

CIUDADES PERDIDAS DE LA HUMANIDAD

CIUDADES PERDIDAS
DE LA
HUMANIDAD

Páginas anteriores Vista del anfiteatro de la ciudad romana de Timgad, en la actual Argelia, fundada por el emperador Trajano en torno al año 100 d. C.
Izquierda Inscripción hallada en Dura Europos que invoca buena fortuna para el emperador, el senado y el pueblo de Roma.
Páginas siguientes Puerta de la Esfinge en la capital hitita de Hattusa, en la actual Turquía. La ciudad fue fundada en la Edad de Bronce tardía, sexto milenio a. C.
tercera parte
Ayudados por ángeles, Lot y su familia huyen de Sodoma, la ciudad condenada, en este óleo de Jacob Jacobsz de Wet, en torno al 1680.
Haciendo caso omiso a esta sorprendente oferta, la turba siguió acosando a los forasteros, hasta que los ángeles sacaron a Lot y a su familia de la ciudad y les dijeron que se dirigieran a las colinas. Las acciones de la muchedumbre habían condenado a Sodoma, y también a Gomorra y a varias otras ciudades, pues la paciencia del Señor se había agotado. Según el Corán, la esposa de Lot permaneció entre los impíos de Sodoma. Se podría especular que albergaba un gran sentimiento por la propuesta de su marido de arrojar a sus hijas vírgenes a la turba. Temiendo no llegar a tiempo a las montañas, Lot suplicó que se le permitiera refugiarse en la cercana ciudad de Zoar, y el ángel accedió a salvar la ciudad. Ayudó el hecho de que Zoar fuera la más pequeña de las ciudades programadas para la destrucción; de hecho, su nombre se traduce como «la más pequeña». «Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte del Señor desde el cielo; y destruyó aquellas ciudades, y toda la llanura, y a todos los habitantes de las ciudades, y lo que crecía sobre la tierra. Pero su mujer, que le iba siguiendo, miró hacia atrás y se convirtió en una estatua de sal» (Génesis 19:26).

Tres mil años más tarde, el hecho de que Zoar sobreviviera a la catástrofe se considera clave para localizar Sodoma y Gomorra, así como Adma y Zeboim, igualmente azotadas por la ira del Señor, aunque pronto olvidadas. El problema es que, aunque Zoar siguió habitada hasta finales de la Edad Media, también se ha perdido.
Zoar antes de Lot
Hay varios emplazamientos posibles, ya que el valle del Jordán fue una de las primeras zonas del mundo en poblarse, y hay muchas ruinas antiguas. Incluso antes de la catástrofe de Sodoma, Zoar ya era antigua. La ciudad se llamaba originalmente Bela, pero al parecer cambió de nombre incluso antes de que los hebreos dominaran la cultura cananea de la región. Las crónicas siríacas (una colección de textos fechados entre los siglos vi y xiii d. C.) describen una antigua tradición sobre la fundación de las «ciudades de la llanura», que tuvo lugar dos generaciones antes de Abraham. Un cananeo llamado Armonio fundó dos ciudades, a las que dio los nombres de sus hijos: Sodoma y Gomorra. Una tercera ciudad la bautizó (o rebautizó) con el nombre de su esposa Zoara.
Cuando Moisés llegó a la tierra prometida, se dice que contempló «la llanura del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Zoar» (Deuteronomio 34:3). La «llanura de Jericó» se refiere a una zona específica que abarcaba las cinco «ciudades de la llanura», de las cuales Zoar era la única que quedaba en pie. La zona también era conocida en la Biblia como el valle de Sidim. Los cronistas hebreos tuvieron noticia de ella por primera vez cuando las ciudades de la llanura se rebelaron contra un rey elamita llamado Quedorlaomer. Este monarca no se menciona en ninguna otra fuente, pero la información de esta época es tan fragmentaria que esto no prueba que no existiese. Su nombre puede traducirse como «siervo de Lagamar», una poderosa deidad elamita; es improbabla que un escritor hebreo que inventara un rey no se hubiera ajustado con tanta precisión a la gramática y nomenclatura elamitas. Querdorlaomer fue expulsado de la llanura por el patriarca Abraham y las cinco ciudades fueron liberadas, solo para caer después en la bajeza moral que condujo a su destrucción.
Antes de su ruina, las ciudades eran razonablemente prósperas, en parte debido a su ubicación en el mar Muerto. Años después, se decía que Zoar producía bálsamo y añil, y exportaba dátiles de las palmeras que crecían en abundancia en un oasis cercano, lo que pudo haber motivado su emplazamiento en ese lugar. En el siglo iii d. C., el escritor cristiano Eusebio (Onomasticon, 261) describió el mar Muerto como un lugar situado «entre Jericó y Zoar», y afirmó que aún se apreciaban restos

Las primeras Troyas
Panorama con el rapto de Helena entre las maravillas del mundo antiguo, Maerten van Heemskerck, 1535. Esta obra de arte es una especie de rompecabezas que reta al espectador a identificar lugares y referencias clásicas. Por ejemplo, el arco iris del fondo identifica a la diosa Iris, que dio la noticia del rapto al marido de Helena.
Troya existía mucho antes de la famosa guerra. Los primeros humanos que se asentaron en el lugar lo hicieron hace unos cinco mil años. Eligieron el extremo occidental de una cresta en una llanura fértil entre dos ríos, hoy conocidos como el Escamandro y el Dumrek Su. Fue más o menos en la época en que las primeras ciudades-estado se organizaban en Mesopotamia y cuando Egipto acababa de convertirse en un único estado a partir de una desordenada colección de reinos menores.
Troya I era un pequeño asentamiento con unas veinte casas rodeadas por una muralla defensiva de piedra en seco. Sin duda, la población total era mayor de lo que esta cifra parece indicar, ya que «Troya» era una ciudadela a la que la población rural que vivía y trabajaba en la llanura huía en tiempos de peligro. Poco se sabe de estos primeros troyanos, salvo que su cerámica y metalistería eran similares a las de los pueblos contemporáneos del norte de Anatolia y las islas cercanas a la costa.

Cómo y por qué se abandonó o destruyó este primer asentamiento no se sabe con certeza, pero el lugar fue reocupado casi de inmediato. En lugar de retirar las ruinas de la antigua ciudad, los nuevos colonos se limitaron a nivelar los escombros y construir encima, un proceso que se repitió una y otra vez. A veces se sustituían edificios individuales, en lugar de toda la ciudad, por lo que en algunas partes de Troya hay hasta cuarenta y cinco niveles de asentamiento.
La Troya del auge
Los primeros pobladores se sintieron atraídos, sin duda, porque la llanura ofrecía una buena fuente de alimentos, pero a medida que se desarrollaba la civilización humana se hizo evidente que Troya también estaba bien situada para convertirse en un centro comercial. La ciudad se convirtió en una parada importante en la ruta comercial entre Anatolia y el lado europeo de los Dardanelos, y su ubicación en el punto

Los «retratos de momias» del siglo ii d. C. podían ser casi fotorrealistas. A partir de esta obra pintada sobre madera de tilo, uno puede imaginarse fácilmente el aspecto de este ciudadano cuando estaba vivo.

Cabeza pintada de una mujer de Antinoópolis con varios collares.

En este sudario de Antinoópolis, una mujer vestida con una túnica de flecos se prepara para salir por una puerta flanqueada por dioses egipcios.
Antinoópolis posterior
Uno de los ciudadanos más famosos de Antinoópolis fue Sereno, el matemático del siglo iv que ideó una técnica para calcular la geometría de un cilindro. San Colluthus, cristiano, fue célebre por su martirio en el año 304 o 308. (Las purgas anticristianas del emperador Diocleciano fueron especialmente violentas en la ciudad). A pesar de los esfuerzos de Diocleciano, en el siglo v Antinoópolis ya era cristiana. Un viajero informó de la existencia de al menos doce «monasterios femeninos» en la ciudad, así como de numerosos anacoretas y hombres santos que vivían extramuros. La ciudad fue sede no de uno, sino de dos obispos. Por aquel entonces, los orígenes de la ciudad se habían convertido en algo vergonzoso para sus ciudadanos y algunos textos se refieren a ella como «Antinoe». En la época bizantina se oficializó el cambio de nombre y la ciudad pasó a llamarse Ansena.
Ansena / Antinoe / Antinoópolis sobrevivió a la conquista musulmana de Egipto en el año 641 y aparece en documentos del siglo x. Sin embargo, para entonces la ciudad ya estaba en declive y desapareció de los registros históricos.
Antinoópolis en la actualidad
La siguiente vez que alguien prestó atención a la ciudad perdida fue a finales del siglo xix, cuando Napoleón intentó conquistar Egipto. Trajo consigo estudiosos y topógrafos, que examinaron el emplazamiento de Antinoópolis y observaron los restos de los templos y las columnatas. También dejaron constancia de que gran parte de la piedra de la ciudad había sido usada para la construcción de los muros de las casas y mezquitas de las ciudades y pueblos cercanos, especialmente Sheikh Ibada, que hoy se alza junto al yacimiento.
Los visitantes de Antinoópolis no encontrarán casi ninguno de los restos descritos por los topógrafos napoleónicos. El yacimiento fue destruido casi por completo por los industriales de principios de la era moderna, que saquearon los bloques de piedra caliza para quemarlos y obtener cal y que desmantelaron otros edificios antiguos en busca de piedra para reutilizarla en una presa local.
La mejor opción para quienes deseen examinar la antigua Antinoópolis es ir a la cercana El-Rodah, donde muchas de las antiguas estructuras se han reutilizado en una moderna fábrica de azúcar. En el emplazamiento real de Antinoópolis, aparte de unas pocas ruinas desoladas del antiguo hipódromo, no queda mucho.

¿Qué ha pasado con los lugares que la historia ha olvidado, como las ciudades sumergidas, diezmadas por ejércitos invasores o tragadas por las arenas del tiempo?
¿Dónde están y qué pueden decirnos de nuestro pasado?


Un libro para descubrir…
Capitales abandonadas de antiguos grandes imperios
Villas lujosas enterradas en ceniza volcánica
Redes de moradas en cuevas
Ciudades bíblicas perdidas para el mundo Templos y tumbas monumentales Rebeliones y revueltas




Puertos comerciales desaparecidos en el mar
Sacri cios rituales en ciudades asediadas
La verdadera Troya



