé que es un nombre sacado de un poema de Federico García Lorca, que visto con la perspectiva de los años, denota un cambio del modo de estar en el mundo, más poético, más volcado a otra necesaria realidad que siga aportando otros valores culturales y emocionales. Allí, se sigue escuchando música, ahora de los de Pink Floyd, Nirvana o Leonard Cohen, leyendo, haciendo teatro o discutiendo de política. Además, se dan cursos de cómo ver cine, se crea un Cine Club que proyecta las películas y se discute sobre ellas en el piso
Centro Juvenil Al-Kama.
Fuente: La Camas de aquellos años.
Centro Juvenil Al-Kama.
Fuente: La Camas de aquellos años.
alto de la Peña de Curro, se intercambian libros, se acude a conciertos... Este “centro juvenil” es más adulto, más reflexivo, más intelectualizado, más exigente.
Creo que Arbolé fue la última experiencia de centros culturales de jóvenes en Camas ya que desde el Ayuntamiento se crean la Casa de la Juventud, la Casa de la Cultura, la Delegación de Juventud; los jóvenes tienen otras alternativas para conocer gente nueva, más discotecas, bares dirigidos hacia un público más joven y que dispone de más dinero, más condiciones para privatizar el tiempo, otras formas de ligar, otras formas de socializar. España ha cambiado y Camas también, en-
tramos en una época posmoderna e individualista donde los “centros juveniles” pasan a la historia.
Fueron casi 11 años de existencia continuada de una forma de organizar el tiempo libre, fuera del tiempo escolar y académico o de trabajo, en donde experimentar la convivencia, la transmisión de conocimientos privados al grupo y de nuevas experiencias emocionales, sociales y políticas. En definitiva, cada momento histórico produce los elementos que necesita para su evolución. Esta evolución de las costumbres muestra como los seres humanos adaptamos constantemente nuestras formas de organización social al medio en que se desarrolla. Por lo que esa fase de pertenecer a un “centro juvenil” había llegado a su fin.
Ahora, los jóvenes tienen otras fórmulas adaptadas a las nuevas circunstancias: grupos de WhatsApp, de Facebook, de Instagram y estas nuevas fórmulas son las que más se pueden parecer y son las más usadas para su socialización, como los “centros” lo fueron para nosotros.
Camas siempre ha sido un pueblo colaborativo. Sus asociaciones
juveniles, sus asociaciones de vecinos... han funcionado con grandes logros para lo colectivo y lo público. Ojalá vuelvan a crearse otras nuevas fórmulas asociativas, las que el tiempo histórico necesite, para completar y coadyuvar en la siguiente fase evolutiva, que inevitablemente llegará.
Y tras el texto de Alberto, compartimos los testimonios de varios miembros de Al-Kama, como el Juan Motilla, que recuerda los orígenes y el espíritu del centro. Según relata, este espacio nació de la unión de personas religiosas y progresistas, todas con inquietudes diversas, pero compartiendo un ambiente de tolerancia, respeto y comunidad. Para él, el Centro Al-Kama fue un auténtico lugar de lucha ideológica y reivindicación de libertades. Allí, la participación era intensa y comprometida: organizaban talleres, publicaban una revista, redactaban artículos y realizaban encuestas, generando reflexión crítica y debate social desde una perspectiva abierta y transformadora.
El cierre de Al-Kama llegó entre cosas, a raíz de la venta de la casa donde estaba ubicado el centro. Sin
embargo, el espíritu del grupo no se perdió ya que una parte de sus miembros continuó la labor en otro espacio juvenil, conocido como La Incubadora, situado en un piso en Hiconsa. Más tarde, se trasladaron a una casa en la calle principal, y finalmente, este recorrido culminó en la creación del Centro Cultural Arbolé, ubicado en la calle del Tívoli, en otra casa.
Arbolé mantuvo el carácter poético y progresista del grupo. El teatro fue una constante a lo largo de todas las etapas y en Arbolé, esta vocación escénica se consolidó aún más: durante las primeras elecciones democráticas, representaron obras que pedían el voto para la izquierda y, de hecho, dos de los miembros de aquella época se dedican profesionalmente al teatro hoy en día.
Otro testimonio, es el de Paqui Vázquez, que llegó a Camas con 14 años y conoció a Juan Manuel Guzmán quien la llevó por primera vez al Centro Juvenil Al-Kama, que ya estaba en funcionamiento por la iniciativa de personas ligadas a la Parroquia de La Fuente, durante la etapa en la que Luis Carmona era
el párroco y también profesor en el instituto. Allí empezó a cantar en la parroquia (hoy día aún continua) y comenzó una etapa de crecimiento personal muy significativa para ella:
“Parte de lo que soy se lo debo al Centro Juvenil Al-Kama; en una edad en la que te puedes desviar, me ayudó a adquirir valores”. Para
Paqui el centro se inspiraba en los valores del Evangelio. Cada encuentro tenía un tema central, por ejemplo, la autenticidad, que se desarrollaba a partir de un texto evangélico, pero en el que todo el mundo intervenía y daba su opinión al respecto.
Se celebraban reuniones formativas, charlas, convivencias y excursiones. Además, había talleres culturales como las clases de sevillanas con Mariángeles Vargas. Con el tiempo, los jóvenes que formaban parte de Al-Kama fueron creciendo y cada uno tomó su propio camino. Algunos eligieron el compromiso político, entendiendo que era también una forma de vivir el Evangelio en la práctica. “Todo lo hacíamos libremente. El Evangelio te llevaba a un compromiso y
cada uno buscó el suyo”.
Allí hizo muy buenos amigos y amigas y guarda un recuerdo entrañable de esa etapa, ya para ella fue un tiempo muy bonito en el que había jóvenes de todo el pueblo con inquietudes diferentes creando un ambiente de respeto, diversidad y aprendizaje mutuo.
Podemos denominarlos asociaciones, centros juveniles, espacios culturales, peñas o clubes; los nombres pueden variar, pero el sentido profundo era siempre el mismo. Eran lugares de encuentro donde los jóvenes no solo compartían intereses y pasiones, sino que también encontraban un entorno que fomentaba la solidaridad, el compromiso, la creatividad y la identidad colectiva. Allí se forjaban amistades duraderas, se cultivaban valores fundamentales como la responsabilidad, el respeto y la participación activa, y se gestaban muchas veces las bases de una conciencia social y cultural que trascendía lo individual.
Sin duda, dejaron huella en quienes los vivieron y marcaron una época importante para la juventud de Camas.
Los nombres de las calles de Camas
¿Alguna vez te has detenido a pensar quién fue la persona que da nombre a la calle donde creciste?
Curiosamente, la práctica de nombrar oficialmente las calles es relativamente reciente. Hasta mediados del siglo XIX, muchas calles no tenían rótulo y los nombres con los que se las conocía eran populares: aludían a los oficios que se practicaban en ellas, a un personaje destacado que vivía allí, o a alguna actividad característica del lugar.
En España, en el año 1858 se estableció mediante Real Decreto la obligatoriedad de nombrar todas las calles de una localidad y numerar las viviendas que las componían. También se fijaron criterios para definir qué debía considerarse calle, plaza, callejón o plazuela, estableciendo así una normativa que organizara el espacio urbano con precisión.
Nombrar las calles no es un acto casual. Se hace, en primer lugar, para facilitar la identificación de lugares, orientar a quienes transitan por ellos y como ya hemos mencionado organizar el área urbana. Pero más allá de su función práctica, los nombres de las calles cumplen un papel simbólico: reflejan la historia de una ciudad, homenajean a personajes destacados o conmemoran hechos relevantes.
En España, en 1858, se estableció la obligatoriedad de nombrar todas las calles de una localidad y numerar las viviendas que las componían
Son expresiones culturales que hablan de la historia de una ciudad y de los valores que una sociedad decide resaltar, son el reflejo de decisiones tomadas a lo largo del tiempo por autoridades locales so-
Edificio escolar de Juan Agustín Palomar. Fuente: extraída del Libro de Feria de Camas de 1978.
bre lo que se considera digno de recordar y visibilizar y son una acción cargada de significado, que forma parte del patrimonio inmaterial de una comunidad.
Es un ejemplo claro de cómo la memoria personal se entrelaza con la memoria colectiva. Hay quienes, incluso después de un cambio oficial, siguen llamando a una calle por su nombre anterior. Es algo habitual, porque el nombre de una calle muchas veces forma parte de la identidad del lugar y de quienes lo habitan.
Desde esta perspectiva, quiero adentrarme en ese universo de los nombres de las calles de nuestro pueblo, esos espacios cotidianos por donde transita la vida, donde
se despliega la ciudad y su historia. Basta con detenerse un momento en una de esas calles que recorres a diario para que surjan imágenes del pasado, recuerdos que sólo tu memoria puede reconstruir con la fidelidad de lo vivido. Desde la infancia hasta la adultez, las calles son parte de nuestra propia biografía.
Calle Juan Agustín Palomar
En primer lugar, es imprescindible hacer mención a la antigua Calle Real, una vía de gran arraigo histórico en la localidad de Camas, que en la actualidad lleva el nombre de Juan Agustín Palomar. Este cambio no fue casual ni arbitrario, sino un merecido homenaje a un hombre cuya vida estuvo dedicada a la enseñanza y al servicio de su comunidad. Juan Agustín Palomar y Cano, natural de Gelves y vecino de Camas, ejerció como maestro durante más de cuarenta años, dejando una huella imborrable en varias generaciones de alumnos.
Su labor educativa comenzó con humildad, pero fue constante y comprometida. En 1886, obtuvo finalmente en propiedad la escuela en la que había estado sirviendo, lo
Calle Juan Agustín Palomar. Fuente: Ayuntamiento de Camas.
que consolidó su papel como figura clave en la formación de la juventud camera. Su entrega y dedicación no pasaron desapercibidas: en 1926 fue galardonado con un premio en metálico por parte de la Diputación Provincial de Sevilla, y en 1929 se le concedió la Cruz del Trabajo, un reconocimiento que simbolizaba su incansable vocación docente.
Sin embargo, el tributo más significativo llegó tras su fallecimiento en 1931, cuando el municipio decidió rendirle un homenaje perdurable al renombrar la antigua Calle Real con
Placa con una cita de Maria Montessori. Fuente: Ayuntamiento de Camas.
su nombre. De esta manera, Camas quiso reconocer no solo su trayectoria profesional, sino también la profunda influencia que ejerció en la formación cultural de los jóvenes de su tiempo.
Curiosamente, a pesar de los años transcurridos desde el cambio de denominación, aún hoy muchos vecinos cameros y cameras, continúan refiriéndose a esta vía por su antigua rotulación (Calle Real), lo que da cuenta de la fuerza de la tradición oral y de la memoria colectiva del pueblo.
Callejero
Cabe destacar que en 2025 concluyeron las obras de renovación de esta calle, las cuales no solo mejoraron su infraestructura, sino que también añadieron un importante valor simbólico. A lo largo de su recorrido, ahora pueden apreciarse diversos elementos decorativos con frases inspiradoras relacionadas con el ámbito educativo, rindiendo homenaje tanto al maestro Juan Agustín como a todas aquellas personas que ejercen la noble profesión de enseñar.
Barriada Mallorca
Paseando por algunas zonas de Camas, resulta curioso encontrar nombres de calles que evocan claramente a las Islas Baleares como Formentera, Algaida. Esta peculiaridad en el callejero no es casual, sino que tiene su origen en una interesante historia de vínculos personales y urbanísticos entre Camas y Mallorca.
El origen de estas calles se remonta a los años setenta, una época en la que Camas experimentaba un notable crecimiento poblacional. En este contexto de expansión urbana, el entonces alcalde de la localidad, Lozano Meridiano, decidió impulsar un nuevo proyecto urbanístico al norte del casco histórico del municipio. Los terrenos elegidos para esta expansión eran propiedad de una antigua fábrica de jabón perteneciente a la familia Salas Garau.
Tras adquirir y parcelar dichos terrenos, el alcalde mallorquín de nacimiento impulsó la creación de una nueva barriada que fue bautizada, en honor a sus raíces, como La Mallorquina. Esta nueva zona residencial no solo aportó soluciones habitacionales en un momento cla-
de la Barriada Mallorca.
ve para el desarrollo del municipio, sino que también dejó una impronta balear en la toponimia local.
Hoy en día, esa barriada se conoce como la Barriada Mallorca, y sus calles mantienen vivos aquellos vínculos personales y culturales con la isla balear, recordando a sus visitantes y vecinos una parte de la historia menos conocida de Camas.
Calle de la Cartuja
Entre las calles de Camas, una destaca por evocar una parte esencial de la historia compartida con Sevilla: la Calle de la Cartuja, reconociendo el profundo vínculo histórico que ha existido entre Camas y el antiguo Convento de la Cartuja de Sevilla.
Este vínculo se remonta al siglo XV, cuando el Cortijo de Gambogaz, ubicado en las inmediaciones de Camas, fue donado precisamente al convento cartujo. La proximidad física entre ambas entidades fortaleció una relación que se mantendría durante siglos.
Con la desamortización eclesiástica del siglo XIX, el antiguo convento fue transformado en algo
muy distinto: una fábrica de loza y porcelana china que alcanzaría fama internacional bajo el nombre de Pickman - La Cartuja de Sevilla. Esta transición de lo religioso a lo industrial marcó un nuevo capítulo en la relación entre Camas y La Cartuja, especialmente a través del movimiento de personas.
Muchos trabajadores y trabajadoras de la fábrica procedían de Camas. Sin coches ni medios modernos de transporte, recorrían a diario el trayecto entre el pueblo y la Cartuja a pie o a lomos de animales. El camino que seguían atravesaba una vía natural que dejaba, al salir de La Cartuja, manufactura de productos cerámicos. Entrada de operarios a la fábrica.
Fuente: blog La Sevilla que no vemos.
Cuadro Mariana
Pineda. Fuente: Centro de información documental de archivos.
Camas, la carretera Sevilla-Huelva a la derecha, y el propio Cortijo de Gambogaz a la izquierda.
En honor a esta historia compartida y a los lazos forjados a través del trabajo, la vida cotidiana y la cercanía geográfica, Camas dio nombre a una de sus calles como Calle de la Cartuja. De esta manera, el callejero recuerda a quienes, desde el esfuerzo diario, construyeron una relación entre dos lugares que, aunque separados por el río, siempre han estado muy unidos. Hoy, muchas ciudades de España rinden homenaje a su figura,
incluyendo Camas, que honra su nombre en el callejero, reconociendo en ella a una mujer adelantada a su tiempo, una mártir de la libertad y una figura ilustre de nuestra historia común.
Calle Mariana Pineda
El jueves 26 de mayo de 1831, en el Campo del Triunfo de Granada, una multitud se congregó para presenciar una ejecución pública. Sobre el cadalso, con tan solo 26 años, una joven dirigió su última mirada al pueblo que la observaba en silencio. Su nombre era Mariana Pineda, y su destino estaba sellado por un crimen que hoy resuena con más fuerza que nunca: haber soñado con la libertad.
Mariana fue condenada a morir por garrote vil, un método brutal reservado para quienes el régimen consideraba especialmente peligrosos. Su delito: haber tenido en su poder una bandera revolucionaria, aún a medio bordar, que llevaba inscrito el lema “Libertad, igualdad y ley”. Aquella bandera no era solo un trozo de tela, sino un símbolo de esperanza para quienes se oponían
al absolutismo del rey Fernando VII.
Convencida liberal, Mariana ofrecía su hogar como refugio a quienes luchaban por una España más justa. Allí, en la intimidad de su casa, se tejían no solo bordados, sino también ideas y alianzas contra la tiranía. Sin embargo, su compromiso con la causa terminó siendo descubierto, y con ello comenzó su calvario. Tras un exhaustivo interrogatorio, se negó rotundamente a delatar a sus compañeros. Prefirió cargar sola con la culpa antes que traicionar sus ideales.
Durante nueve días, Mariana permaneció bajo arresto domiciliario, tiempo que aprovechó para planear su fuga. Sin embargo, su intento fue frustrado por la policía, lo que agravó aún más su situación.
Fue entonces trasladada a la cárcel para “mujeres de mala vida”, un eufemismo humillante que pretendía desacreditar su figura.
El ministro de Justicia llegó a ofrecerle un indulto, pero solo a cambio de una traición: debía revelar los nombres de sus compañeros. Mariana, fiel a su conciencia, rechazó la oferta y pronunció una frase
que quedaría grabada para siempre en la memoria colectiva: “Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios.”
Con esa declaración de valentía y entereza, Mariana Pineda no solo selló su destino, sino que se elevó al rango de heroína. Su figura trascendió la historia y pasó a formar parte del imaginario popular. Poetas como Federico García Lorca encontraron en ella una fuente inagotable de inspiración, como lo demuestra su célebre obra de teatro Mariana Pineda, que reinterpreta su vida como un acto de rebeldía, amor y martirio.
La memoria de Mariana Pineda permanece viva, como un símbolo de valentía, justicia y compromiso con la libertad porque su historia nos habla de una mujer que, en tiempos de represión, eligió no callar.
Olivar Viejo
Y para cerrar este capítulo, que continuará en futuras ediciones, nos detenemos en una zona muy particular de Camas: Olivar Viejo. Paseando por sus calles, es fácil reconocer un patrón curioso y evocador.
Calle Gordal.
Fuente: extraída del Libro de Feria de Camas de 1980.
Nombres como Gordal, Manzanilla y otras variedades de aceituna dan forma al callejero de este barrio, reflejando una parte esencial del pasado industrial y agrícola del municipio.
Estos nombres son un homenaje directo a una actividad económica que durante décadas tuvo un peso fundamental en el desarrollo local: la industria de la aceituna. Camas fue tierra de olivares, sí, pero también de almacenes donde se procesaban y preparaban las aceitunas que luego se distribuían a mercados nacionales e internacionales.
En este entramado económico, surgieron oficios específicos que definieron la identidad laboral del pueblo. Por un lado, los toneleros, artesanos especializados que fabri-
caban los conocidos bocoy, grandes barriles de madera, en los que se almacenaban las aceitunas durante su fermentación y conservación. Su trabajo era esencial para garantizar que el producto llegara en óptimas condiciones a su destino.
Por otro lado, estaban las aceituneras, mujeres que desempeñaban un papel clave en el proceso de manipulación y preparación del fruto. Se encargaban del escogido, el deshueso, el relleno con pimientos y la colocación final en los bocoy. Estas labores no solo requerían destreza y paciencia, sino que también generaban empleo para muchas familias cameras, convirtiendo a la aceituna en una verdadera columna vertebral del tejido social e industrial de la localidad.
Kel González: De Camas a Madrid, la historia de una futura neurocientífica
Con apenas 18 años, esta joven camera, de Balcón de Sevilla, ha logrado un hito que pocos pueden presumir: obtener la nota más alta en la Universidad Pablo de Olavide (UPO), con un 13,95 sobre 14. Detrás de esa calificación excepcional hay mucho más que talento; hay una historia de esfuerzo, pasión por el conocimiento y compromiso con la educación pública.
Durante el Bachillerato, su objetivo era claro: alcanzar la excelencia. La obsesión por el 10, por los 6 puntos completos de la fase específica de Selectividad, la empujó a mantener un nivel de exigencia altísimo. Sin embargo, ella misma reconoce que esa etapa fue más dura emocionalmente que la propia Selectividad.
“La ansiedad del Bachillerato fue peor que la de la Selectividad”,
confiesa. En cambio, en la Selectividad se sintió segura, confiada. Salía contenta de cada examen y al llegar a casa declaró con seguridad: “Saco un 14”.
Su metodología de estudio fue clave. En segundo de Bachillerato
se presentaba a todas las recuperaciones voluntarias, para utilizarlas como simulacros. En Semana Santa repasó todo el contenido del curso con ayuda de inteligencia artificial, diseñando exámenes personalizados, resolviendo hasta diez al día. Además, usó flashcards (o tarjetas de memoria), una herramienta de estudio muy eficaz, especialmente para la memorización activa. Consisten en tarjetas con una pregunta o concepto en un lado, y la respuesta o explicación en el otro, el objetivo es entrenar la memoria mediante la repetición activa: miras la pregunta, intentas recordarla, y luego verificas la respuesta. Según cómo te haya ido, la vuelves a estudiar más o menos adelante en el tiempo (esto se llama repetición espaciada) y todo esto mientras corría en la cinta, integrando el estudio en su ruti-
na diaria con constancia y eficacia.
Estudió en el IES Camas – Antonio Brisquet y siempre se sintió respaldada por su centro y su profesorado, a quienes recuerda con especial cariño. No solo por el nivel académico, sino también por su implicación humana. “He podido hablar con ellos y compartir el peso emocional de esta etapa”, comenta.
Destaca nombres como Jesús López, con el que, a pesar de tener puntos de vista diferentes en varias ocasiones, le abrió la mirada con perspectivas que no conocía; siendo una persona admirable, firme en su identidad, un faro de autenticidad. Para ella, un referente al que guarda un profundo cariño.
También nos habla de Rocío Domínguez, su profesora de Lengua y creadora de un club de lectura en el que nuestra protagonista participaba; del actual jefe de estudios, profesor de Matemáticas y cuyas enseñanzas le han dado la seguridad para alcanzar su futuro; y Mariam, su profesora de Biología, quien despertó su interés por la neurociencia con un enfoque accesible y apasionante.
Su destino académico está ya trazado: Neurociencia en la Universidad Carlos III de Madrid. Este grado, novedoso en España, hasta ahora solo podía estudiarse en universidades extranjeras como Harvard. Será parte de la segunda promoción del país, en un programa impartido íntegramente en inglés, de ahí que ella tenga la proyección de estudiar un C1, para garantizarse la ausencia de barreras lingüísticas en el aprendizaje.
En su instituto encontró espacios seguros y grupos de autoapoyo, especialmente valiosos para estudiantes trans y del colectivo LGTBI+: “Camas es un pueblo muy avanzado”
“Fantaseaba con las asignaturas del grado, con el programa, con la bibliografía... Me encanta, es muy interesante”, dice con entusiasmo. Para ella, la neurociencia no es solo una carrera, es su forma de dar sentido a la vida: “Me gusta estudiar todo, pero no tenemos tiempo suficiente en la vida. Si mi cerebro no tuviera límites, ¿hasta dónde podría llegar?”.
Además, la neurociencia le per-
mite conectar con su interés por la filosofía y la psicología. “La neurociencia está presente en la historia del pensamiento, me interesa mejorar las capacidades cognitivas, entender el cerebro, saber hasta qué punto podemos superarnos”.
Es una firme defensora de la educación pública. Ha aprendido a estudiar de forma autónoma, a buscar recursos, a apoyarse en sus docentes, compañeros y compañeras. En su instituto encontró espacios seguros y grupos de autoapoyo en los recreos, especialmente valiosos para estudiantes trans y del colectivo LGTBI+. “Camas es un pueblo muy avanzado”, afirma, señalando que su centro organiza charlas útiles y relevantes, incluso sobre temas como sexualidad, tratados con la seriedad y el respeto que merecen.
Ya mismo se despide de Camas, puesto que tiene lista su residencia en Madrid, con habitación propia. Prefiere vivir sola por ahora y tras un verano más tranquilo, se prepara para una nueva etapa con la satisfacción de haber alcanzado su meta. “Valoro lo que tengo porque
he conseguido entrar en la carrera que quiero”.
Hay historias que no solo hablan de esfuerzo, sino de propósito. Esta joven no persiguió solo una nota, sino el sentido profundo de lo que estudia, lo que piensa y lo que siente. Su camino, hecho de ansiedad, curiosidad, disciplina y una mente inquieta, es también el reflejo de una educación pública que, cuando acompaña con humanidad, puede transformar vidas.
Desde un instituto de pueblo hasta una carrera pionera en Madrid, su historia no es solo una victoria académica: es un recordatorio de que el saber no es un destino, sino una forma de habitar el mundo. En un tiempo donde todo va deprisa, ella ha decidido detenerse a mirar el cerebro, ese misterio que nos contiene a todos. Representa a una generación que no solo estudia para aprobar, sino para entender el mundo y transformarlo.
Ana López: Camas se viste de feria... y de talento local
Bajo el lema “Camas se pone flamenca”, este año la feria no solo celebra el arte, el color y la tradición andaluza: también se convierte en el escenario perfecto para rendir homenaje a quienes, como Ana López, Ana Ló en el mundo de la moda, han tejido sus sueños a mano, puntada a puntada, con la pasión y la constancia como hilo conductor.
Ana, representa el espíritu de superación, la creatividad y la pasión que definen a nuestra tierra. No siempre tuvo claro que la costura sería su camino, de hecho, estudió Comunicación Audiovisual atraída por el cine, lo fantástico, lo americano, y por ese mundo que parecía lleno de luces y posibilidades. Pero pronto descubrió que aquella carrera no la llenaba. Fue en 2020, cuando Ana, inquieta, perfeccionista, ambiciosa desde siempre, empezó a
escuchar lo que llevaba dentro.
Había trabajado desde joven, siempre dando más de lo que pedían, incluso cuando el trabajo no era el de sus sueños. “Si quería más,
“Me he metido en esto porque se me da bien. Me ha costado encontrar lo que me gusta y no pienso tirarlo por la borda.
Estoy orgullosa de lo que he conseguido”
tenía que ganármelo yo”, recuerda. Pero fue justo en ese momento de ruptura, de buscar aire, cuando decidió que no quería seguir trabajando para otros, quería algo suyo y ponerle su nombre. Y entonces miró hacia atrás, hacia sus raíces, hacia su abuela costurera que le hacía los trajes de pequeña y que, sin querer, le estaba enseñando algo. Hacia su tía, también costurera, de la que heredó más que un conocimiento: una sensibilidad especial por la belleza del tejido y el detalle. En 2023, sin un plan claro, Ana se apuntó a una academia de costura. Lo hizo por probar, por encontrarse. Pero el talento no tardó en brotar. La profesora se lo dijo: “Se te da muy bien” y su tía la invitó a ayudarla con los trajes de flamenca y, en menos de una semana, Ana dominaba las máquinas industriales. Se levantaba con ganas, con ilusión, había encontrado su motivo y lo único que quería era coser. Se formó intensamente, hizo un curso de verano en moda flamenca, y luego se unió a Sevilla de Moda, donde adquirió conocimientos, pero también la certeza de que quería
volar sola. Quería independencia, quería que sus vestidos llevaran su alma. Y así nació Ana Ló.
En enero de 2024 recibió su primer encargo oficial. Cuando quiso darse cuenta, tenía casi una decena de clientas para trajes de flamenca. Desde su taller en casa, con un gran ventanal por donde entra la luz del sol, su medicina natural, Ana trabaja cada diseño con el mismo amor con el que su abuela cosía frente a ella, con su madre, su mayor fan apoyándola en cada paso, y su tía como aliada cuando es necesario. Ana ha convertido un rincón de su hogar en un espacio de creación y autenticidad.
En 2025, desfiló en SIMOF y en We Love Flamenco, dos citas fundamentales de la moda flamenca. Allí no solo se sintió valorada por diseñadores y periodistas; allí reafirmó que lo suyo era vocación. Su última colección, “Flora”, fue una explosión de color y vida, una declaración de amor a Andalucía, a su vegetación y a la belleza de lo natural. Su propuesta fue seleccionada por su originalidad, su sentido estético y por el alma que transmite cada prenda.
“Luché por ella hasta el final”, dice. Incluso cuando recibió críticas, no se doblegó, porque lo que diseña no es moda, es una extensión de su personalidad.
A sus 30 años, Ana lo tiene claro: “Me he metido en esto porque se me da bien. Me ha costado encontrar lo que me gusta y no pienso tirarlo por la borda.
Estoy orgullosa de lo que he conseguido”.
Hoy, con tejidos 100% nacionales, apuesta por una moda que realce la belleza de la mujer, que estilice, que saque lo mejor con sencillez y elegancia. Para ella, el traje de flamenca es eso: un espejo del alma. Pero además de su pasión por la moda flamenca, Ana Ló ha encontrado una nueva vía de expresión en los diseños para invitadas, una línea que cobra protagonismo cuando la temporada de volantes llega a su fin. Lejos de entender el descanso como parte de su rutina, su personalidad inquieta y perfeccionista le impide detenerse.
Ahora, con la feria a las puer-
tas y Camas brillando con luz propia llega la invitación para que las cameras se vistan de flamenca, y es ahí donde Ana siente que quiere estar. Escuchar su nombre en la calle, ver a mujeres luciendo sus diseños, sentir cómo su esencia viaja en cada volante… eso no tiene precio.
Cuando uno se atreve a coser desde el corazón, es un acto de valentía porque lo que se crea no es solo un traje: es un camino. Ana Ló, entre volantes, flores y sevillanas, nos enseña que el arte tiene el poder de sanar, de transformar y despertar lo que llevábamos dentro.
Cada domingo de feria en Camas
Los recuerdos nativos cuentan que son aquellos que nos han marcado desde niños y como consecuencia de los mismos nos acompañan durante toda nuestra vida, reafirmando nuestra pertenencia a ese momento, a esa vivencia o sentimiento creando una añoranza emocional inherente a nuestra propia existencia.
Una imagen de la trasera del paso de gloria de Nuestra Madre un domingo de feria cualquiera, puede resumir a la perfección ese recuerdo que me acompaña desde niño, y está fotografía que ilustra este relato contiene mucho más de lo que se muestra, es un viaje en el tiempo, es esa estampa clásica y verdadera, que a la vez que nos anuncia el inminente final del verano, nos pone el reloj en hora y nos invita a asomarnos de nuevo al balcón de la nueva vida que cada nuevo septiembre comienza cuando Nuestra Madre ya de vuelta, al filo de la medianoche, lo pone todo en orden.
La noche le pone la luz a la fotografía, el farol de la calle encuentra
su sentido, ya sabe porqué está ahí, el paso de la Virgen coquetamente apostado en el centro de la calle, la candelería absolutamente encendida, hasta el cableado juguetea con las estrellas de la corona.
Este el escenario central de esta estampa, la escena continúa en el tercio central, donde la realeza de María deja paso al pueblo… el pueblo que enciende la luz, abre los balcones y sale al encuentro, y como casi siempre, agarrada al balcón, la abuela y en la calle, a sus pies, la Madre.
Se nos va la mirada al tercio final de la fotografía y allí nos aparece ese juez implacable, el que marca el devenir de la vida, el que a veces se apresura y otras no camina, el reloj, pero no uno cualquiera, de los de cuerda, de los que requieren cuidados para que no se detenga la vida.
Desde que era un niño, veo esta imagen cada domingo de feria en Camas.
Esta imagen tiene dos años, pero bien podría tener cuarenta…
Juan Carlos Casilla Melchor
Cartel de las fiestas patronales
El cartel de este año es obra del colaborador gráfico de la Hermandad Jorge González, fotógrafo aficionado gran amante de las tradiciones de nuestra ciudad de Camas. Muestra a la Santísima Virgen de los Dolores, Patrona de Camas, durante la procesión de gloria del pasado año, portando como novedad el manto burdeos bordado en oro, en conmemoración del XXV aniversario de su nombramiento como Alcaldesa Honoraria perpetua de nuestra ciudad. El momento que plasma el cartel es justo a la salida de la Parroquia de Santa María de Gracia, donde la Virgen se reencuentra un año más con su pueblo, para poner el broche de oro a las Fiestas Patronales. Este es uno de los momentos más esperados por todos los cameros, ya que
el mes de septiembre es un tiempo de reencuentros, tiempo que nos acerca a nuestra Madre, es el fin del tiempo estival y el comienzo del nuevo curso, siempre guiados de la mano de nuestra Madre de los Dolores.
Gracias a la devoción que desde hace más de 200 años, los ciudadanos de Camas profesan a la Santísima Virgen de los Dolores Coronada, Reina y Patrona nuestra.
Hemos querido acompañar el cartel con una composición que el coro flamenco le dedica a nuestra patrona.
Con motivo del bicentenario de la veneración a Nuestra Señora de los Dolores Coronada, Patrona de Camas, el Coro flamenco, que el pasado año cumplió sus 40 años
de historia, presenta esta composición titulada “200 Primaveras”, aunque ellos cariñosamente la llamen “Quiero decirte Dolores”.
Se trata de una canción fresca, sencilla y cercana, pensada para ser sentida y cantada por todos. Su letra, ligera y llena de piropos a la Virgen, recorre algunos de los muchos nombres con los que el pueblo la honra: Virgen de la cara fina, Rocío de la mañana, Soledad del alma mía... todos reflejos del amor inmenso que Camas le tiene.
“200 Primaveras” no busca ser la más solemne, sino la más nuestra: una forma de decirle a la Virgen, con palabras del pueblo, que después de dos siglos, seguimos aquí, a su paso, cantándole con la misma devoción.
200 primaveras
Quiero decirte Dolores que solo mis labios pronuncian tu nombre, que en todas mis oraciones entre mis suspiros tu dolor se esconde.
Quiero cantarle a los cielos que 200 años me saben a poco, que “pa” decir que te quiero no encuentro palabras, me faltan piropos.
Mi Niña triste de Camas. Virgen de la cara fina. Dolorosa Coronada. Dolores de la otra orilla. Rocío de la mañana.
Princesa de la Alegría. Reina y Patrona de Camas. Soledad del alma mía.
Quiero decirte Dolores que solo tus manos alivian mi pena, que todas mis alegrías no son alegrías hasta que tu llegas.
200 son los amores que por ti Dolores me haya vuelto loco, aunque al decirte te quiero mis torpes palabras se vuelven piropos.
PROGRAMACIÓN DE LA FERIA DE CAMAS 2025
VIERNES 5 DE SEPTIEMBRE
22:00 h. Pregón de Feria y Fiestas Patronales a cargo a Don Juan Luis Ruiz Aramburu.
Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento
23:15 h. Actuación de La Húngara.
Plaza de la Constitución
MIÉRCOLES 10
Día de la infancia: precio reducido a 2€ en cada atracción.
21:30 h. ¡Vamos a bailar!: actuación del Club Dansur de Tatiana.
Caseta municipal
22:30 h. Noche del Pescaíto: la caseta municipal estará abierta para la ciudadanía donde podrán degustar el tradicional pescaíto con precios populares.
Caseta municipal
0:00 h. Alumbrado. Recinto ferial
NOVEDAD: “La feria de los peques”. Servicio gratuito de ludoteca municipal en el recinto ferial (jueves de 21:00 a 00:00 / viernes y sábado de 16:00 a 23:00 h.) Para edades comprendidas de 4 a 10 años. Estancia máxima de 3 h. Aforo máximo: 40 niñ@s por estricto orden de llegada).
0:05 h. Inauguración de la flamenca más grande de la provincia de Sevilla a cargo de la diseñadora Ana López. Recinto ferial
0:05 h. Actuación del grupo
La Tomasa + Bizcocho.
Caseta municipal
4:00 h. Apagado del recinto ferial.
JUEVES 11
21:30 h. Cena de pescaíto para nuestros mayores del municipio.
Caseta municipal 0:00 h. Actuación de Salvador García “Pitu”.
Caseta municipal 6:00 h. Apagado del recinto ferial.
VIERNES 2
18:30 h. Festejo Taurino: tentadero para el alumnado de la Escuela Taurina de Camas Fernando Sampedro Rodríguez “El Almendro”. Plaza de toros municipal
NOVEDAD: 19:00 a 23:00 h. ¡El tardeo más Flamenco con el Loco Bongo!: música, juegos, pruebas, premios y diversión asegurada.
Caseta municipal 23:00 h. Fiesta del toro de fuego infantil. Recinto ferial
0:15 h. Noche de Humor: actuación de Guelmi. Escenario central
2:00 h. Fiesta del toro de fuego. Se quemará un toro de fuego.
Calles adyacentes al recinto ferial
6:00 h. Apagado del recinto ferial.
SÁBADO 13
14:30 h. Día de convivencia con los colectivos y representantes del tejido asociativo de nuestro municipio.
Caseta municipal 16:00 h. Actuación de Nikelao.
Caseta municipal
NOVEDAD: 17:00 a 20:00 h. Mini feria infantil: casetas de ferias antiguas con juegos de
puntería, habilidad y destreza para niños y niñas. Recinto ferial
17:30 h. “La San Sebastián 2025”. Gran encierro de ejemplares bravos de la ganadería camera, con la animación de Arturo Alanís. Pregón y chupinazo a cargo de la caseta “No Ni Ná”.
Recinto ferial
18:30 h. Festejo Taurino en clase práctica para el alumnado de la Escuela Taurina de Camas Fernando Sampedro Rodríguez “El Almendro”. Plaza de toros municipal
23:00 h. Fiesta del toro de fuego infantil. Recinto ferial
0:00 h. Noche Joven: Actuación de Javi Medina. Caseta municipal
2:00 h. Fiesta del toro de fuego. Se quemarán dos toros de fuego. Calles adyacentes al recinto ferial
6:00 h. Apagado del recinto ferial.
DOMINGO 14
6:30 h. Diana floreada. Recorrido: FerrocarrilJoaquín Camino- Ibiza- Dr. Evaristo del CastilloGómez de la Lama - Alcalde Manuel Marín- Plaza de la Constitución.
20:30 h. Salida Procesional de Ntra. Sra. de los Dolores Coronada. Iglesia Santa María de Gracia
0:30 h. Despedida y cierre con espectáculo de pirotecnia con bajo impacto acústico.
DURANTE TODOS LOS DÍAS DE FERIA (Del 10 al 14 septiembre)
19:00 a 22:00 h. Tiempo azul (horario sin música en la zona de atracciones).