Ojarasca, 11/10/2025

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EL REGRESO DEL LAGO DE TEXCOCO HOMBRES BAILANDO CON HOMBRES

¿POR QUÉ NO HABLO MIXTECO?

INESPERADA AGRESIÓN AL ZAPATISMO EN CHIAPAS UN AÑO VIEJO

AYOTZINAPA SIEMPRE

PALESTINA:

CUATRO JUCHITECOS DE CUIDADO: Macario Matus para Jesús Urbieta Víctor de la Cruz para Francisco Toledo EN ECUADOR Y PERÚ CRECE LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS n EL ASESINATO DE JULIA CHUÑIL EN CHILE, por Claudia Korol EN EL 68, NO SÓLO FUERON LOS ESTUDIANTES

Se detuvo el tiempo, Zinacantán, Chiapas, enero de 2025. Foto: Mario Olarte

SEGUIMOS APRENDIENDO

Han pasado 36 años desde que Ojarasca (inicialmente México Indígena, 1989-1991) tomó el camino de los pueblos originarios de México y el continente americano para conocerlos, comentarlos, documentarlos y acompañarlos. Llegamos a estas rutas justo a tiempo, cuando se revitalizaban extraordinariamente la consciencia y la sabiduría de lucha en las comunidades y sus organizaciones en los Andes, la Amazonía, Wallmapu y la antigua Mesoamérica. La contra-celebración del abollado Quinto Centenario del “encuentro de dos mundos” en 1992 puso a la Historia en su sitio por lo que fue: una artera invasión de conquista que truncó civilizaciones y futuros diferentes de la avaricia europea.

En la década de 1990 surgieron luchas magníficas e históricas. Pensemos el fin de siglo en Ecuador, Bolivia, Araucanía, y también en las autonomías en Canadá (inuit), Panamá (ngöbe-buglé) o la zapatista de Chiapas. El alzamiento del EZLN en 1994 marcó un nuevo rumbo a las resistencias y las expresiones indígenas, y también lo hizo para Ojarasca. En 1997 la revista se integró como suplemento de La Jornada.

Un cúmulo de experiencias, triunfos, tragedias, construcciones profundas y creaciones artísticas fuertes y bellas han honrado estas páginas mes tras mes, con la comunidad en la raíz de toda defensa de territorio, productos, recursos, costumbres, conocimientos y derechos. Su costo en sangre, penuria, dolor, rabia. Y el digno aroma de la liberación.

En cantidad innumerable, muy acentuada al cambio de siglo, autores y voceros originarios de los pueblos han encendido estas páginas. En sus propias lenguas, cuando es posible. Hoy muchos de ellos reciben reconocimiento, o lo recibieron antes de morir y son recordados con admiración.

¿Cómo no aprender de tantos maestros, individuales y sobre todo colectivos? Luchas, huelgas, caravanas, recuperaciones, tequios, fogatas, mingas, revoluciones intergalácticas incluso, han pasado por las tierras del continente y también por estas páginas. Hemos tenido la fortuna de ser una piedra más para el camino a esa vida plena que recibe tantos nombres como pueblos originarios y trasplantados de origen africano hay en el mapa natural y mítico de México y toda América n

AYOTZINAPA, 11 AÑOS

Este 26 de septiembre se cumplieron 11 años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. “Más sombras que luces”, ven los padres y madres en la búsqueda que no ha parado ni un minuto desde aquella fatídica noche de Iguala. A las familias se une el grito y acompañamiento de las nuevas generaciones de estudiantes de las 15 normales rurales de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).

En la marcha de este aniversario nuevamente recorrieron las calles de la Ciudad de México y, otra vez, como el año pasado, se les cerró el acceso con bloques de concreto en las avenidas circundantes al zócalo capitalino. Las madres y padres, con la lluvia encima, saltaron los muros y llegaron a una plaza resguardada al máximo. Por primera vez ni siquiera les dejaron poner el templete para seguir exigiendo las respuestas que merecen. Hasta hace unos años este trato era inimaginable.

“Hemos recorrido un camino de 11 años de dolor, de sufrimiento, de penurias, de desilusión y lo hemos llevado como una carga a cuestas en nuestra lucha. Seis padres se han ido sin obtener verdad y justicia para sus hijos. Eso nos añade más dolor y rabia”, dijeron en un comunicado en el que reconocen “las luces” que representan “la solidaridad incondicional de todos los que caminan todavía con nosotros” y que son “el motor de lucha que nos impulsa para seguir adelante exigiendo verdad y justicia para todos nuestros desaparecidos del país”.

El 11 aniversario se dio en el contexto de la absolución del perredista José Luis Abarca, quien era alcalde de Iguala cuando ocurrió la desaparición masiva en 2014, y había sido condenado por su participación en los hechos a 92 años de prisión. “¿Seguiremos con los dobles discursos?”, se preguntaron quienes tienen como principal exigencia que el ejército otorgue los 800 folios con información sobre lo ocurrido entre el 26 y 27 de septiembre.

El testimonio: “Con la desaparición de nuestros hijos abrimos los ojos de lo que pasa en Guerrero y en México. Hay miles de personas desaparecidas. Lo que sufrimos también lo padecen más de 130 mil personas que buscan a sus familiares desaparecidos. Desde que desaparecieron a mi hijo ya no soy la misma porque me rompieron el corazón, me arrebataron la vida y me dejaron una herida abierta”, dice una madre que recuerda cuando les quisieron entregar 28 cuerpos del basurero de Cocula, “pero los peritos argentinos desmontaron su teatro porque no eran de nuestros hijos”.

“La nueva presidenta Claudia Sheinbaum nos habla de otro modo, parece más accesible”, dicen, pero “vemos como que se desentiende de nuestro planteamiento, de que el ejército entregue toda la información que tiene. A cambio de emplazar al ejército nos comentó que conformará un equipo de especialistas que trabajará con nuevas tecnologías para ubicar el paradero de nuestros hijos”. Pero, lamentan, hasta el día de hoy “no hay avances” n

La Jornada

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Ojarasca en La Jornada

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Jaguar de tiza en algún lugar de la selva de Ocosingo. Foto: Ojarasca

Hombres danzantes. Figuras elaboradas en

HOMBRES BAILANDO CON HOMBRES

MARTÍN TONALMEYOTL

Nací creyendo en mis ojos y todo lo alcanzado a mirar era real y natural. Miré a las montañas con sus picos y cuevas, a los ríos vivos con su canto de cascadas, a los arcoíris a quienes no podríamos señalarlos con el dedo para no podrirse, a la lluvia quedita y enojada, a los animales del monte, los que vivían dentro del agua, los hombres y mujeres caballeros convertidos en estrellas fugaces y más. Confiaba en mis pupilas porque pocas veces podían equivocarse. Todo cambió cuando salí de la comunidad y llegué a la ciudad. Aquí todo era distinto porque conocí a personas muy frías quienes no saludaban, personas quienes maltrataban a otras, quienes se expresaban mal de nosotros, de nuestras comunidades, nuestras lenguas, nuestras costumbres y más. Me acuerdo de la primera vez que acompañé a mi madre a comprar en una tienda de alimentos en Chilapa y le decían María. Ella se llama Susana pero eso no importaba porque luego vi entrar a otra señora de una comunidad vecina y también le dijeron María al momento de entregarle su producto. Tiempo después entendí que en esa tienda, llamada La Coyota de Chilapa, toda mujer que venía de una comunidad y llegaba vestida distinta a las xinolas (señoras blancas de ciudad) de Chilapa le decían María. No me quedaba claro aún por qué. En el pueblo, a cada quien se le respeta y se le llama por su nombre, nahuatlizado o no, pero respetando el nombre con que se le conocía en el pueblo.

Mi primera salida fue durante mis estudios de educación media superior, llegué a trabajar a la ciudad durante las vacaciones para ahorrar y ocupar esos ahorros para las copias, los almuerzos, los pasajes y más. Así llegue a Iguala, en donde mi hermana, y buscando trabajo me aceptaron laborar en una tortería. Durante la entrevista con la encargada, una señora de cabellos rubios y las uñas muy largas y pintadas como nunca había visto, me preguntó sobre mi comunidad de origen, y al contestarle que era de Atzacoaloya, ella se sonrío y dijo conocer a alguien de mi comunidad y que lo conocía muy bien porque era el pueblo de los maricones. Yo no entendí absolutamente nada hasta que me dijo: “¿O no?” No supe contestarle, pero ella afirmó de nuevo que es un pueblo muy conocido en Iguala porque hay muchos maricones, porque ahí se baila hombre con hombre. Le di la razón y seguí pensando si eso era verdad o por qué se nos conocía así. Trabajé ahí durante esas dos semanas y cuando quería referirse a mí como el hombre del pueblo de los maricones se reducía a decirme “Atzacoaloya”.

De regreso conté esto a mi padre y él como defendiéndose me contestó: “a mí me dijeron lo mismo cuando salí a trabajar a la ciudad y desde mi regreso me he negado a bailar con algún hombre”. Me contó: “Cuando iba a los compromisos y miraba que alguien se acercaba para sacarme a bailar, hacía como que iba al baño o como que miraba para otro lado para que no me sacaran”. En un primer momento les di la razón y mi padre lo confirmaba, pero en sus pláticas en el campo, cuando íbamos a limpiar la milpa o a regar nuestros plantíos por las noches, me contó en varias ocasiones de los bailes viejos en las mayordomías, en los casorios, en los cambios de los comisarios, en otras fiestas donde siempre salía a relucir el baile de hombre con hombre, incluso me contó de otras comunidades donde la costumbre era la misma. Nunca le tomé importancia pero de niño, en algún casorio de mis tíos, miré ese baile, en alguna mayordomía donde iba a traer a mi madre o abuelita, siempre las buscaba en el lugar de las mujeres porque era imposible buscarlas en el lugar donde bailaban sólo los hombres. Nunca miré bailar ahí a alguna mujer con su pareja hombre, no era mal visto quizá, pero nadie rompía las reglas de esa costumbre. Los que no querían bailar con otro hombre aplicaban la estrategia de mi padre, el esconderse un poco o alejarse del lugar del baile, porque si alguien te sacaba a bailar y no aceptabas, el rechazo significaba no tenerle respeto a la persona quien te invitaba a bailar. Esto lo supe tiempo después.

Dentro del registro que hago sobre este tema, llegué a grabar un video de muy mala calidad, donde se miran bailando el comisario saliente con el comisario entrante, también el comandante con comandante y sus esposas bailando entre mujeres dentro de la comisaría de Atzacoaloya. Lo recuerdo porque en el video sale bailando don Francisco Rebaja, profesor nahua y segundo comisario, quien tiempo después fue asesinado con todo y familia. Aquí entendí que los comerciantes, jornaleros, albañiles, profesionistas y más quienes salían a trabajar a la ciudad regresaban con otra mentalidad. Fueron los primeros en ver con maldad y dejar de practicar esta costumbre del baile de hombre con hombre. En la era actual, muy pocas comunidades nahuas mantienen esta costumbre y, con la llegada de los grupos del crimen organizado con hombres provenientes de Sinaloa, Michoacán o de hombres nahuas que regresaron de Estados Unidos y controlan ahora a los gobiernos locales, miran muy mal este baile. En algunos pueblos nahuas se ha llegado a prohibir de manera total y vía asamblea han impuesto multas que van desde los dos mil hasta los cinco mil pesos si en una fiesta ven bailando a un hombre con otro hombre. Afortunadamente son pocos pueblos que han llegado a esta crueldad e ignorancia. Aunque entiendo de manera clara que éstas son leyes impuestas por personas que

llegaron a la comunidad, sea porque son de otros estados o porque vivieron mucho tiempo fuera de la comunidad y regresaron con otra mentalidad.

En mi tesis de la maestría con algo de temor registraba este aspecto cultural y decía: “El baile de hombre con hombre y mujer con mujer es una costumbre de este pueblo nahua y de las comunidades aledañas que se ha venido practicando desde hace más de medio siglo, según la conversación generada con el profesor nahua Francisco Rebaja. Pero mi padre, y en consulta con otros señores de la tercera edad, cuenta que sus abuelos y bisabuelos practicaban ya esta costumbre y se sigue practicando en las fiestas tradicionales particulares. En las ciudades mestizas cercanas a esta comunidad esta práctica es mal vista. Algunas personas piensan que es una manifestación del homosexualismo, pero en realidad tiene un origen asociado con el respeto hacia los propios habitantes, el propósito de bailar hombre con hombre y mujer con mujer en las fiestas de las mayordomías es el de evitar que entre los varones haya riñas durante el baile, según las experiencias de los abuelos o ‘tatas’, cuando un hombre baila con una mujer ajena a la suya, al marido de la mujer le pueden brotar celos y originar una pelea entre los dos hombres e incluso entre las esposas. Por ello, era preferible bailar hombre con hombre y mujer con mujer.

“Bailar con un compadre, un primo, un tío, un abuelo, una autoridad del pueblo, significa tenerle respeto como hombre y persona. Si un varón saca a bailar a otro y éste no acepta, querrá decir que no hay respeto hacia el invitante. Los bailes de hombre con hombre se podían apreciar en la casa de los mayordomos de cualquier santo, en los casamientos y en otros espacios de fiesta. Las melodías para estas fiestas eran amenizadas con los tocadiscos y canciones que van desde Chico Che, Los Caminantes, Luz Azul, Acapulco Tropical, Rigo Tovar, Alfredo y sus teclados, entre otros. Después fue sustituido por las bandas de viento y en la era actual las bandas siguen, pero en los casamientos terminan siendo amenizadas por los grupos musicales o sonidos. Ha habido algunas bodas en donde se hace una combinación entre un grupo musical y una banda de viento, cuando estos últimos tocan, pueden bailar parejas de hombre con mujer, hombre con hombre o mujer con mujer y no es mal visto por la comunidad” n

Martín tonalMéyotl, poeta, escritor y promotor nahua originario de Atzacoaloya, Zitlala, en La Montaña de Guerrero, es autor de poemarios propios y antologías bilingües de gran valor, ha conducido el programa El Ombligo de Tierra, en Código 21 y recientemente se incorporó a Plural TV, canal del Poder Judicial de la Federación.

Tlatilco (1400-800 a. C.). Foto: Museo Amparo, Puebla

MANOS A LA CUENCA Y EL REGRESO DEL LAGO DE TEXCOCO

ITZAM PINEDA REBOLLEDO

A la memoria de Alicia Galicia Lima y Obdulio Ruiz Ayala (FPDT)

Caminar el territorio junto a propios y extraños para que comprendamos la raíz y razón de la lucha, la profundidad significativa de aquello que se ama y se defiende como evoca la proclama, ha sido una práctica fundamental para el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) en Atenco. Conociendo los rincones del lugar, que desde lejos puede ser percibido sólo como un paisaje, podemos intuir la larga duración del entramado tejido entre los pueblos y su entorno. La dificultad que imponen los caminos, los cambios de temperatura de una zona a otra, el viento cruzando centenares de sembradíos, los sonidos del agua llenando una zanja y el graznido de las aves que cruzan el cielo integran un lugar no sólo formado por la fuerza de la naturaleza, sino sostenido con el trabajo de decenas de generaciones campesinas. La convicción por la defensa de los territorios inicia en muchas personas gracias a esa intuición experimentada al caminarlos, al recorrerlos. En Atenco, los defensores del territorio lo saben. Y por eso no dejan de hacerlo. El llano lacustre de este municipio, vecino oriental de la capital mexicana, situado a la orilla del corazón del antiguo lecho de Texcoco, aquel que fue descrito por la oligarquía y sus tecnócratas como un desierto de sal, estuvo a punto de ser convertido en una planicie cubierta de asfalto, pistas de aterrizaje, terminales, bodegas, hoteles y centros comerciales. El moderno aeropuerto, proyectado por el México imaginario como la carta de presentación para los turistas e inversionistas que entraran al país, en los hechos significaba la

culminación de la obra desecadora y urbanizadora del Valle de México. En perspectiva histórica, la empresa colonial para expulsar las aguas de la cuenca sería sellada con esta obra monumental encima de los antiguos territorios acolhuas. Hace ocho años, cuando la Ciudad de México y muchos de sus habitantes vivían la emergencia por los sismos, algunos atenquenses estaban empeñados en defender su territorio por segunda vez contra una obra aeroportuaria. La primera vez costó muertes, detenciones, persecución y mucho sufrimiento. La resistencia en verdad había sido disminuida por el miedo y la desesperanza. La compra de terrenos y voluntades en las comunidades y ejidos del municipio avanzaba con la soberbia que caracterizó a la administración de Peña Nieto. En aquella circunstancia dolorosa los activistas también caminaban, promovían recorridos por su territorio. Sin embargo, los motivos eran tristes. Los itinerarios se hacían para indicar a los funcionarios del gobierno federal los abusos en la construcción de la barda perimetral del aeropuerto. Los trabajos para la terminal aérea destruyeron patrimonio arqueológico, invadieron parcelas de trabajo, desecaron charcas ancestrales. En aquel momento el paisaje era desolador. Entre la polvareda levantada, los camiones y las góndolas iban y venían por anchos caminos de tezontle recién construidos para sacar lodos del subsuelo y meter gravas traídas de las sierras aledañas. Así el absurdo: estaban enterrando a los cerros en un lago. En uno de aquellos amargos recorridos por los puntos críticos de esa geografía del despojo, los campesinos exigían a los técnicos, políticos y abogados echar atrás la barda 15, 20, 25 metros. En una de varias paradas la compañera Trini se alejó del grupo. Caminó hasta uno de los bordos que habían sido levantados para desviar las aguas del río Coxcacoaco al colector central del drenaje y desapareció detrás del montículo de tierra. Luego de un rato, cuando el grupo se disponía a subir

a los carros para continuar hacia otro punto, decidí acercarme al bordo. La vi parada sólo mirando el agua correr hacia el sur donde saldría del municipio, le dije que los demás estaban por irse. Se secó los ojos y susurró: “¿Qué les vamos a decir a nuestros nietos, que no logramos defender este lugar?”. En 2018, pocos días después de las elecciones, los pueblos afectados por la obra, pero también aquellos de las regiones devastadas por la sobreexplotación de bancos de materiales pétreos y los perjudicados por tiraderos de lodos tóxicos del oriente del Estado de México, llamaron a una reunión amplia para entrar a una etapa definitiva en la lucha contra el aeropuerto. Así comenzó a fraguarse la campaña #YoPrefieroElLago. En esta estrategia participaron sindicatos, organizaciones sociales, universitarios, activistas ambientales y pueblos de la región defensores de sus territorios, quienes lograron convencer a amplios sectores sociales de la urgencia de salvar al lago de Texcoco, rechazando el aeropuerto. Una vez cancelado el proyecto no fue fácil convencer a los funcionarios federales sobre la potencial restauración ecológica y la urgente restitución del territorio a los ejidos. Muchos técnicos de carrera al interior de las dependencias seguían ocupando puestos clave y negaban que hubiera algo que proteger ahí. Seguían mirando una llanura desértica y despreciando a los pueblos. Fue entonces que el movimiento dio un siguiente paso con el proyecto Manos a la Cuenca. Ante la inacción de las autoridades, los campesinos comenzaron a trabajar y con pico y pala demostraron lo que llevaban años afirmando, que el lago se podía comenzar a recuperar con la primera temporada de lluvias y una buena gestión del agua. Rompieron así uno de aquellos bordos que desviaban los ríos y cuidaron con otro que el agua fuera retenida. La laguna Xalapango, al sur del municipio, se comenzó a reinundar en julio de 2020.

Lago de Texcoco, Atenco. Foto: Ricardo Suárez Pareyón Aveleyra

En estos primeros años de restauración, los habitantes organizados de los pueblos a la orilla del agua y de la Sierra de Río Frío han logrado la declaratoria del Área de Protección de Recursos Naturales Lago de Texcoco. Más de 14 mil hectáreas cuentan ahora con un plan de manejo que prioriza una relación de equilibrio entre el entorno ecológico y las actividades humanas.

Pero los trabajos de Manos a la Cuenca no se limitan al área protegida en el llano lacustre. En la cabecera de la cuenca, en las laderas al norte del Monte Tláloc y en la Sierra Patlachique, los habitantes organizados reforestan y revegetan el bosque con técnicas de terraceo para evitar la erosión de los suelos, procuran los manantiales, recuperan el uso de jagüeyes para uso y absorción del líquido, también construyen humedales para comenzar el saneamiento de las aguas antes de que desciendan al pie de monte. Buscan regular las descargas en los nueve ríos del oriente. En la región texcocana proliferan las iniciativas ecologistas fundadas en los conocimientos situados que los habitantes han heredado y adecuado de sus antepasados.

En Atenco se trabaja un plan hídrico discutido por los mismos campesinos que contempla el desazolve y saneamiento de los cuatro ríos que arriban al municipio y que llevaban más de tres décadas en el abandono. En sentido contrario, las autoridades del Estado de México en las últimas administraciones priístas tenían proyectado entubarlos mediante colectores marginales que los desviarían al drenaje profundo, protegiendo así la infraestructura aeroportuaria. Los primeros pasos del plan hídrico campesino se están logrando y al menos actualmente estos afluentes son los principales tributarios de la Ciénega de San Juan y la laguna Xalapango. En el mismo municipio existe un sistema de zanjas campesinas que en las últimas décadas, debido a la ruptura del tejido social provocada por el gobierno, se había abandonado. Esta especie de apantles, cuya función es evitar la erosión, mantener la humedad de los suelos y almacenar agua cercana a los cultivos, estaban siendo rellenados para facilitar los fraccionamientos o en algunos casos usados como basureros. Hoy existen ya algunos ejemplos de restauración de zanjas a lo largo de algunos cientos de metros que permiten observar también su importante función ecológica.

Es inevitable mencionar que la contaminación de las aguas de los ríos y las importantes descargas de aguas residuales que descienden directamente a las zonas inundables de Atenco deben ser atendidas con trabajos de saneamiento. Ante este asunto los pobladores, quienes tienen larga experiencia con la ineficiencia y los altos costos de mantenimien-

to de las plantas de tratamiento, han decidido implementar una serie de obras comunitarias para la gestión adaptativa del agua. Se trata de un sistema reticular de charcas contenidas por bordos con vertederos y rebosaderos que permiten un flujo pausado del líquido hacia las partes más bajas, favoreciendo así su filtración a través de las raíces de la vegetación acuática. En los últimos años, se han logrado acumular aproximadamente 15 millones de metros cúbicos de agua. Al ser suelos con vocación lacustre, estos trabajos están consiguiendo también la revegetación y la repoblación de algunas especies de fauna local. Para este invierno la dirección del Área Natural Protegida espera el arribo de 240 mil aves migratorias a la zona.

En este verano se observó por primera vez que el agua comenzó a ser suficiente para intentar inundar los terrenos del enorme predio conocido como El Caracol, lugar donde operaba la empresa Sosa Texcoco. La zona es una planicie de 800 hectáreas de extensión con una capacidad para 4 millones de metros cúbicos de agua, algo así como dos estadios Azteca repletos. Los animadores de la iniciativa Manos a la Cuenca insistieron en que El Caracol quedara dentro del polígono del área de protección a cargo de CONANP y están convencidos de que, con un buen sistema de interconexión hidráulica, esta zona sería un excelente vaso regulador capaz de disminuir los riesgos de inundación que padece la zona oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México. El Caracol y otras zonas del norte de Atenco se encuentran sometidas a la fuerte presión urbanizadora promovida por intereses económicos y organizaciones clientelares que, aun después de la cancelación del aeropuerto, no han abandonado su ambición sobre el municipio. El oriente de Atenco también sufre el embate de los fraccionadores que además del negocio inmobiliario han comenzado a establecer relación con redes informales de manejo de desechos tóxicos. El FPDT ha denunciado públicamente varias veces a lo largo de este año la introducción de tambos con sustancias tóxicas en terrenos al interior del ANP. Los vecinos refieren excavaciones en donde están siendo sepultados los recipientes. En algunos de estos tiraderos han ocurrido incendios.

En la serranía, el daño de la minería es inconmensurable, picos enteros de bosque y de zonas de infiltración se perdieron para siempre. Los cráteres color tezontle que se observan en toda la región son heridas abiertas que no han parado de sangrar. La cicatrización, que quizá tarde décadas, no iniciará si no se detiene la extracción minera que el aeropuerto aceleró. Los municipios situados en el llano del acuífero de Texcoco padecen la sobreexplotación del líquido. La falta

de regulación ha profundizado el problema. En las últimas décadas también se ha incrementado el mercado negro del agua a través de las pipas. Este negocio ha generado otra importante red de intereses a la que se enfrentan los habitantes de la región.

El oriente del Estado de México se caracteriza por la cercanía entre las zonas altas de la cuenca (con elevaciones de más de 5 mil metros) y extensas planicies con vocación lacustre. La historia de la urbanización sucedida a lo largo de los últimos 70 años en la región ha dejado pocas zonas que conserven su potencial ecológico. Actualmente podríamos hablar de unos 100 kilómetros cuadrados de humedales con posibilidad de conservación y/o restauración. Pero al mismo tiempo, existen en toda la región oriente del valle, desde la zona de Zumpango y Teotihuacán hasta Chalco y Tláhuac, decenas y decenas de iniciativas ecológicas que con esfuerzos comunitarios reforestan, siguen sembrando, cuidan sus ríos y sistemas lagunares e intervienen en la planeación de obras hidráulicas. Lo hacen bajo el entendido de que han recibido un legado de sus abuelos y quieren dejarlo a sus nietos. Alguna vez un sabio campesino de San Pablo Atlazalpan explicó a los jóvenes integrantes de los comités del agua que justo eso era lo que significaba la dignidad. En Atenco, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra es una forma concreta en que se ha destilado la historia de la región. La sabiduría acumulada que refieren sus miembros para su relación con el territorio se origina en los tiempos del antiguo señorío acolhua, atraviesa los años de saqueo de material pétreo y fuerza de trabajo durante el régimen virreinal, participa en la resistencia contra la invasión francesa, se implica en la lucha zapatista del Ejército Libertador, abreva de la exigencia campesina por la devolución de las tierras durante la Reforma Agraria y, finalmente, se conforma de la rebeldía juvenil de los años sesenta, de las luchas obreras y campesinas de los setenta y arriba al nuevo siglo con una experiencia longeva. Hoy, el reto que tienen los miembros de esta organización es una deuda compartida con tantas otras luchas activas en nuestro país: ¿cómo pasar el encargo de la defensa de su territorio a las nuevas generaciones? Por eso, las brigadas de cuidado de la salud protagonizadas por la frescura juvenil constituyen un lugar central en esta etapa de la lucha del Frente; por eso, se pelea por espacios educativos adecuados y dignos para ellas y ellos. Por eso, en cada recorrido para reconocer y valorar el territorio de Atenco, Ignacio del Valle no se cansa de repetir a los jóvenes: acomídete, ayuda, solidarízate con tu pueblo n

DE LA PÁGINA
Lago de Texcoco, Atenco. Foto: Ricardo Suárez Pareyón Aveleyra

EN 1968 NO ERAN SÓLO LOS ESTUDIANTES

La represión del movimiento estudiantil del 68 no fue solamente el empeño por contener la expresión mexicana de un levantamiento político-socialcultural más o menos pacífico con el fin de tener la cara lavada en las Olimpiadas que se inauguraron en México el 12 de octubre: sólo diez días después de una matanza que es una de las más grandes de la historia de la represión contemporánea en México, en un sólo día, contra poblaciones civiles (sin contar Gaza, cuyos parámetros son totalmente otros).

Esta represión fue el trabajo sucio de grupos que impulsaron la guerra contra todo el conjunto de movimientos populares en el momento y su provocación aprovechó el impulso y la presencia de ese movimiento estudiantil mundial para enmascarar su barrido represivo sobre escuelas, barriadas, fábricas, sindicatos y varias regiones campesinas e indígenas con sus movimientos de resistencia, varios de ellos guerrilleros. Emboscadas, vuelos de la muerte, quema de caseríos, proseguían en el campo mientras se “contenía” a los estudiantes en la ciudad.

Díaz Ordaz y Echeverría, coludidos con muchos personajes de los cuerpos represivos del momento, pretendieron arrasar con la enorme población crítica rural y urbana. Estudiantil pero campesina y obrera por igual. La llamada guerra sucia, de la que la represión en el 68 y en el 71 fueron puntos álgidos, pudo pasar desapercibida pero no fue menor. Los cargos de genocidio a Luis Echeverría, de los que fue hallado culpable, y después exonerado entre artilugios legales y vencimiento de cargos, apuntan a un despliegue de las acciones represivas de cuerpos policiacos, organismos de inteligencia y fuerzas armadas, más grupos porriles y paramilitares a todo lo largo del espectro de la crítica y la resistencia. Hay muchas evidencias de que se trató de un genocidio, porque el impulso era “afectar de modo significativo el funcionamiento de la vida normal del grupo al que se quiere desaparecer, hasta lograr con intención destruir la identidad de ese grupo”, como señala Daniel Feierstein, estudioso puntual de los procesos de genocidio.

S iguiendo la cronología, entre el bazucazo en prepa 1, el 29 de julio de 1968, pasando por las tomas de las prepas 2,3 y 5, de secundarias y vocacionales, el diseño de provocaciones para sacar al demonio y erradicar el movimiento, el boteo masivo, las asambleas, más la toma de Ciudad Universitaria, y toda la violencia contra el Casco de Santo Tomás y los barrios aledaños movilizados en una incipiente

insurrección popular, se configura el cuadro de la modalidad urbana de una guerra sucia que se extendió hasta 1974 y abarcó la matanza del Jueves de Corpus en 1971.

Las escuelas se convirtieron en las casas de mucha de la banda más comprometida que había asumido el control de los recintos.

En las prepas de la UNAM, desde que inició el movimiento, la gente sesionaba todo el día, podía haber clases pero entre el alumnado por aprender o con maestros comprometidos con el movimiento: lo crucial era seguir en el impulso. Todo mundo estaba consciente de que había que defender los espacios universitarios, porque si no los iban a secuestrar los porros y los paramilitares que actuaban en la represión abierta y encubierta. Cincuenta y siete años después la consigna sigue vigente. “Si ya estás consciente, únete al contingente”.

Esos focos autogestionarios no fueron sólo espacios de organización para la protesta sino espacios de formación y de gestión cotidiana, y sobre todo de articulación con los barrios. Los herederos de las luchas ferrocarrileras y sobrevivientes del aventadero de colonias del norte y norponiente de la ciudad contribuyeron a la organización estudiantil, y pusieron el cuerpo y armas como palos, varillas, cohetones, latas de aceite y gasolina, bombas improvisadas, contra las armas de alto poder.

Porque lo que debe quedar claro es que las llamadas “fuerzas del orden” no se tentaban el corazón para ir no sólo con gases lacrimógenos sino con pistolas y rifles y metralletas de alto poder.

Pocos días antes del 2 de octubre de 1968, hubo varios enfrentamientos alrededor de vocacionales, preparatorias, escuelas particulares y las mismas facultades.

Los medios ocultaron mucha de esta información y el signo de la época era minimizar.

El movimiento estudiantil mexicano, si bien resonaba con todo el movimiento mundial que configuró la resonancia del 68, tuvo particularidades muy mexicanas que casi nunca han pasado a formar parte del recuento de lo que ocurría más allá de la UNAM, Zacatenco y el Caso de Santo Tomás del IPN.

“Toda la zona de Tlatilco, Santa María de la Ribera, Santa Julia, Atzcapotzalco de donde surgieron grupos organizados de chamacos lumpen que tenían muchos agravios contra la policía”, como cuenta el compañero Fernando Hernández Zarate, para Nexos en 1988, “participaron en los Comités de Lucha con nosotros, trabajando, repartiendo volantes. No eran estudiantes pero se sumaban a las manifestaciones y cuando había represión ellos se fajaban con nosotros a la hora de los enfrentamientos. Entonces sucedió algo que fue publicado en los periódicos: hubo renuncias masivas de la policía preventiva y de los granaderos. Al paso de los años he podido platicar con distintas personas; algunos alumnos del

Politécnico eran hijos de policías, granaderos, o agentes. Con las renuncias vino un descontrol de los cuerpos policiacos; por eso entró el ejército”.

El movimiento estudiantil naturalmente devino en un movimiento barrial popular. Para el 23 de septiembre, 10 días antes del 2 de octubre, durante la llamada batalla del Casco de Santo Tomás, ya no se trataba sólo de estudiantes. Se iban sumando obreros ferrocarrileros, electricistas, petroleros. Comenzaban huelgas en varios hospitales y paros ferrocarrileros, como le dijo Raúl Álvarez Garín al ser entrevistado por David Bacon en 2002.

Es posible afirmar que los movimientos organizan a sus participantes y a veces son motor de autogestión que va creciendo sus expectativas y puede, si hay imaginación y creatividad colectiva, impulsar logros de liberación, identidad y reivindicación del ser colectivo.

Y los cuerpos represivos los saben. La represión justo está empeñada en interrumpir toda la organización y afectar al otro hasta acabar con cualquier organización o disidencia. Se trata de doblegar, conducir, conformar, someter, o de plano erradicar.

El paramilitarismo tiene muchas formas. El más común durante muchos años fue el porrismo, los golpeadores, que también se transfiguraron en cuerpos como los Halcones o el Batallón Olimpia.

Desde finales de agosto, 60 individuos enmascarados habían ametrallado Voca 7. El 2 de septiembre de ese año el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), la ultraderecha estudiantil armada hasta los dientes, avienta camiones de pasajeros contra las rejas de la prepa 8 (que quedan desfiguradas) y ametralla paredes, persigue estudiantes, maestros y padres de familia, dispara, golpea y hiere a quienes resisten con improvisadas molotov, piedras y palos ante las metralletas y lanzagranadas de los paramilitares. Igual ocurre en prepa 9 al norte de la ciudad.

A partir de ahí, todo septiembre fue de persecución y provocación de enfrentamientos, que incluyen la toma de la Ciudad Universitaria el 18 de septiembre, la ocupación militar de Zacatenco y el Casco de Santo Tomás el 27 de septiembre y enfrentamientos entre vecinos y granaderos en la zona de Tlatelolco (alguno de más de 7 horas) en lo que después será el escenario de la matanza del 2 de octubre.

Alos años, la memoria del 68 se vuelve huidiza aunque el 2 de octubre no se olvida. No obstante, la certeza de que lo que hagamos por salvar el presente, cada presente, nos permite amanecer sabedores de que así calentamos al sol, al igual que el sol nos calienta n

Lago de Texcoco, Atenco. Foto: Alberto Ramos

AGRESIÓN A LA COMUNIDAD ZAPATISTA DEL CARACOL DOLORES HIDALGO

PARTICULARES INVADEN TIERRAS RECUPERADAS EN LA COMUNIDAD DE BELÉN

No es casualidad que la primera de las 13 demandas con las que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas en 1994 fue la tierra, su derecho a trabajarla y habitarla en una región en la que los grandes latifundistas tenían en su poder ostentosas fincas en las que trabajaban como peones los propietarios originarios. La tierra fue también el origen de la revolución zapatista de 1910 que, como bien nombró el historiador Adolfo Gilly, fue interrumpida.

A finales de febrero de 1994, en la comunidad de Prado Payacal, un grupo de periodistas asistimos a una de las tantas asambleas post levantamiento que se estaban llevando a cabo en todas las regiones bajo control del EZLN. La atención a las familias de los caídos en la guerra y el reparto de las tierras recuperadas fueron los temas centrales. Se habían preparado 10 años para este momento.

Ganaderos y latifundistas, siempre apoyados por los gobiernos priístas en turno, pues eran literalmente los mismos, se manifestaron, entonces y ahora, con diversos actos de violencia en contra de las comunidades. Nunca aceptaron que aquellos a quienes habían arrebatado la tierra y habían humillado durante décadas hubieran recuperado lo que les pertenecía históricamente.

Un par de años después, el gobierno federal tomó la decisión de pagar esas tierras a los hacendados que se autodefinían como propietarios, y quedaron en posesión legítima y legal de los pueblos mayas zapatistas, quienes, en su reciente iniciativa, las pusieron a disposición del trabajo “en común”, para integrantes de su organización y para todos aquellos que quisieran trabajar, bajo la premisa anticapitalista de que la tierra no tiene dueño.

Pero nada conforma a quienes siempre se han pensado dueños de la tierra y de la vida. En abril, mayo, julio y agosto, reportan los zapatistas, un grupo de personas del municipio de Huixtán, encabezadas por Emilio Bolom Álvarez, Miguel Bolom Palé, Miguel Vázquez y David Seferino, irrumpieron en la comunidad de Belén, del caracol de Dolores Hidalgo, donde viven bases de apoyo encargados de trabajar la milpa en común entre zapatistas y no zapatistas, con el fin de reclamar la tierra como suya. Llegaron, además, resguardados por el ejército y la policía estatal. Les dijeron que la tierra se las entregó el gobierno, que contaban con los papeles legales y que ellos tendrían que salir “por las buenas o por las malas”. Destruyeron los letreros de identificación de las comunidades zapatistas y, sin más, comenzaron a medir la tierra.

Los zapatistas actuaron, como desde hace más de 31 años, con cautela, estrategia y dignidad, y acordaron retirarse para “planear la defensa”. Más tarde, en septiembre, llegaron 15 personas a posesionarse del predio, y más tarde dos camionetas del ejército federal, tres de la policía estatal de Ocosingo y cuatro de la Fiscalía General del estado. Ese día destruyeron y quemaron las casas de los zapatistas y robaron cosechas y pertenencias. La intención de diálogo de los zapatistas nuevamente fue inútil, pues se sintieron envalentonados con el respaldo de los gobiernos.

Lo que busca el gobierno, advirtieron las autoridades zapatistas, es “el choque, el enfrentamiento y la guerra”. Y, señalaron, “nos están obligando a defendernos”. Hay muchas “chispitas que pueden prender el fuego”, dijeron. Y el gobierno no sólo lo sabe, sino lo alimenta.

no están solos

HY desde la Europa insurrecta, la misma que sigue llenando las calles exigiendo el fin del genocidio contra el pueblo palestino, advierten que los ataques a las comunidades “no sólo representan una declaración de guerra contra las tierras zapatistas, sino contra la construcción de una vida en ‘común’ de la que también formamos parte, pues en ese territorio estamos apoyando la construcción del Quirófano Luz del Común ‘Compañer@s caíd@s del mundo’”.

Les preocupa, indican decenas de colectivos europeos, que “la violencia que se pueda desatar a través de estos aparentes conflictos territoriales no son otra cosa que desatar la guerra en territorio zapatista”, por lo que exigen “que se respeten la autonomía zapatista y las tierras que dignamente recuperaron en 1994”.

Al mismo tiempo, en diversos estados del territorio mexicano colectivos y organizaciones han iniciado una jornada de solidaridad con los pueblos zapatistas, con volanteos, foros, mítines, colocación de mantas y demás actividades que en estos momentos están coincidiendo con las actividades que exigen el fin del genocidio en Gaza, que el gobierno de México rompa relaciones con Israel y el regreso a sus países de los tripulantes de la flotilla humanitaria que fueron secues trados y encarcelados por el ejército israelí n

oy, como en diferentes momentos de estos 31 años, diversos sectores de la comunidad nacional e internacional exigen el cese del hostigamiento, el respeto a la autonomía y a las tierras que los zapatistas trabajan en común con los pueblos. La restitución inmediata de sus territorios es respaldada por integrantes de la comunidad artística, académica y cultural de México como Bertha Navarro, Luis de Tavira, Juan Villoro, Ofelia Medina, Joaquín Cosío, Francisco Barrios “El Mastuerzo”, León Chávez Teixeiro, Arturo Beristáin, Daniel Giménez Cacho, Amparo Sánchez, Luciana Kaplan, Natalia Beristain Egurrola, Pedro de Tavira Egurrola, Dolores Heredia, Ilse Salas, Valentina Leduc Navarro, Carolina Coppel y Argelia Guerrero, entre muchas personas más que en distintos momentos han visitado el territorio zapatista y constatado su trabajo colectivo y en común.

Acción de solidaridad con los zapatistas, octubre de 2025. Foto: CSPCL de París, Francia

CUATRO JUCHITECOS DE CUIDADO

Entre juchitecos te veas. En su 36 aniversario, el suplemento Ojarasca recupera los poemas de dos notables y queridos poetas binnizá, en lo que también es una invocación a dos grandes pintores zapotecos. Todos, originarios de Juchitán, Oaxaca. Macario Matus (1943-2009) le habla al pintor Jesús Urbieta (1959-1997) y Víctor de la Cruz (1948-2015) a Francisco Toledo (1940-2019). En memoria de cuatro creadores definitivos en su lengua, su ámbito local y su tiempo histórico, así como en la cultura nacional, ofrecemos un encantador diálogo más allá del tiempo.

ESQUEMA PARA UNA GLOSA POR URBIETA

Macario Matus

Apiádate de mí, Señor, con tantos muertos en este día.

Cuánta interminable borrachera, hermano Jesús.

Tu muerte solitaria estuve chupando, padre Jesús.

Somos los hijos del alcohol milenario y bíblico,

Señor. Perdónanos.

Te matamos los amigos, los hermanos y compañeros que queríamos verte feliz.

Las flores azules y mujeres sensitivas gimen a viva voz en tu noche.

El homenaje del maíz en flor ahora es para ti, joven amigo, padre, hijo.

Y las llamadas de larga distancia de Dios, Jesús, buscan tus ojos abiertos.

Cuánta envidia por tu estremecida muerte temprana en los siglos enteros.

Ah, la magia de la postura en crucifixión de Jesús en el siglo XXI.

Llegó la primavera y te fuiste hacia el verdor eterno de los zapotecas.

La sangre derramada en las escaleras llegará al milenio venidero.

Has de saber que llovió toda la noche de tu muerte como para abonar la tierra con tu cuerpo en espigas.

Eaa, eaa compañero, los amores y los vicios son de tiempo completo. Eaa.

Dale un abrazo compartido a Willem de Kooning, tu compañero de viaje.

Sigue soñando con los ojos abiertos, hermano de la locura y alcohol.

Ya sabes, los genios se van muy temprano en el tren de carga pesada.

Salúdame a esa dama de negro que siempre estuvo a tu lado.

Nuestras vidas sólo son un proyecto seguro a la muerte.

Has cumplido con tu tiempo como varón y artista. ¡Salud, hermano!

Llevas a Juchitán sobre tus espaldas frágiles de amor ganado.

El rio de las Nutrias con sus meandros nos cobijará, hermano.

¡Láadxi náa rigóola ngóola cáa guiáanu, Badée!*

(*¡Reposa en las manos del Dios creador, Padre!)

Macario Matus (1943-2009, Juchitán, Oaxaca), vivaz poeta en lengua diidxazá y periodista, tradujo poesía occidental a su lengua y colaboró frecuentemente en Iguana Rajada / Guchachi’ Reza. Publicó también Binni záa / Los zapotecas. Fue popular su columna Erotomanías en el suplemento Sábado de unomásuno. El poema para Urbieta aparece en Una mirada a la esperanza, compilación póstuma de sus escritos sobre arte a cargo de Noé Yamahata (Centro de Documentación Historia Regional, Tecámac, Estado de México, 2022).

Jesús Urbieta, acuarela sin título

PINTA UN CUADRO SEÑOR TOLEDO

Víctor de la Cruz

Hermano Francisco Toledo deja que el pincel corra sobre el pliego y cuenta la verdadera historia de nuestros antepasados zapotecas.

Dinos de dónde vinieron los abuelos que nos heredaron las tierras, los mares, sus sales y nuestra lengua, para contarlo algún día a mis parientes.

Si hablas del pasado, al óleo mezclado con tierra blanca de Laoyaga, veremos la fruta puesta en la mesa por doña Magdalena, hija de Cosijopí.

Como el Chapulín se volvió tamazul saltando por los bosque de Veracruz y, al pasar por Chiapas, un lagarto te cargó en su lomo verde vegetal.

Pinta un cuadro, seño Toledo, te dijo aquella señora frente al mar, al ver que el océano abría sus alas ante las playas llamadas del Marqués.

Me acordé entonces de Che Gorio Melendre que peleó por las playas llenas de sal y pensé, mirando aquel paisaje, ¿y por qué no lo habría de pintar?

Si dibuja o pinta, hará un códice y podré mirarlo junto al de Guevea, porque él conoce toda la historia guardada en los cerros de Monte Albán.

Pinta un cuadro, hermano Toledo, y cuéntanos la negra historia de los que explotan nuestras tierras y quieren que nuestra lengua muera.

Víctor de la cruz (1946-2015, Juchitán, Oaxaca), determinante poeta en diidxazá y precursor del florecimiento de la literatura en lenguas originarias, fue autor de varios libros de poesía y de la ya clásica compilación de poesía zapoteca La flor de la palabra / Gui’st’ diidxazá. Con su amigo Francisco Toledo editó la revista Iguana rajada / Guchachi’ Reza. Este poema fue publicado por Carlos Monsiváis en La cultura en México, suplemento de Siempre!, 2 de abril de 1986, número 1259.

Gato Monsiváis (detalle). Foto tomada del libro Toledo Monsiváis, 2015, Ediciones Era

ASESINADA EN CHILE, LA DEFENSORA MAPUCHE JULIA CHUÑIL

CLAUDIA KOROL

“si algo Me pasa, ya saben quién fue”

La lideresa Mapuche Julia Chuñil Catricura, defensora de los territorios y presidenta de la Comunidad Indígena Putreguel en el Estado de Chile, fue quemada, reveló una llamada telefónica del principal sospechoso, el empresario forestal Juan Carlos Morstadt Anwandter, al padre de Julia.

Hacía casi once meses que Julia Chuñil y su perro Cholito habían desaparecido en el territorio ancestral de Los Laureles, comuna de Máfil, Región de los Ríos, Chile. El 30 de septiembre, en conferencia de prensa, sus familiares, compañeras y compañeros, sus lagmien (hermanos), junto a las abogadas Male Santana y Karina Riquelme, denunciaron que cuando se les permitió acceder al expediente judicial —después de largas e intensas gestiones— se encontraron con la transcripción de una llamada en la que el empresario Juan Carlos Morstadt Anwandter decía a su padre que Julia

había sido quemada. La información consternó a las comunidades originarias y a los movimientos populares más allá de las fronteras.

Julia Chuñil, de 72 años, había liderado la recuperación de tierras ancestrales mapuche. La comunidad fue reconocida en 2014 por la Conadi (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena). En la concentración realizada el mismo 30/9, uno de los cinco hijos de Julia, Pablo San Martín, informaba con estupor y dolor: “Hoy en la mañana nos acabamos de enterar de una noticia terrible. A ninguna persona le gustaría saber que a su mamá se la quemaron. Es terrible para nosotros, muy terrible saber esa información, que mi madre fue quemada. Por eso es que no la encontrábamos, y a lo mejor no la vamos a encontrar, pero aquí la policía tenía la información. Nosotros estamos dando la lucha por encontrar a nuestra madre. Nosotros no queremos que le hagan un montaje. Es terrible saber que a mi madre a lo mejor no la vamos a encontrar. Pero tenemos que encontrar a los culpables. Mi madre era una mujer luchadora, cuidadora del medio ambiente, dirigente de una comunidad en lucha”.

La Fiscalía, a cargo ahora del fiscal Jaime Calfil —que el equipo jurídico de la familia Chuñil solicitó que no fuera designado en el caso por su sesgo ideológico—, y la llamada “Justicia” ocultaron todo lo que pudieron la información sobre el llamado del empresario, y trataron de desviar la atención para

declarar como culpables a la familia de Julia, amenazando incluso a su hija y a otros integrantes. La Fiscalía no ha querido procesar al empresario imputado y señaló como improcedente la publicación del informe, amenazando con tomar medidas al respecto. Por eso en otro tramo del discurso decía Pablo San Martín: “Nosotros como familia hemos sido muchas veces castigados. A mi hermana le trataron de hacer un montaje diciendo que ella fue la culpable. Nosotros no colocamos ningún obstáculo a carabineros para que nos revisen nuestras casas. Hoy día en la mañana, por un informe que tenía Karina Riquelme, mi abogada, sabemos que a mi madre a lo mejor la mataron antes, y después la quemaron. Ahora, para el 8 de noviembre, queremos hacer una marcha nacional, y necesitamos el apoyo de todos ustedes”.

“un día subió al cerro y nunca Más bajó”

Lissette Sánchez, nieta de Julia Chuñil, en el Encuentro de Defensoras Territoriales Abya Yala / Sur, realizado en agosto en Chiloé, contaba quién era Julia: “Ella tenía en protección una 900 hectáreas de un bosque muy hermoso con una hermosa flora y fauna, que además eran tierras ancestrales. Estuvo durante más de cinco años en esta protección. Lamentablemente esta tierra llegó a manos de un em -

Reclamo de justicia para Julia frente al tribunal chileno. Foto: Gentileza

presario, de qué manera, no sabemos. Mi abuela tiene cinco hijas e hijos, diez nietos y nietas. Ella nos crió a nosotros respetando a la naturaleza, a los animales. Mi abuela era una mujer muy humilde, era feliz con su humildad. Vivía en la recuperación, construyó una casa. Vivía sin luz, usaba agua de vertiente de las montañas. A veces solía hacer un frío enorme. Ella tenía muchos animales, caballos, perritos. Muchas veces peleaba con los vecinos porque defendía a sus perros hasta lo último. A veces los perros se portaban mal, pero ella siempre defendiendo a sus perritos. Era tan fuerte la conexión con sus animales que hablaba con los animalitos y nosotros pensábamos que estaba loca. Pero los animales le entendían”.

“El día 8 de noviembre subió al cerro, un cerro alto. Todos los días subía a ese cerro y lo bajaba. Ese día subió a buscar a unos vacunos que se habían perdido arriba, pero nunca más bajó”, relata Lissette. “Bajaron dos perros, pero el perrito más cachorro desapareció junto con ella. Nosotros al tiro dimos el aviso a bomberos y se activó la búsqueda. Hasta 200 personas llegaron, vecinos preocupados, y estuvimos durante un mes buscándola. Informamos a la Policía de Investigación que mi abuela estaba recibiendo amenazas y hostigamiento de un empresario forestal. Le ofrecía mucho dinero, millones. Ella siempre señalaba que no, ella no quería plata. Su misión era proteger este bosque, que era algo muy importante. Ella nunca se vendió, pero sí nos avisó a nosotros. Nos dijo: ‘Si algo me pasa, ya saben quién fue’. El empresario la llamaba, la hostigaba, la intentó atropellar, le pagó a vecinos para que le quemaran la casa, muchas cosas más, siempre fue así. Toda la familia estaba alerta, pero nunca pensamos que iba a pasar esto”.

También Lissette da cuenta del accionar cómplice y mafioso del Estado chileno: “Lamentablemente la fiscalía, la policía, en vez de buscar a los principales sospechosos, no ha-

llaron nada mejor que culpar a mi propia familia. Empezaron a hacer allanamientos continuos a los hogares de mi tía Jeanette, que es una de las hijas. Mi tía Jeanette tiene dos hijitos, un niñito de tres años y una de diez años. Estos carabineros llegaron con armas, metralletas, explotando candados, como si fuéramos terroristas. Le dijeron a mi tía: ‘Ve con quién va a quedar tu hijo, porque tú te vas a ir detenida’. La encerraron en un furgón y la obligaron junto a la fiscal: ‘Confiésate, aprovecha que aquí hay una mujer’. Y la fiscal solamente se quedó callada.”

Entre otros hechos mafiosos, se encuentra también el ataque a los animales queridos de Julia, después de su des-

EL PODER JUDICIAL

ES UN INSTRUMENTO

FUNDAMENTAL DEL

ACCIONAR COLONIAL, UTILIZANDO

PLENAMENTE LAS

LEGISLACIONES

ANTITERRORISTAS

PARA ESTIGMATIZAR Y REPRIMIR AL PUEBLO

MAPUCHE Y OTROS

PUEBLOS ORIGINARIOS

aparición: “Mi abuela tenía muchos animalitos, y en abril todos esos animales fueron asesinados cobardemente. A un caballo que ella tanto amaba, lo envenenaron, y un berraco, un cerdo macho, lo balearon por detrás. El caballo fue encontrado en la entrada de la recuperación, y le dolió mucho. El berraco estaba para la reproducción de los animales y así la familia poder mantenerse, y fue asesinado. Tiene signos de ser apuñalado y baleado. El caballo también tiene registro de que le habían lanzado agua caliente en la cabeza. Nosotros sentimos que eso fue como un aviso para que nosotros no siguiéramos buscándolos, para que nos quedáramos callados”.

el gobierno chileno no da respuesta sobre la desaparición de julia

Apesar de la interpelación realizada por la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) al gobierno de Gabriel Boric, éste no dio respuesta habilitando nuevos recursos urgentes para la búsqueda de Julia. El Estado chileno, en sus distintos poderes, actúa de modo colonial, ejerciendo el mando y el control sobre cuerpxs y territorios, para facilitar la propiedad privada y la inversión a empresarios nacionales y extranjeros, marginando y desplazando de sus territorios ancestrales a los pueblos originarios, a los movimientos campesinos y populares, apoyados en una cultura racista que extiende su influencia también en la sociedad. El Poder Judicial es un instrumento fundamental del accionar colonial, utilizando plenamente las legislaciones antiterroristas para estigmatizar y reprimir al pueblo mapuche y otros pueblos originarios.

¿Quién es Morstadt? El empresario forestal Juan Carlos Morstadt Anwandter, que está en calidad de imputado en la causa, es descendiente de uno de los más conocidos colonos alemanes del siglo XIX, Carlos Anwandter. Es dueño del predio “La Fritz”, donde fue vista por última vez Julia Chuñil. La colonización alemana en Chile data de 1845. Morstadt fue beneficiado en el proceso de adquisición de tierras por la dictadura de Pinochet. En el gobierno de Salvador Allende, esas tierras fueron parte de la Reforma Agraria, pero Pinochet las privatizó. Según relata en una nota de investigación Lucía Sepúlveda, el empresario agroforestal, fuertemente vinculado a redes de poder político y económico en la Región de los Ríos, es además deudor del Estado, pues no canceló los más de mil millones de pesos que debe a Conadi, que le devolvió la propiedad de las 900 hectáreas en disputa.

El crimen de defensoras de territorios y bienes de la naturaleza es parte del accionar colonial de los Estados de Abya Yala. En 2016, año del crimen de Berta Cáceres, en la misma región de Los Ríos, en Chile, fue asesinada Macarena Valdés, activista mapuche que vivía en la comunidad Newen Tranquil, amenazada por la instalación de una hidroeléctrica, a la que ella se opuso con decisión junto a su compañero Rubén Collío.

Señala Sepúlveda que en esta causa el fiscal Calfil intervino con complicidad hacia la empresa RP Global, sospechosa del asesinato de Macarena.

Cada uno de estos crímenes sacuden la conciencia y los sentimientos de quienes han hecho de la defensa de la vida un acto cotidiano. La destrucción de los territorios, de las comunidades, el crimen de sus defensoras, el saqueo, forman parte de la crueldad con la que el poder capitalista, patriarcal, racista, colonial, impone sus lógicas para hacerse de la propiedad del mundo, desde Wallmapu hasta Palestina y Kurdistan. Es una lógica de guerra y de muerte que no duda en asesinar, en mentir, en destruir.

Por eso la respuesta hoy es y tiene que ser más todavía de carácter mundial, internacionalista. Es por todas, por todos, y por cada una, cada uno. Los genocidios, los feminicidios territoriales, la destrucción de la vida, requieren de una respuesta urgente, en todos los campos de la política, la economía, la cultura. Volvemos a decir junto a Berta Cáceres: ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo.

Justicia para Julia Chuñil. El bosque ancestral necesita florecer n

Julia en el cerro ancestral

MÁS RETROCESOS EN PERÚ

GOBERNAR Y LEGISLAR CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Por tercera ocasión consecutiva, 2025 constituye otro año de retrocesos en cuanto a políticas públicas de pueblos indígenas y originarios, comunidades campesinas, nativas, pequeña agricultura y medio ambiente; es más, la preocupación para este último año de gobierno es de contención para que no haya más regresiones.

El gobierno de Boluarte se ha caracterizado por renunciar al equilibrio de poderes y facilitar un diseño institucional de facto donde el Congreso de la República dirige las políticas de gobierno. En la práctica esto significa que el Ejecutivo se allana a la imposición normativa del Congreso, con leyes no sólo a favor de intereses corporativos y particulares sino incluso con leyes inconstitucionales, ilegales e ilegítimas. Veamos ejemplos. Durante este último año se aprobó la Ley 32293, que modifica el artículo 2 de la Ley de Deslinde y Titulación de Tierras de las Comunidades Campesinas. Esto significa abrir las puertas para que todo aquel posesionario en tierras comunales hasta antes de diciembre del 2015 reclame dichas tierras como su propiedad.

En diciembre del 2024 se aprobó la Ley 32301 que modifica la Ley 27692, Ley de APCI, que regula la fiscalización en la cooperación internacional y que ahora se utiliza para debilitar el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONG), planteando, por ejemplo, restricciones al derecho de defensa que realizan en favor de pueblos indígenas, norma que busca perseguir organizaciones que no se alinean a lo que el gobierno define como cooperación internacional.

Unos meses después, en febrero pasado, se aprobó la Ley 32213, que amplía el plazo de seis meses para el acceso al Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo), proceso que viene obstaculizando la persecución de delitos ambientales relacionadas a la minería ilegal. No olvidemos que la minería ilegal está presente en 21 departamentos de los 24

y que gran parte de la minería ilegal se realiza en territorios de comunidades campesinas y nativas, puesto que son propietarias del 33% del territorio nacional. Un reciente estudio identifica 712 comunidades nativas afectadas por minería ilegal; a esto hay que agregarle el avance del narcotráfico en territorios indígenas de la Amazonia: se han identificado 274 con plantaciones ilícitas, con 25 comunidades nativas en situación de emergencia debido a la invasión, deforestación y cultivos ilícitos en su territorio.

Un punto en común de estos proyectos es que el Ejecutivo no ejerció control constitucional a dichas normas. Es más, las impulsó. Es el caso de proyectos de ley actuales que llegan de congresistas impulsados por intereses opacos, terminan en una comisión, donde se realizan acuerdos que no son transparentes y se aprueba entre gallos y media noche. Así sucedió con la reciente aprobación de la Ley 32419, Ley de Amnistía para miembros de las Fuerzas Armadas, Policía y Comités de Autodefensa, acusados o investigados por delitos de lesa humanidad, cometidos durante el conflicto armado interno entre 1980-2000; tal acto constituye un claro retroceso a la justicia, especialmente para los pueblos indígenas, puesto que el 75% de víctimas, 70 mil aproximadamente, tenían como lengua materna el quechua u otra lengua nativa (CVR, 2003).

De igual manera el proyecto de ley denominado Ley Chlimper 2.0, aprobado en segunda votación por el Congreso, que descaradamente se anuncia para favorecer la pequeña agricultura campesina, familiar e indígena, en la práctica su articulado busca beneficiar a la agroindustria y ponerla como modelo a seguir, además de abrir las transacciones privadas del agua, siendo el trasfondo de la norma el beneficio tributario para la agroindustria.

Está también el proyecto de ley del congresista Flores Ancachi que busca explotar hidrocarburos en Áreas Naturales Protegidas y romper el candado de una política de Estado que había tenido importantes avances para proteger el patrimonio natural. En esa misma lógica está el proyecto

del congresista Amuruz para perforar las Áreas de Conservación Regional (ACR), imponiendo intereses personales de posesionarios en ACR que no miden consecuencias nacionales.

Estos embates al ordenamiento jurídico impactan en la estructura institucional y sectores como el Ministerio de Cultura, ente rector para dichas políticas indígenas, debilitan su autoridad. Funcionarios especialistas en la materia son removidos, renuncian o pierden interés y los procesos de reconocimiento de derechos se truncan o quedan en abandono. Esto se ve con más claridad en la relación de sectores del ejecutivo con los gobiernos regionales.

Son tres años documentados de ir debilitando el enfoque intercultural. Además existe un espiral de violencia sin precedentes en la Amazonia peruana que ha llevado al asesinato de 28 líderes indígenas de 2020 a septiembre de 2025. En la región andina sigue presente la impunidad ante los hechos violentos que costó la vida de 50 ciudadanos, 80% indígenas, ante la desproporcional reacción del Estado en las protestas al asumir el gobierno Dina Boluarte.

El enfoque intercultural estaba presente en casi toda la estructura institucional y tenía avances graduales, gracias a la lucha de los pueblos indígenas. Hoy desgraciadamente se desvanecen con las acciones del gobierno nacional y el Congreso, constituyendo un serio retroceso en el respeto y la implementación de los derechos de pueblos indígenas originarios de Perú. Por delante sólo queda resistir estratégicamente a estos embates. Las organizaciones indígenas representativas de los 55 pueblos, organizados en más de siete mil 282 comunidades campesinas y tres mil tres comunidades nativas, tienen que persistir en el camino avanzado para seguir interculturalizando la democracia con base en derecho a la autodeterminación de sus propuestas políticas y la autoprotección de sus territorios y vidas n

luis a . hallazi M éndez, abogado y politólogo peruano, es investigador en derechos humanos y docente universitario.

Una manifestante se enfrenta a la policía antimotines durante una protesta contra la presidenta Dina Boluarte en Lima, el 26 de julio de 2025. Foto: Connie France / AFP/ archivo La Jornada

EL CORAZÓN EN COTACACHI

ECUADOR, LUEGO DE LA NOCHE INFERNAL EN QUE 8 MIL EFECTIVOS MILITARES INVADIERON HOGARES, CASAS Y COMUNAS EN IMBABURA, TRATÁNDOLOS

COMO SI FUERAN EL CÁRTEL DE SINALOA

29 de septiembre de 2025

El paro nacional inició con el anuncio de la subida del costo de la vida que implica el decreto ejecutivo 126 de retirar el subsidio al diésel. Con ello suben (y duplicarán hasta enero) los costos no sólo de transporte público, sino también de alimentos. La vida ya es más cara a sólo tres semanas del decreto.

Noboa no respeta el Estado de Derecho; no respeta ni el Derecho Internacional como lo demostró con la invasión de la embajada de México. Como clase alta de Guayaquil —la Miami del Ecuador—, vive en una burbuja, acostumbrado a hacer su voluntad, desde la hacienda bananera. No sólo acosa con 47 juicios a la madre de su hija para imposibilitarle verla, sino que también persigue a la Corte Constitucional para que obedezca. La Corte ha intentado cumplir su función: decir si la ametralladora de decretos ejecutivos con los que gobierna y el accionar de la asamblea con mayoría noboísta están acorde a la Constitución del 2008. Noboa cerca a la Corte con amenaza de bomba. Utilizando maniqueamente el discurso de “guerra interna” que instauró en enero del 2023, manipula los poderes del Estado para llamar a una nueva consulta popular que mida su popularidad. En los hechos tenemos un gobierno en las redes sociales que se toma fotos, posa controlando la “corrupción”, entrega insumos en hospitales o “tractores” y otro gobierno en la realidad. La salud y la educación están devastadas, 60 mil niños/as fuera del sistema educativo, y este año será el más violento de nuestra historia. Su “Plan Fénix” contra el terrorismo no ha funcionado, excepto si ejecutarlo implicaba perseguir a campesinos, mujeres, niños, profesores y aterrorizar al campo. El Estado se cae a pedazos no sólo por una falta de financiación producto de la firma del convenio con el FMI, sino por el quemimportismo de sus funcionarios (élite “educada” en la costa) que están tan desconectados de la realidad de la gente de a pie que formulan soluciones para el TikTok. Como escribe Sayri Arotingo de Cotacachi:

En mayo de 2024, el gobierno entregó al FMI la carta de intención. En diciembre, este organismo felicitó los “avances sustanciales” en su agenda: aumento del IVA del 12% al 15%, reducción de subsidios a las gasolinas, planes de recorte en sueldos del sector público (despido de 5 mil funcionarios públicos), reforma al Banco de la Seguridad Social para usar los fondos de los afiliados. Su meta: eliminar subsidios al diésel, aumentar reservas y una nueva Constitución que facilite más reformas neoliberales.

Sólo en salud tenemos tasas bajas de vacunación durante más de dos años que desembocaron en brotes de tosferina; mientras en la Amazonía hubo una epidemia de leptospirosis en Taisha, rebrotes de malaria, dengue y otras. Su plan estrella para acabar con la desnutrición infantil no ha resultado: no hay desnutrición que pare con el incremento de la pobreza de niños y familias ecuatorianas. La campaña de comunicación y lavado de imagen de las instituciones estatales es notoria: controlan las redes y obligan a sus funcionarios a postear los “logros” nimios en sus redes personales. Noboa sobresale en vender y promocionar un país que no existe, a base del miedo y el odio al contrario.

El paro nacional inició el 22 de septiembre y el Movimiento Indígena Campesino de Cotopaxi (MICC) llamó a la ciudadanía a abastecerse. Noboa trasladó su sede a Cotopaxi y la sede de la Vicepresidencia a Imbabura, para retirar el foco

Un

de Quito. Colocó ambas sedes al norte y al sur de la capital. Cotopaxi inmediatamente se militariza, pero además toman el medio comunitario del MICC; este hecho se ha denunciado internacionalmente. Durante las mismas semanas persigue con fiscalía por “enriquecimiento ilícito” congelando cuentas personales bancarias, como si fuesen narcotraficantes, a defensores ambientales, de derechos y a dirigentes del movimiento indígena en general. Cincuenta y seis o más casos de persecución legal y económica de un solo plumazo y en variadas provincias: Azuay, Imbabura, Cotopaxi y la Amazonía. Para el 23 de septiembre en Otavalo (Imbabura) se rechaza la presencia de la Vicepresidenta y se inician manifestaciones y bloqueos de la carretera en Otavalo, Cotacachi y varios puntos más en la E35 (Ilumán, Cajas, Huaycopungo, entre otros). En la Constitución consta el derecho a la resistencia, pero además esto es una defensa contra el empobrecimiento extremo del campo y la ciudad. La Conaie convoca a todas sus filiales a sumarse al PARO. En el caso de Imbabura, las bases de las comunas y la UNORCAC han sido las organizaciones que están organizando la esperanza. Lograron sacar a Noboa en una visita que hizo a Otavalo en helicóptero —pese a que ofrecía bonos de mil dólares. Llegó como si fuese a ir a Haití, rodeado de militares, tanques y con show de despliegue de fuerza; se fue entre abucheos.

Como el ego de los millonarios es frágil, Cotacachi y Otavalo están recibiendo todo el castigo que permite el monopolio de la fuerza del Estado. Para el día viernes, 26 militares trasladaban a 12 presos en las revueltas en las carreteras de Otavalo (algunos estaban sólo cruzando por el sitio) a cárceles en Esmeraldas y Portoviejo. Esto es amedrentamiento pues en la cárcel de Esmeraldas el día 25 de septiembre se registraron por lo menos 20 muertos con cercenamiento de cabezas y cuerpos. ¿Es la resistencia un crimen que merece la pena de muerte?

La militarización de Esmeraldas y los estados de excepción no han traído paz, han traído más guerra. Para el día sábado 27 invadieron viviendas, rompieron vidrios, intimidaron a niños, ancianos y asesinaron a Efraín Fuérez. En un asesinato grabado en video (https://www.facebook.com/ share/v/1Jm7bhFZrt/ ) se confirma el terrorismo de Estado. “Terrorismo es militares armados y entrenados bajando de un tanque para patear el cadáver del campesino al que asesinaron. Terrorismo es huir de la escena, sin siquiera mirar si seguía con vida. Terrorismo es militares moliendo a patadas a la persona que ayudaba al herido de bala. Terrorismo es que

con tus impuestos se pague salario a militares que patean indígenas. Cuando la derecha te hable de terroristas, ya sabes qué quiere decir y a quiénes se refiere” (EAR Paro Nacional, 28 de septiembre 2025).

Antes luchábamos en lo material. Hoy la pelea también está en el espacio digital: cierran cuentas de TikTok, FB, Instagram, infiltran grupos de WhatsApp con policías y se instalan en nuestras computadoras, en nuestros WhatsApp; inhiben la señal de WiFi de las comunas a las que atacan para evitar reportes. Parecería que la Mossad está actuando en Ecuador con el ministro de Defensa y la ministra de gobierno con vínculos cercanos al sionismo.

El amedrentamiento incluye negar la atención en salud en servicios públicos a los heridos indígenas por el paro u obligar a la firma de altas voluntarias; interrogan a heridos y familiares en los servicios de salud. Hay temor.

El comandante que estuvo frente a la represión de Lasso en 2022 renunció ayer porque eran ya demasiadas las violaciones de derechos humanos; se han registrado videos de militares enfrentándose entre sí el día de ayer; no todos estaban dispuestos a tirar a matar a sus propios padres, tíos o hermanos.

El financiamiento de esta resistencia, tal como en 2019 y 2022, es del pueblo. Se cae el discurso de que la revolución ciudadana financia estas movilizaciones porque sus cuadros no han salido a las calles; de hecho, Correa está enfocado en la potencial Asamblea Constituyente.

Escribir esto en medio del dolor y de una semana entera sin dormir por el Terrorismo de Estado es difícil; no más difícil que lo que hacen mis compañeras parteras en Cotacachi. Quienes reciben la vida ahora están abocadas a acompañar en la muerte: comuneras parteras que vieron a tres metros los balazos que recibió Efraín Fuérez y dirigentas valientas que acompañaron ayer su cuerpo a la capital de provincia para que no se distorsionen los hechos en el levantamiento del cadáver.

En Ecuador no podemos darnos el lujo de tener miedo. La batalla es por la esperanza y porque el mundo vea que, después de quinientos años, ellos y ellas siguen peleando por sus vidas, por sus derechos y por los nuestros.

“Nunca de rodillas”: Blanquita Chancosa, dirigente histórica de la Conaie n

¡RIKCHARI ECUADOR!

https://www.youtube.com/watch?v=JdbZNeQ-Apo&t=4s

manifestante sostiene una pancarta que muestra al presidente Daniel Noboa. Septiembre 30, 2025. Foto: Rodrigo Buendía / AFP/ archivo La Jornada

POTHE / MANANTIAL

(Dos fragmentos)

Las hojas verdes se desbaratan intentando llegar a Pothe

Pothe Manantial un poblado que existió hace siglos perdió su camino en el tiempo simplemente se hundió en el crepúsculo

LA LECHUZA TROPEZÓ CON UN MURO DE VIENTO

Una noche a tientas la lechuza tropezó con un muro del viento

Mientras intentaba atravesar el agua cerró los ojos tan fuerte como pudo para seguir dormida un pájaro le decía: ¡vete! ¡vete ya! el pecho del pájaro la pintó de rojo amapola rojo corazón de opio relucía bajo la luz negra de sus ojos

La noche salió corriendo detrás de ella

Un silencioso ulular que sabía a fierro saturó sus poderosos oídos

La noche escucha se guarda todos los sonidos

Allí estaba la sombra de la lechuza adherida atrás de esa transparencia el aire arrancó los espejos de la noche maraña de espejos la noche se fragmentó

Estaba asustada

Cayó el impoluto tapiz donde la luz tropezó retrocedió y se calcinó el pulcro pantano de la noche pulverizó la luz en el instante mismo que ésta lo tocó

Ese día la noche supo que no lo entendía todo se estremeció acurrucada en los nidos vacíos segundos antes de que el zorzal cantara

Ya no despertó

CREENCIAS

Se puede beber el sonido del violín que atraviesa el cristal sabe a piñón a xoconostle se trastumba de algún lado la neblina

Un haz líquido burbujitas de humo rellenas de agua en cuyos extremos se acurrucan arcoíris

Se revientan los arcoíris se derraman son colores que guarda para sí la noche

¿Quién ha desatado el hilo que ataba a la noche a la espalda del sol?

¿Quién ha quebrado el aire detenido que ponía tiempo entre los vivos y los muertos?

Los manojos de neblina siguen entrando del otro lado mientras que aquí las difusas las sosegadas sombras esperan poder trastumbar hacia allá se enfilan con algarabía hacen señas de adiós a nadie

Son ellas las únicas las que habitaron las que hoy habitan los matorrales de la noche

Foto: Elí García-Padilla

Ya k´angaxi ri ne da xot´i ngetho da ne da tsoho Pothe Ge n´a ra t´uka hnini ge bi bui ma m´et´o n´a hnini bi b´edi ra ñ´u ha ya nthebe jeya njabutho sehe bi yut´i ha ra kuhyadi

RA ZI ÄXKAY ́O BI FETSE HA RA JÄDO GE RA NDÄHI

N´a xui ko ya saha ra zi äxkay´o bi fetse ha ra jädo ge ra ndähi

Denda mi ne ri r´ani ra dehe bi kot´i ya da

xi ts´edi bi ne ri ähä man´aki n´a tutubixi bi xipi: ¡ri ma!¡ri mabu!

ra zi tiñä ra ts´ints´u bi punts´i theni doní n´a ndäte theni doní mi yot´i ngati ra ñot´i yot´i mb´oi nu ya zi da

Zi xui bi boni bi tihi bi ma ha mote ra nthuhu ra äxkay´o ge ri tsapi ra boja mi ñutsi ya dänga gu

Ra xui gatho ode ri pets´i ya ntode

Njani mi y´o ra xudi äxkay´o ha mote ra me ndähi ge bi k´ugi ya hñe handa ra hmi ra hñe ra mbo ra bo ha ya hñe otho ya hñe bi u´aki ra xui

Mi ntsu

Nu´a ra jädo habu ra ñot´i mi fetse mi pengi epu mi tsät´i ra t´axa b´ai pothe ge mi kuni ra ñot´i Nu´a ra pa ra xui bi pädi ge hinge pädi gatho xi mi ndutse ri muxki ha ya sehe b´afi r´a ya xeni xeni pa m´et´o ge ma da thupibi ra hyatsats´ints´u

Hinbi nuhu man´aki

YA NJAMFRI

Ri tsa gi b´et´i ya ntode ra zi b´ida ge ri rats´i ha mbo ra xito ri tsa ge ra ntudi ge ra ixkähä ri nantsi ha ra b´ongui

Ge n´a mit´i ra dehe ya t´uka b´ixt´i xabo b´ifi ri ñutsi ra dehe habu ha ya ñäni ri muxki ra begri

Ri foke ra begri ri pigi ha nuna hmi ra hai ya kuhu ge pets´i sehe ra xui

¿To´o ri xot´i ra ndähi mi thät´i ra xui ha ra xutha ra hyadi?

¿To´o mi u´aki ra ndähi ge mi b´ai ge mi rakagihe ra nge´a ha ra du?

Habu ha ya tagi xeni n´a Ya mit´i b´öngui xi kut´i ha nuni mote denda ge nuua ya hingehneki ya tsabi xudi k´ei ri tohmi ri ne ntotsi ha nuni xi johya ne ri ma ri xipi de ga mä ha hinjo´o

Ge nuyu sehe

nuyu ge mi bui nuu ge nubye b´upu ha ya mbonthi ra xui

Margarita león, poeta y traductora otomí (hñähñu) originaria de Santiago de Anaya, Hidalgo. Ha publicado diversos libros de poesía bilingüe otomí-español, así como cuento y ensayo en antologías, revistas y suplementos culturales. Ya pa otho ya xudi / El tiempo sin sombra integra la Colección Literaturas en Lenguas Originarias de América, de Miguel León Portilla, de la Universidad de Guadalajara. Labora en el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad (PUIC) de la UNAM. Con el amplio y ancho poema Pothe, del cual ofrecemos aquí un par de pasajes, obtuvo el Premio Nezahualcóyotl en 2025.

Dalia y longicornios. Foto: Elí García-Padilla

YA NDA JÄ’I / GENTE SEMILLA

Da ‘ñu ha ya hnini

Da 'ñu ha ya hnini

nuwa ne gepu nehe ja bi ja ra dänga ndehe da y'o ko ya ja'i bi pe'tsí ya zi hoga te da handai ndunthi ya ndumui ne ya jä'i himbí ja ya ngu ne otho too ma da fats'i otho ya 'ñä nehe ya jä'i nthuhu, ge bi fu ne ya jä'i bi mefi ne ya jä'i pädi da ja ra 'ñu me ya jä'i pädi ya zi te bi ne'i, pa da ja ra 'ye, ha nuwa ra zi hai ne ya jä'i ko ya ndumui ne ndunthi ya mefi bi to'mi ya joni zi te bi 'ñu ha ya hnini nuwa ne gepu nehe ya hnini bi ja ra dänga ndehe

He caminado por pueblos, ciudades de aquí  y del otro lado del mar he caminado junto a personas de miradas grandes, he visto gente sin sombra sin casa,  sin techo que mitigue su andar gente callada, gente que canta, que muere gente labrando la tierra gente camino, gente semilla gente esperanza que danza  a la lluvia, a la tierra gente con grietas  en lucha contra las tinieblas en tanto sigue esperando caminando por pueblos, ciudades de aquí  y del otro lado del mar

rosa Maqueda Vicente, tallerista, poeta e investigadora ñähñu. Cofundadora del Proyecto Cultural Ya mfeni. Como escritora y poeta ha sido galardonada con los premios Mujer de Arte e Internacional Péndola Dorada. Parte de su trabajo ha sido traducido al holandés, inglés, alemán, francés e italiano.

Foto: Elí García-Padilla

¿POR QUÉ NO HABLO MIXTECO?

REFLEXIONES COMPARTIDAS SOBRE LA INTERRUPCIÓN EN LA TRANSMISIÓN

INTERGENERACIONAL DE LAS LENGUAS MATERNAS EN MÉXICO

Nací en el Distrito Federal (hoy CDMX) en la delegación Xochimilco, a finales de la década de los setenta del siglo pasado. En mis primeros años de infancia nunca supe de mi origen. Sólo recuerdo que en pocas ocasiones mamá y papá hablaban extraño, un lenguaje que no podía comprender.

En esos años, mis padres regularmente me llevaban al rancho. Recuerdo que algunas veces viajábamos apretujados en camionetas con redilas cerradas y en mal estado. No teníamos muchas opciones, la economía de mis padres era modesta. El camino siempre se me hizo interminable. Sin embargo, los olores a tierra mojada combinados con algunos cantos de aves y tufos de comida me avisaban el final del viaje. El recorrido: unas diez horas.

Con los años comprendí que ese rancho era San Bartolomé Yucuañe, una comunidad localizada en la Mixteca Alta y a una hora de Tlaxiaco, Oaxaca.

Recuerdo que, en las frecuentes visitas a la comunidad, volvía a escuchar ese lenguaje extraño que a veces mis padres utilizaban para comunicarse en casa. Pero ¡ahora más personas hablaban igual! Aún siento la alegría de mi madre al llegar y poder hablar su lengua. Su cara se iluminaba, su sonrisa era interminable y hablaba como si estuviera cantando. Sus interlocutores radiaban lo mismo. Era como si sus corazones conectaran a través de su lengua.

Yo nunca entendí nada. Pero me sentía contento al verla así. La cadencia de su hablar terminaba cuando se dirigía a mí en español:

–Josué, trae las demás bolsas; apúrate que casi anochece y no hay luz; deja eso y ve con Felipa a traer unas velas, dile que le pago al rato. Mientras obedecía, pensaba:

–¿Por qué no hablo así? ¿Qué hay de malo en hablar así? ¿Por qué mis papás no me enseñan? Las respuestas a estas incógnitas las fui encontrando con los años. En una ocasión, antes de ir a la escuela (cursaba el sexto de primaria), reclamé serenamente a mi madre por qué no hablaba mixteco. Su respuesta, sin mucha explicación y ánimo, se limitó a decir:

–No te sirve que hables así. Mejor apúrate a leer y a escribir. Anda, vete a la escuela. Aprende a hacer cuentas. Quiero que seas alguien.

En ese momento, mi curiosidad quedó resuelta a medias. Recientemente comprendí (hace una década) que por esa época hubo un intento de minorizar las lenguas originarias, instalando en el ideario común que hablar alguna lengua originaria era signo de atraso y no tenía ninguna funcionalidad. Lo importante era hablar español. Mi caso no fue el único, hasta el día de hoy existe esta tendencia ideológica, en la que se han incluido lenguas dominantes como el inglés.

No obstante, esta minorización lingüística no fue lo único que provocó que yo no hablara mixteco. También la discriminación hacia los hablantes provocó que muchos de ellos dejaran de hablar en espacios públicos y, por lo tanto, dejaran de transmitirla.

En una tarde, platicando con mi padre, le pregunté por qué había sido negativo hablar mixteco. En un tono melancólico y desventurado, acotó: –Llegué al D.F. cuando tenía unos 14 años. Batallé en esta ciudad. No hablaba español, sólo mixteco. Entré a trabajar y todos los compañeros se reían por mi manera de hablar. Me decían: “hablas chistoso”, “hablas como indio”, “deberías de hablar bien” y cosas de ese estilo. Fue duro enfrentar todo ello. No te niego, hubo gente que me defendía, pero la mayoría nos trataba mal y nos decían de todo. Por eso, no creí conveniente que aprendieras. No quería que pasaras por esto. Quería que aprendieras otras cosas, en lugar de mixteco. Hoy comprendo que de alguna manera mi padre me protegió en contra de esta discriminación hacia los hablantes de lenguas originarias. No obstante, siempre me llamó la atención

que mi papá y mi mamá coincidieran en que no aprendiera mixteco porque era mejor “ser alguien”. Como si hablar la lengua obstruyera mi andar en la vida.

Para mi mamá y mi papá, ser alguien era ser todo, menos indígena. Frecuentemente, tengo presente la insistencia de mi padre por estudiar. Siempre me dijo que fuera a la escuela, que ser una persona “cerrada” era triste. Sus argumentos los llevo todos los días: –Ve a la escuela. Yo no tuve oportunidad de ir. Llegué hasta sexto de primaria. Es muy feo no saber. Lo de hoy es hacer cuentas y aprender a hablar bien para tener que comer. Tener los varos es lo importante. Lo del pueblo no sirve aquí.

Para él, ser alguien era entrar a los discursos de la modernidad. Tener era sinónimo de ser y en ello olvidar lo que era fue imprescindible para lograr una aceptación en un lugar ajeno a su origen.

A la fecha, lo tengo claro: factores como la minorización lingüística, la discriminación hacia los hablantes y el impulso de discursos modernizadores provocaron que no hablara mixteco. No obstante, no soy el único. Muchos descendientes de hablantes atravesaron y atraviesan lo mismo. Las reflexiones son compartidas. Y tal parece que esta interrupción en la transmisión intergeneracional de las lenguas originarias en México está imparable. Los diagnósticos no son alentadores. Muchas de ellas están en riesgo de desaparecer.

Hoy, la variante de tu’un savi de la comunidad de mis padres está en peligro de extinción. Estamos perdiendo hablantes. La población cada día es menor debido a los procesos migratorios internos y externos. Además de que las nuevas generaciones no lo hablan, incluso ni la conocen. El panorama es desolador.

Varios especialistas en el tema reconocen que al extinguirse una lengua no sólo ésta desaparece, sino también todo un cúmulo de cultura, saberes y formas de comprender el mundo.

En mi opinión, es momento de que no sólo el Estado garantice su permanencia, sino la sociedad en general debe de interesarse por su mantenimiento y continuidad. De no ser así, en unas generaciones más las lenguas originarias quedarán sólo en la historia de este país n

A Alicia Vázquez Cruz (†) y Erasto Barrios Martínez Hablantes de Tu’un

josué e . barrios Vázquez, con maestría en Ambientes Interculturales de Aprendizaje, es investigador en la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, Universidad Intercultural del Estado de Puebla.

Juxtlahuaca, Oaxaca, verano de 2025. Foto: Mario Olarte
Savi, variante de San Bartolomé Yucuañe, Tlaxiaco, Oaxaca.

LOS NIÑOS DE OSAMA

Son muchas las historias que se cuentan alrededor del mundo sobre los niños de Palestina. Conocemos ya sus llantos, sus sollozos, sus heridas, su hambre. Pero los Estados se flagelan quitándose los ojos para no ver. La bien llamada ceguera del sionismo. Hoy quiero contar una historia de TikTok, app donde puedes ser todo menos ciego. De tanto scrollear, llegó a mí un live, en altas horas de la noche, de asama1, nombre de usuario. En escena aparece un hombre joven frente a la cámara con una bandera mexicana de papel detrás suyo, ya maltratada por el tiempo. Quiero pensar en lo azaroso del destino, que ahora es más bien el algoritmo de las redes sociales. asama1 se mira triste y cansado y tose frecuentemente y en un español raquítico pronuncia apenas algunas palabras: “gracias México, gracias”, “viva México”. Al menos dos lives al día hace asama1, con la radical diferencia de hora.

Los usuarios nos manifestamos dando “me gusta”, comentando “hola” o simplemente viendo, expectantes. asama1 no está sólo, detrás de su voz se oye la de un niño, diciendo lo mismo, pero en chiquito. El soundtrack del campamento donde están es ahora el Himno Nacional mexicano, canciones variadas de Los Temerarios y Los Bukis, y así se repite en espiral hasta el final del live Nunca había presenciado la desgracia de Palestina tan cerca, tan en la comodidad de mi casa. Algunos usuarios comienzan a “regalar” figuritas: rosas, ositos, corazones, pulpos, capibaras. Me uno a ese carnaval digital. En TikTok, regalar esas estampas genera ingresos para el usuario, pocos, pero pueden ser mucho para un niño palestino refugiado, como lo son los siete niños que cuida asama1 Tres niñas y cuatros pequeños, de entre cuatro y doce años. Ahed, Amira, Jawad, Moatasem, son algunos de sus nombres. Refugiados en la frontera entre Líbano y Siria, Osama Abdullah y sus niños llevan cinco meses estancados en un campamento improvisado con apenas lo humanamente necesario. Osama me cuenta, ya por otro medio, que ante el asedio del ejército israelí decidió irse de la Franja de Gaza, dejando todo atrás, su hogar, su trabajo (que era apenas suficiente) y su familia. Consigo trajo a través del mar palestino a los niños que ahora cuida él solo, sin ninguna ONG ni ningún respaldo, más que una cuenta de PayPal en Líbano. Él quiere entrar a Siria, porque es más seguro, dice. Todos los pequeños son huérfanos, víctimas de la

“guerra” (más bien del genocidio). Fueron desterrados y exiliados de su tierra, sin más cobijo que Osama. Preguntándole sobre el día a día de los niños, Osama cuenta que es muy desgastante, pues el día empieza buscando qué comer. Abdullah manda fotografías y videos de los niños buscando comida en el basurero común de los campamentos improvisados, en donde, dice, hay más de 200 niños en la misma condición. “Una comida al día”, “sólo pan y algunas verduras, nada de carne”, escribe Osama en un español de Google Translate. “No hay escuelas, ni carreteras, ni agua, ni casas”, “duermen en el piso” y los niños apenas “juegan con la tierra y palos”, pues ni juguetes hay en esa región olvidada del mundo.

Miro las fotografías y, a pesar de todo, los niños sonríen. En uno de los videos aparece comiendo un gatito del plato de Osama. Dice que era de uno de los niños, pero murió de hambre hace no mucho.

Silencio en el chat. La muerte y las enfermedades acosan a sus niños. A la pregunta de si tienen al menos las medicinas básicas, Osama responde “sólo quedan unas pocas, pero usamos medicina a base de hierbas”. Qué hierbas serán, si todo está marchito en esa tierra. Osama Abdullah tiene 33 años y estudiaba agricultura antes de la invasión israelí, pero no pudo concluir su licenciatura. “Ropa, materiales de calefacción, juguetes y un hogar para aliviar su cansancio”, es lo que necesitan sus niños, además de la comida. Si no es ya suficiente sufrimiento para sus cuerpecitos, Osama dice que también padecen la exclusión y la violencia, pues no dejan acercar a sus niños a las pocas áreas de juego que hay entre los campamentos. Quiero pensar que eso cambiará algún día, o tal vez cambie cuando ellos dejen de ser niños. Así la cruda realidad y deshumanización de la infancia palestina.

Al final pregunto a Osama el porqué de sus motivos mexicanos y responde: “son un pueblo que ama a los palestinos”. Contesto que sí y que siempre están en nuestras oraciones. Lo agradece. Los niños de Osama Abdullah quieren una “vida segura y disponibilidad de vivienda”. Sólo eso. Un derecho universal negado desde hace más de 70 años por el Estado israelí. Antes de terminar la conversación, Osama la remata con “no tienes algo para darles algo de desayuno a los niños”. Me quiebro el cuello y le digo que no, pues no estoy en mi mejor momento. “Bueno”, dice. Nos despedimos.

Escribo esto porque quiero que mañana sí tengan algo para comer dignamente. Espero que llegue a buenas manos el mensaje en una botella lanzado por Osama desde el mar Mediterráneo, en una parte donde la humanidad ha sido abandonada.

Pero Osama no está solo. Como él hay otras decenas de usuarios en TikTok cuya vida es grabar la destrucción de Gaza, de sus hogares, de sus escuelas, de sus hospitales. Eso y la miseria de buscar comida y de correr de las balas y bombas del ejército israelí. Jóvenes todos, estos usuarios nos enseñan las entrañas de un infierno creado por el estado sionista. Al igual que Osama, piden donaciones por vía PayPal o GoFundMe. @abood_vpi, @abotim98, @hosam.gaza, @mustafa07_05, son algunos de los tantos necesitados palestinos. Algunos ya no vuelven a aparecer detrás de cámara. Estamos ante los sobrevivientes n

Fotos: @asama1, vía Justine Monter Cid

EL HOMBRE AHORCADO

Salim Yubrán

Se ofrece en los zocos de Israel un juguete que representa un árabe ahorcado.

Un hombre ahorcado es el mejor juguete, la mejor distracción para lo niños que se ofrecen en los zocos.

Pero no… No es en el zoco donde se vende ya…

Se terminó hace unos días…

No lo busqueis.

Que lo comprendan vuestros hijos:

Se terminó hace días.

**

¡Ay almas de los muertos en los presidios nazis!

No es un judío en Berlín, ese hombre ahorcado.

Es un árabe de mi pueblo, como yo, ese hombre ahorcado.

Al que ahorcaron vuestros hermanos… Perdón…

Al que ahorcan las sombras de los nazis en Sión.

**

¡Ay almas de los muertos en los presidios nazis!...

¡Si supierais vosotras!...

¡Si supierais!...

saliM yubrán, poeta palestino de formación cristiana, nació en 1938 en Hayfa. En su extensa obra destaca Poemas sin residencia definida (1970). Dirigió la revista Al-Gad. Este poema está incluído en La Intifada palestina, poemas palestinos de resistencia, prólogo, selección y notas de Alejandro Hamed Franco (Eterno Femenino Ediciones, Texcoco, Estado de México, 2019). traducción del árabe: pedro Martínez MontáVez y MahMud sobh.

Zoco: “mercado” en los países árabes. Préstamo (s. XIX ) del árabe andalusí záwq, ‘mercado’, ‘bazar’.

Marcha contra el genocidio en Palestina. París, otoño de 2025. Foto: Mario Olarte

KINKIWIKAN / NUESTRO ÁRBOL

Stakuumísiin Lucas (totonaku)

Niimaa ankgalh lakawaanankgoo xatawakat, niimaa xlachiwixi xchaaxpaan.

Nii kalhtatalhii xaxanatliiwa´ laa julio, Kaxanaataayacha´ ktakgankgamuustokg.

Nii katasiyúnilhi ntatsani xlaliikaan, Kilhkaks kataayalhi akxnii lamp lamp pasaa xasnapapa makgskgot.

Pakgalhtankgaa kataayalhi kxlakan sípii, antaa ntaanii liitamakgchiitawakakgooniitancha´ xkgaami nkinkilhtamakuukan.

KIXKGATYAAWKAN

Akgtutu maasakga niimaa nkgalhiikgooyaa xtatsankani

ntaanii latawakakgoo xalakxtakni lakgastapu. Xachichokgo liitokgotno´ nawani niimaa nastiipuutawakaa liilhtampi laa kxakilhtamakuu chuchut.

Naliijaxaanani jinii niimaa maakaksakgoo makgalípit,

Naliimaanixnini juukiiluuwa´, chiki niimaa niituu akgstiilhukunkgoo, paks yaakgoo xtatsani namaanixnin.

Uunuu k´akgpuuchókgoo, uunuu kxtaapaan xtakgaayaaw.

De frutos con insomnio, con piel de piedra en las pantorrillas. No duerma la carne-flor en julio, florezca donde se unen los ríos. Desaparezca frente al diente de fierro, suelte silencio bajo los fuegos blancos. Extienda sus brazos en el cañón, ahí donde cuelgan nuestros destinos envueltos en totomoxtle.

Tres nidos rojos con dientes entre los ojos verdes.

Será una escalera roja que adornará la espalda de la palma en el tiempo del agua. Respirará el humo que calma los relámpagos, soñará con serpientes-venado, tejados sin agujeros, dentadura completa. Aquí sobre el río, en las costillas de la casa plana.

XlaYeseia L. / A Yesenia L.

stakuuMísiin lucas, originario de Tuxtla, Zapotitlán de Méndez, Puebla.

Xaagá, Oaxaca. verano de 2025. Foto: Mario Olarte

XATSUMATI NKÚXI’ / MAÍZ MUJER

Andrés Hernández Juárez (totonaku)

Xakwaniin pii stlhaan wix, chaa kaamixqaam’ kliitalaqatsii’, maan mi’aqxiwiiti kintasiyuni, lhkuyuutnaaawa’, lhpulakaawa´, ktsaqsaa kxqaa’ milatamaat uuku’.

Kkaa’kuwii’n ksqalayaan, ku’chu’, tachuwii’n kmaalaknuuniyaan, nalhuuwani waa mintalhtsi’, xalhqoni’, xalaqatsi’t, xalakalhna’, tawilaqoo’ milaqsqataan.

Kwaniyaan pii stlhaan wix, kintaalapaat, kinqalhtipaat, kisoqliipaat, kixaqalthiipaat, kmaqalayaan, kwayaan, laamaqtaqalhmaaw.

Te diría que eres hermosa, pero tu totomoxtle me enceguece, sólo tus cabellos se presentan ante mí, castaño, rizado, intento deshojar tu vida ahora.

En el campo te voy a pedir, aguardiente, palabras te ofrezco, tu semilla se multiplicará, en hijos como el maíz rojo, maíz azul, maíz amarillo.

Te afirmo que eres hermosa, estás conmigo, me aceptas, me acompañas, me vacilas, te cosecho, te consumo, nos cuidamos.

Los guajolotes, Oaxaca, verano de 2025. Foto: Mario Olarte
andrés hernández juárez, originario de Tuxtla Zapotitlán de Méndez, Puebla.

NDA SKAYUDE ÌTI / VOLVIÓ A ENCENDER LA VELA

Kua’ani ichi nu ka ve’e skua’a nde jíkani nu nta ichi kuìñi ka jika ñaxivi ñuu ñáni Las Chacas nde tà xa’a ñètini nu ka ììn ve’e kuxa’avi jìnini ja ka’an:

–¡Nekòni ka ko’oni ììn ntevixi!

Ndukù nde’eni ichi chàta nu ka ve’e kuxa’avi, nde onte ììn ñaxivi na jínini; chi a nku gu ja sa a ntuku’un ànuni “tataña’anu a tinti”. Sunkua nka stade teú ta lúlini. Sivi ntáde jinini ta xa’a ki’in kuiya, ta ntu na tiñu kù kúnini nàsa ñànide chi ntukun ànuni ììn ñaxivi ja na jínini ta lúlini.

Ñèti nikáni ka jínini nùde nenéde nu ììn teyu kani xu’u ve’e nu kuxa’avi nde kanéde inka xu’u marrasu ndúte xe’ende, nde ta jínide nu ntáni suichi, kánade:

–¡Kuali! Nekòni ka ko’oni ììn ntevixi nde kiikoni.

Ka tandèni; jinkade ììn ntevixi Pepsi ko’o nanaña’anuni, nde ka’ande nu jánude:

–Taa ììn Friko tagua ko’o ñàni xa’a.

Sùnkua sa’de unti’i nta kivi ka ndukuta’an ntánide ve’e kuxa’avi jánude axi sin inka kivi nu ntède ji’ide nu nta sava ve’e kuxa’avi.

Ììn kivi, ta kandatu’un nta kua’aú nde ntu’u ji’ini Frikoni, ka kàchi ntade ja nta’an kuiya ka sa’ade Viko Anu, chi ntukuàn nta nu ñu’u ka ichi nu kanténi, ji nta sava suíchi. Ka nta ka nuu nta ñaxivi ñuú; ììn ntade ka jiisode ita kuàn ma’añu nta’ade, inka ntade ka ki’inde ntevixi, nde sava ntade sanai ka sa’ade ndeyu tagua kikóde ka kunte’ede nta ta’ande axi nta mpade. Ka sa’a nti’ide na gua kumàni tagua ntikoo nta anu.

Nti’i nka ji’ini ntevixi ndàni, nde nanaña’anuni ka’aya nu “tataña’anu a tinti”:

–Kua’ansa na mpa, chi kumani ìì ka’amisa nta ko’o ji nta kisi tagua kèè nteyu kusten nu naa steen.

–Sa kuali —nkachide.

Nù kuiya ta nduku’un Viko Anu, “tataña’anu a tinti” nda skayude ìti nu tataña’anuni chi, kuiya cháta, teeya’a nchixu’ude tataña’anuni a sìki ja kùde tandute nda ístoni.

Nkude ììn tee ta’an anude xaa: ntèède xolí ji súni skùnde yaa armonicade ta ììn tetáchi ni’ide. Ta nku nda skayude ìti, jakunteede sìki ììn teyu ñutu, nde kita’guade yaa armonica kua’ade nde keja’ade tetachide. Tetachi ni’ide ichi núú nu naa tagua ku kuniñi tataña’anuni.

Kuìñi, Kuìñi tééde nta yaade nde nda ndu’u ka nde’eni ja tà jaku, tà jaku nti’i ìti stènde kaayu. Nde ta kua ku sava kaayu ìtiun, ka’ande ja no’ode chi kua ku neega nde kanuu ntajiinude ve’ede. –A nku nta skayusa ìti nu mpasa, kuansa na, kuali— kachide nde kuande.

Ntáde tu’un kuniñini nta yaade jàku kuiya, chi nkòtótúnide tééde yaa ja, ta nààde, nchikava’ade armónicade, ji xiolíde ji súni ììn yaa sta’avi neva’ade ki’in kuiya ji súni ja níñide nuu ììn ntede sa’ade kisi ñu’u ìni ve’ede. Nchikava’a ntide nta yaade nde jíso kuànde nu in tu na ku tèéga.

Sanài na nkú kuñinigáni nta yaade ma’añu nta xìka ve’e ndo’o, ndegude mita na chi kù kuñini ñètiga mpade nta yaa tééde. Mita na chi masu ìntu’un ja sa’a sííde mpade ji nta ya’ade chi súni kù nté’ede nasa jita ja’a mpade ta ììn tetachide armónica kua’ade axi ta tééde xiolíde.

Iba de camino a la universidad por una de las tantas veredas de Las Chacas cuando pasé cerca de una tienda y alcancé a escuchar:

–¡Vengan a tomar un refresco!

Volteé hacia la ventana de la tienda, pero no vi a nadie; se trataba de un vago recuerdo del “abuelo del enebro”. Así lo conocí durante toda mi infancia. Su verdadero nombre lo supe muchos años más tarde, cuando ya no tenía caso mencionar ese nombre porque evocaba a una persona que nunca conocí.

Casi siempre lo encontrábamos alzando una copa más de su marrazo de aguardiente sentado sobre una banca larga de madera, y cuando alcanzaba a mirarnos por el camino, gritaba:

–¡Comadre! Vengan a tomar un refresco y luego se van.

Nos acercábamos; pedía una Pepsi para mi abuela, después le decía a su nuera:

–Dame un Friko para que tome la nieta.

Hacía lo mismo cualquier día y a cualquier hora que lo encontráramos en la tienda de su nuera o en cualquier otro lugar donde estuviera tomando. En una ocasión, mientras los hermanos platicaban y yo disfrutaba de mi Friko, ellos decían que ya había llegado el tiempo de festejar a las almas, pues los campos de enfrente se habían pintado con flores amarillas, así como en las orillas del resto del camino. Los vecinos del pueblo subían y bajaban; unos llevaban flores de cempasúchil entre sus brazos, otros compraban refrescos, y los demás probablemente estaban preparando el mole para ir a visitar a sus familiares o compadres. Preparaban todo para recibir a las almas. Terminamos nuestra bebida, y mi abuela le dijo al “abuelo del enebro”: –Ya me voy compadre, porque aún me falta quemar los platos y las ollas para servir el mole que se pondrá en el altar de mañana.

–Está bien comadre —respondió.

Cada año en Día de Muertos, el “abuelo del enebro” volvía a encenderle la vela a mi abuelo porque, años atrás, él se había encargado de enterrarlo por ser el padrino de mis tíos.

Era un hombre apasionado por la música: tocaba el violín y también hacía sonar la armónica con sus fuertes soplidos. Después de encender la vela, se acomodaba en un tronco de madera, sacaba su armónica roja de metal y comenzaba a soplar. Soplaba tan fuerte frente al altar para que mi abuelo lo pudiera escuchar.

Entonaba sus más agudas canciones mientras nosotros mirábamos que la vela se consumía poco a poco. Y cuando la vela estaba a mitad de consumirse, se despedía porque la noche no paraba de avanzar y él tenía que regresar a su casa.

–Ya le volví a encender la vela a mi compadre, ya me voy, comadre— decía y se iba.

Escuchar aquellas melodías ocurrió solo durante algunos años, porque él amaba tanto la música que, cuando sus ojos se apagaron, empacó su armónica, su violín y hasta un radio viejo que había conservado por tantos años y que solía escuchar cada vez que hacía utensilios de barro en su casa. Se llevó sus instrumentos a donde nadie más podría hacerlos sonar.

Tal vez sus canciones dejaron de escucharse entre los muros de la casa de adobe, pero su compadre ya puede escucharlo más de cerca. Ahora ya no solo lo alegra con sus canciones sino que hasta lo mira bailar mientras sopla su armónica roja o toca su violín.

Lavapiés, Madrid, otoño de 2025. Foto: Mario Olarte

KA’T ËJTS YË’Ë NNËËX NJËKTANA’ANY / NO SE QUEDARÁ MI HIJA MAYOR

Juventino Santiago Jiménez (ayuuk)

Ojts nteety pyi’ikya’. Mëjktaxk po’ nteety ojts pyi’ikya’. Jëtë’n nteeyt ojts pä’äm tmëtsëëna’. Ojts nteety kyemy pyu’utsy mää yää pyuyën. Jaa nteety ojts pyi’ikya’. Ka’t ëjts ja’a tyemp xmo’oy. Jajp ëjts ja’a n’ënä’äk matsk tëkë’ëk jëpajty ëjts ojts ka’t tsojk nënijkxy. Koo ojts nënijkxy ja’a nteety nëm xnëëma’: – Jëpom pom ja’a nmë’ët, Mëtiis, n’ëwijxy. Wajkwemp ja’a yo’oy. Wajkwemp ja’a y’ëjiy. Ojts nteety ja’a pä’äm jekynyaaxy tmëtsëëna’, pë ka’t ja’a myë’ët ojts kyëwentinya’. Ka’t ja’a myë’ët ojts nyënaxya’. Ka’t myë’ët myëyo’oya’. Ka’t myë’ët ja’a tsu’utsy tu’ukwijtsy tkonta’aky. Ka’t tsyäjpkaaky tkonta’aka’. Xyaa ëjts nteety ojts x’ënëma’: –Nyëpën ëjts xkëkëwentiny. Nyëpën ëjts xkëpä’äm’ijxy. Mtsë’ ja’y ja’a jyëtetnaaxy. Mtääk mëyu’up. Mëtunp yë’ë. Ja’a mtsë’ pë mää ja’a jyëtity. Mää ja’a xyënaaxy, tsyunaaxy. Ka’t ëjts ja’a mää n’ijxy. Ka’t yë’ë tyany. Nkona’anpy ëjts yë’ë koo ëjts n’ookt. Ëjts ook’a’anp. Xëk’ok’a’anp ëjts pä’äm. Unk, ka’t ëjts nmëta’aka’any. Jekynyaaxy ëjts tëë mpëjknya’. Yë’ë mtsë’ xëk’anpëknäjxp koo ka’t xpä’äm’ijxy. Ka’t xjëpujy. Kat xë’oopy. Mtääk kyë’ëm kam tyu’uy. Mtääk myëyu’uy. Mtääk xpä’äm’ejxp. Yä’ät m’ijtsy’ënk xpä’äm’ejxtëp. Yë’ë xtejë’ëktëp: yä’ät Pyëtens, yä’ät Trees. Yë’ë xtejë’ëktëp. Tu’uk xwonjë’ëky jëts tu’uk jajp xtejë’ëky.

Jëts nyëtë’n ja’a nteet y’ëna’any: –Ee ja’a nmë’ët nexy y’ëknaaxy koo ja’a tpääty ja’a lunes, martes. Ja’a ëjts ja’a njoot tyana’. Jaa ja’a tsäjpkaaky ntijy tjëkkëta’aky. Nax’anp ntijy yää. Jëtë’n jyëna’aky lunes, martes.

Ka’t ja’a myë’ët ojts pyä’äm’ijxya’. Ka’t myë’ët ojts nyënaxya’. Koo ëjts ja’a tsyu’uts ojts ntsä’äya’ tu’ukwijtsy ak pyejnjootya’ t’ëko’onya’. Ka’t ja’a ojts tsu’utskkiixy. Ja’y ja’a y’ää ja’a tëpääty jëts ja’a kaaky tu’uk’ää majtsk’ää tnës’uuka’. Jëtë’n nteety ojts pyijkya’. Mëjktaxk po’ nteety ojts pyi’ikya’. Ja’a ojts jyëk’okya’ ja’a pu’uts. Koo ja’a pyu’utsy mää ja’a pyuyën. Jëtej ja’a tsyëëna’. Pu’uy ja’a kipy ja’a jëktajëtejëkp jëts ja’a tsyëëna’. Ja’a ëjts nteety ojts jyëk’ookya’ ja’a pä’äm, ja’a pu’uts. Jëtë’n n’äjty tyëm y’ëna’any: –Ka’t ëjts yë’ë nnëëx njëktana’any.

Ka’t ja’a nyëëx tjëkju’uky’ajta’any koo ka’t pyä’äm’ijxya’. Koo ja’a nyëëx ka’t kyëwentinya’. Koo ja’a nyëëx ja’y jyëtetnaaxy. Jëtë’n jyantsy jyajty. Ojts ja’a ntsë’ jënijty y’ooknë…

Mi papá estuvo enfermo durante cuatro meses y así vivió un tiempo con la enfermedad que le había salido en la pierna. En esa parte le salieron granos y allí brotaba bastante pus. Yo ya tenía varios hijos y por esa razón no había podido subir a visitarlo. Cuando por fin fui a verlo, me dijo:

–Todos los días he estado esperando a mi yerno, Matías.

Él viajaba constantemente a Oaxaca para comprar mercancía porque era comerciante. Mientras tanto, mi papá seguía enfermo. Por el trabajo que tenía, a Matías no le daba tiempo para cuidar ni para pasar a ver a su suegro, y mucho menos ir a visitarlo. Por lo tanto, no lo cuidó, aunque sabía que estaba ya muy enfermo. Tampoco fue a dejarle una tira de tasajo o a llevarle unos panes. Luego, mi papá dijo: –Nadie se preocupa por mí. Nadie me cuida por mi enfermedad. Tu hermana mayor sale a cada rato de la casa y quién sabe adónde anda. Realmente no sé en dónde pasa el día y la noche. No la he visto. Por esa razón, ella no se queda y me la llevaré cuando me muera. Muy pronto moriré. Hija, ya no aguantaré más y la enfermedad me matará. He estado enfermo por varios meses y me he enojado mucho con tu hermana mayor por no cuidarme. Ni siquiera lava mi ropa y menos me baña. Tu mamá trabaja en parcelas ajenas y también en la nuestra. Ella sí me cuida, al igual que tus dos hermanos menores, Fidencio y Teresa. Ellos me levantan; uno me jala de los brazos y la otra me empuja por la espalda.

Mi papá volvió a decir:

–Mi yerno podría pasar a verme un lunes o martes, y justamente en esos días, mi estómago se alegra cuando pienso que me traerá unos panes. Siempre pienso que aquí pasará porque los lunes o martes él baja a El Duraznal. De hecho, su yerno no lo cuidó de la enfermedad que tenía y tampoco pasó a visitarlo. El día que asé una tira de tasajo para mi papá, sólo pasó la carne entre sus labios y comió un poquito. El resto de la carne lo guardó en la bolsa de su pantalón y también comió dos o tres bocados de tortilla. Así fue cómo mi papá estuvo enfermo durante cuatro meses y usábamos algunos palos o maderas como respaldo para que pudiera estar sentado. Finalmente, mi papá murió a causa de la enfermedad de los granos que le salieron en la pierna y todavía dejó un último mensaje:

–No dejaré que se quede mi hija mayor.

No quería que su hija mayor siguiera con vida por el hecho de no haberlo cuidado ni atendido durante el tiempo que él permaneció enfermo. Ella siempre andaba fuera de la casa y al poco tiempo también murió mi hermana mayor.

juVentino santiago jiMénez, narrador ayuuk originario de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca. En 2024 publicó Ka’t ja’a në’ ka’t ja’a tu’ njëktëko’oyën / No perdamos el camino (Universidad Intercultural del Estado de Puebla).

Pere Folch, A Montobrio, técnica mixta

CONOCIMIENTO Y AUTOCONOCIMIENTO DEL PUEBLO MIXE

Nanoky. Winmäjtsk po’o nëk, gaceta bimestral del Colectivo Mixe (Colmix) de Oaxaca, Números 1 a 5, 2025.

Con cinco entregas en lo que va de 2025, el Colmix oaxaqueño se consolida como “un espacio divulgativo del conocimiento mixe y, también, un lugar para la creación y recreación artísticas”, tal como se caracteriza la publicación, escrita en dos lenguas pero no necesariamente bilingüe. Formado en 2012 por un grupo de estudiosas y creadoras de las sierras Juárez y Mixe de Oaxaca, el Colmix explica su nombre y delinea su proyecto editorial como sigue:

La palabra “nanoky” está conformada por el morfema “na” —indicador de la primera persona en mixe-zoque antiguo— y el sustantivo “noky” —la palabra que en mixe antiguo se utilizaba para nombrar al amate o ficus, árbol del cual se hacía el papel, de donde derivó su uso para los libros, el papel o los documentos. Una traducción posible de la palabra “nanoky” sería: “nuestros libros” (también podría traducirse como “mi libro” o “nuestro libro”; pero elegimos darle el sentido de la primera traducción).

El Colectivo Mixe es una red de colaboración interdisciplinaria que madura el proyecto independiente de sus autoras y autores con la aparición, que va a buen ritmo, de su revista Nanoky, con la intención expresa de “complejizar lo mixe, a los mixes y a It naxwiijn —el universo: patrimonio de nuestro pueblo y de todos los Pueblos”.

Si nos planteamos: “¿Pënts ïï'me'eta?”, desde los bosques de niebla hasta las selvas húmedas y secas, pasando por montañas, valles y ríos (y hasta mares, si contamos el territorio de nuestros primos zoques y popolucas), hallaremos que lo mixe existe y nos reúne, caracterizado de mil maneras; y obtendremos más preguntas que respuestas sobre cómo cambia y se dinamiza, mas persiste.

El primer número fue titulado con un difrasismo formado por los verbos “tönk” y “këts”, en referencia a los sucesos incentivados por la acción humana: “Ayöök jayu tyun kyëts es nuestro acontecer, las penurias y las alegrías del presente siempre en movimiento”. Las autoras y los autores procedían de Kontoy (Condoy), Mëykëjxm (Zacatepec), Anyukojm (Totontepec), Tööjkjoyum (Ayutla) y Xää'mkëjxm (Tlahuitoltepec), dejando clara la intención pan-mixe de la publicación, que de hecho considera tanto a los pueblos mixes en su territorio como a los migrantes desde donde se encuentren.

Los textos recogidos en sus primeros cinco números conforman y confirman un proyecto cultural, lingüistico,

literario y plástico de gran valor. Los escritos en lengua mixe emplean las variantes de la comunidad de quienes escriben. Así, para la estructura general y la primera “Carta Editorial” Nanoky utiliza la variante ayöök (mixe alto del norte). En el número 2 se empleó el ayuk de Texykë’ëm (San Pedro Ocotepec), aunque, se aclara, “en cada texto, los autores utilizan su propio comunalecto”.

El número 3, en su marco general, recurre a la variante de Tukyo’m (de Ayutla), en el 4 a la variante Mëjmook’ääm, y el 5 usa como variante principal en la estructura y los paratextos, la de Wiiknëëpë’am (Condoy), si bien el número contiene textos de Pujxnmatëk’am (Puxmetacán), Tsiinkëpajkm (Ocotal), Amajktstu’u’am (Mazatlán), Xäämkëjxm (Tlahuitoltepec) y Tukyo’om (Ayutla).

Encontramos ensayos de Yásnaya Elena Aguilar Gil y Tonantzin Díaz Robles, así como aportaciones del colectivo AAYJ. En temas de recuperación histórica y tradiciones en la naturaleza han colaborado Octavio Aguilar y Julio César Gallardo Vázquez. Donaldo Monterrubio Reyes documenta y fotografía a Këën, la planta tintórea ayuuk. Y sobre los parajes y el mapa comunitario de Jaltepec escribe Adelaido Corcino Martínez.

En creación, Nanoky ha publicado en versiones monolingües ayuuk poemas de Diana Domínguez, Noemí Gómez Bravo y Palemón Vargas Hernández. Hasta ahora han aparecido relatos de Juana Martínez Pérez, Silviano Ruiz Vasconcelos, Joel Gómez Flores, Juventino de la Cruz y Victorio Delfino Diego Lorenzo.

También las ilustraciones y las portadas son producto de los creadores locales, que reciben un tratamiento digno y atractivo.

La publicación en línea puede encontrarse en: https://colmix.org/boletin-nanoky/ n

Ilustración de portada del número 5 de Nanoky. Winmäjtsk po’o nëk, obra de Jimena Muluc, migrante de Niwa’atstun (Cerro Pelón).

Ojarasca

EN EL ORIGEN FUE LA NOCHE

Sk’ak’alil ayan li ak’obale / El origen de la noche, Mikel Ruiz, Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, México, 2024

Esta novela bilingüe del autor tsotsil Mikel Ruiz retrata el tema de la violencia social, teniendo como punto de partida la matanza de Acteal en Chiapas en 1997. Pero, sobre todo, lo hace desde una mirada particular: desde la voz y la memoria de Pablo Ak’obal, militar que entrena y dirige a los grupos paramilitares. El personaje, además, es miembro de la propia comunidad tsotsil donde lleva a cabo la masacre. El autor nos conduce a través de sus páginas a desentrañar la mente, el espíritu de un hombre que ve natural, deseable y justificable el aniquilamiento de “Las Abejas” (grupo que se encarga de alimentar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional), con el fin de cumplir con las órdenes del gobierno de erradicar al EZLN.

La novela, ganadora del Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas en 2023, se caracteriza por ser breve, concisa y está escrita en primera persona. La narrativa no es lineal, por lo tanto, el personaje principal va y viene a su memoria, sin que por ello se pierda la secuencia de la historia; por el contrario, produce un suspenso para que el lector arme el rompecabezas de la vida del protagonista. Este tipo de narrativa permite el desdoblamiento de la historia, unir fragmentos del pasado, del presente de Pablo, e incluso anticipar algunas de sus acciones futuras.

Desde el inicio, en la plegaria que recita, se sabe que el hombre cometerá una acción censurable:

Yo, Pablo Ak’obal soy tu hijo destructor.

Yo, Pablo Ak’obal soy tu enviado mortífero.

Yo, Pablo Ak’obal, soy tu mercenario vengativo.

Conforme se avanza la lectura se descifran sus motivaciones, las cuales nos llevan a dilucidar por qué un individuo comete todo tipo de atrocidades sin ninguna culpa, antes bien, normaliza la violencia y se justifica desde su historia personal y social: según él, es su deber como militar ayudar al gobierno en turno; asimismo, es el “elegido” del Señor para limpiar su reino.

Al evocar algunos pasajes de su anterior vida en su comunidad de origen, Pablo Ak’obal genera una empatía inmediata como, por ejemplo, al narrar la enfermedad y posterior muerte de su hermana Carmela. Él señala que por un accidente se le cayó la niña. En su inocencia y bondad de niño, Pablo relata que con tal de que dejara de llorar, la llevó a comer guayabas, pues a ella le gustaban mucho. En ese pasado hay una culpa, un remordimiento que ahora ya no siente.

El incidente con su hermana motivó a su familia a cambiar de religión —de católicos a protestantes—, a causa de ello fueron expulsados de su pueblo, como se detalla en este fragmento:

Aquí no debe existir otra religión, óiganlo bien. No habrá otra creencia que no sean nuestras costumbres y tradiciones; ahora quiero que se larguen de una vez antes de que los queme también. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón,

extrajo una caja de cerillos y le prendió fuego a nuestra casa. La madera se encendió rápidamente crepitando como si se quejara, como si le dolieran la carne y los huesos. Las llamas producían un ruido sordo, grave, como pidiendo perdón por dejarnos sin un techo, sin una protección contra la noche.

Estas líneas de la novela no sólo destacan por la crudeza, sino por la belleza del lenguaje que en la parte final dota de sensibilidad a algo inanimado sobre lo humano.

Este acto inicial genera una espiral de violencia que crece hasta terminar con la masacre de “Las Abejas”. Al final nos entrega a un hombre como Pablo, que lleva la violencia a un nivel de sadismo, pues no es suficiente con matar a una mujer embarazada, se ensaña con ella, se asegura que no quede rastro de la familia. Por eso ordena a uno de sus hombres que le abra el vientre con un machete para constatar que el bebé realmente esté muerto.

En la última parte de la novela, la masacre se extiende por horas, la matanza parece consumada con extrema violencia. En ese instante vuelve a la mente de Pablo Ak’obal la memoria de su hermana Carmela, ese rastro de humanidad lo confunde, le impide disparar. Eso nos deja una esperanza de vida, un último latido que resiste en medio de tanta muerte y brutalidad n

La autora es narradora zapoteca de Oaxaca, obtuvo el primer Premio Bellas Artes de Literatura en Lenguas Indígenas 2025 convocado por el INBAL.

Oaxaca, México. Foto: Elí García-Padilla

EL SONIDO DEL AGUA

El sonido del agua. Agua, naturaleza, saberes y oralidad, Ana Paula Pintado Cortina, Patricia Gallardo Arias y Francisco López Bárcenas, coordinadores,  Colegio de San Luis, México, 2024.

El agua, el líquido vital de nuestro planeta Tierra se ha convertido en un tema de atención y preocupación en el mundo entero. Esto se debe a su escasez dado el uso indiscriminado de ella por nosotros los humanos. A muchos pueblos indígenas de nuestro país y del mundo, que aún viven en áreas rurales no explotadas, se les está despojando del líquido que nace o cruza por sus territorios, aprovechando que ahí existe en abundancia porque ellos han cuidado de su entorno como no lo ha hecho la sociedad hegemónica. Por ejemplo, si se observa el mapa de regiones indígenas elaborado por Eckart Boege (2008) y se compara, se verá que estas coinciden con las áreas menos explotadas de nuestro país. Esto es así porque los pueblos indígenas no han dejado de respetar el agua, y esta se muestra en su cosmovisión, ontologías, rituales y vida cotidiana. Para ellos, el agua es un elemento integral ligado a su vida y a la de las regiones que habitan.

Conscientes de esa situación, los autores de este libro nos propusimos el objetivo de mostrar uno de los elementos de esa integralidad, llamado “saberes del agua”, y el papel que juega en la relación con ella, que aún persiste en muchos pueblos indígenas y comunidades rurales de este país. Por esta razón, este texto tratará sobre el gran universo del agua y su relación con los pueblos indígenas de México, en particular, con los yaquis de Sonora, los nahuas de la Sierra Noroccidental de Puebla, los ralámuli de Chihuahua, los mixtecos de Guerrero y los otomíes o yùhu de la Sierra Oriental de Hidalgo, casos que se escogieron con la idea de abarcar varias regiones del país y la diversidad de culturas y prácticas culturales de las que son portadoras los pueblos indígenas de quienes nos ocupamos.

Al equipo de investigadores nos tomó varios meses discutir el concepto de saberes indígenas sobre el agua y su vinculación con términos como conocimiento, pensamiento, memoria, ancestralidad y oralidad, lo que hicimos a través de talleres en los que í bamos exponiendo nuestros hallazgos y los contrastábamos con los que iban encontrando otros. En esta obra se exponen parte de esas reflexiones a través de dos preguntas que nos sirvieron como ejes de análisis y después empleamos para abordar la manera en que se trata el tema del agua en los pueblos indígenas aquí mencionados. Nos interesa discutir y averiguar cómo entender el concepto de saberes y qué relación mantiene éste con los diferentes términos utilizados en lenguas de cada región y en sus contextos.

Para ello, hicimos una revisión de la bibliografía existente sobre los lugares donde se trabajó, para recabar información sobre los saberes indígenas y el agua. Uno de los autores que de alguna manera nos ayudó a aclarar puntos relacionados con ello es Alarcón-Chaires, quien analizó la relación existente entre pensamiento tradicional y pensamiento complejo, a partir de las reflexiones de Edgar Morin, quien define el pensamiento tradicional como complejo porque se trata de “un entramado de conocimiento, un tejido en conjunto”. De los once principios metodológicos que enlista Morin para la guía del “pensar complejo”, retoma-

mos dos que nos parecen importantes para este trabajo. El primero es el de la “necesidad de relacionar el conocimiento de las partes con el todo, y del todo al conocimiento de las partes”; y el octavo, donde explica que el pensamiento complejo debe ser ecologizado. Alarcón-Chaires refiere que: Como producto de una interacción continua y constante con la naturaleza, los pueblos originarios poseen un sistema de conocimientos y saberes sobre su entorno natural de carácter dinámico, estructurado, relacionados entre sí, con un fuerte carácter utilitario, que a través del tiempo han sido transmitidos de generación a generación […] Las culturas milenarias realmente son custodias, portadoras, revitalizadoras y practicantes de conocimientos, saberes, cosmovisiones, prácticas, formas de organización social, sistemas de producción, instituciones, territorialidades, etc., aunque frecuentemente son vituperadas y minimizadas por el paradigma occidental (Alarcón-Chaires, 2019).

Entonces, dado que el pensamiento complejo es un entramado que demanda la necesidad de relacionar el conocimiento con el todo y el todo con las partes, nosotros consideramos que los saberes forman parte de este entramado de pensamiento tradicional y que dentro de estos saberes se encuentran los que tratan sobre el agua. Es decir, los saberes del agua no se pueden explicar de forma aislada, sino en relación con la totalidad del pensamiento. En este caso, el agua forma parte de un entramado cultural, social, económico, político, ontológico, cosmogónico, etcétera. Ahora bien, ¿este pensamiento complejo puede referirse como sabiduría? Desde nuestra perspectiva, es completamente posible, aunque en el conocimiento académico se le ha dado un espacio marginal.

Por lo que vemos, en todos los ensayos se repite la misma noción de que los saberes del agua deben ser vistos como un sistema imbricado de múltiples significados estrechamente ligados a la memoria, la comunidad, las ontologías, la identidad, el territorio, el pensamiento, la resiliencia. El agua significa origen de la vida y la vida vida misma. Estrecha lazos a través de su gestión desde el nivel ritual y el de la organización social. Puede ser vista como un tejido, como la sangre de la tierra que corre a través de sus venas, como menstruación, como elemento de purificación, un legado dado por los antepasados; todo ello quiz á pueda resumirse en el agua como elixir vital de la existencia humana. Finalmente, es necesario asumir que los pueblos indígenas en México tienen mucho que aportar en la protección, conservación y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, en el conocimiento y los saberes del agua. Crear diálogos entre los diversos conocimientos y darlos a conocer es uno de los objetivos de este libro. El sonido del agua incluye los siguientes trabajos: “Los saberes de agua entre los ralámuli”, de Ana Paula Pintado Cortina, Bernardo Manzano Lepe, Horacio Almanza Alcalde, Juan Jaime Loera Gonz ález y Marco Vinicio Morales-Muñoz; “Ñuu savi, takui xi’in ñu’u. El pueblo de la lluvia, agua y territorio”, de Jaime García Leyva; “Mundos acuáticos de los yùhu (otomíes) de la sierra Otomí-Tepehua, Hidalgo”, por Patricia Gallardo Arias; “El agua como recurso simbólico e identitario de los yaquis”, de José Luis Moctezuma Zamarrón, y “El agua y la trama de la vida. Una aproximación al ciclo hidrosocial en la sierra noroccidental de Puebla”, de Eliana Acosta Márquez n

FraGMentos de la introducción de los coordinadores

Palenque, Chiapas. Foto: Ojarasca

¿QUÉ NOS QUEDA DE LO ESENCIAL? ENTRE EL MITO DE SÍSIFO

Y LA ESPERANZA

DEL CUIDADO COMPARTIDO

La historia, aunque siempre nos fue narrada como un trazo recto que avanza hacia adelante, insiste en desplegarse como un círculo. No avanza, regresa: se curva sobre sí misma, como el caparazón de un viejo y sabio caracol cuyas espirales comienzan amplias, abiertas al horizonte, y se estrechan al llegar al centro, donde laten las marcas de lo inconcluso. Allí se condensan las tareas no resueltas, los aprendizajes que aguardan ser retomados y las injusticias que aún no han sido reparadas.

En esa espiral nos encontramos de nuevo: semejantes a Sísifo, condenado a subir la roca eternamente, asistimos al descenso del mismo peso una y otra vez. Pero esta vez la pregunta se vuelve ineludible: ¿es la roca la correcta?, ¿o cargamos sobre nuestros hombros una losa equivocada, una piedra impuesta que jamás alcanzará la cima?

Así se antoja el devenir del ser humano en estos tiempos convulsos: un constante retorno a la pregunta por lo esencial. No se trata de una abstracción, sino de esa materia primera que nos constituye, lo que nos confiere dignidad y nos enlaza con la madre tierra. Ante la cristalización del capitalismo como horizonte único —como apuntó Fukuyama en su tesis del “fin de la historia”— y frente a la decadencia de instituciones, cuerpos políticos y proyectos colectivos, se impone con urgencia un viaje hacia lo esencial: un retorno que no es huida, sino búsqueda.

Ese viaje no puede plantearse como nostalgia, ni como renuncia a lo avanzado, sino como un retorno que integra lo universal y lo específico. Lo universal entendido como aquello que nos constituye con independencia de raza, cultura, condición económica, sexo o religión; lo específico,

como la particularidad de cada pueblo, lengua y cosmovisión.

Ambas dimensiones, lejos de contraponerse, dialogan. El Ubuntu africano —“yo soy porque nosotros somos”—, el lekil kuxlejal tojolabal —“vida buena y en equilibrio”— o el comunitarismo andino y africano, amén del personalista, hablan con diferentes acentos de una misma melodía: que la vida humana sólo florece en comunidad, en reciprocidad y en cuidado.

¿Y qué es lo esencial? Leonardo Boff nos recuerda que, antes de pensar o de trabajar, el ser humano cuida. El cuidado es la primera acción y la última esperanza; es la raíz de toda ética y de toda política. En él reconocemos nuestra fragilidad y nuestra interdependencia, nuestra vulnerabilidad compartida y la responsabilidad de sostener la vida. Es cuidado de sí mismo, cuidado del otro y cuidado de la Tierra: tres hilos entretejidos que forman el manto de la existencia. Allí donde se desgarra uno, la vida entera se resiente.

Desde la sabiduría tojolabal, Carlos Lenkersdorf abre otra puerta hacia lo esencial: el nosotros. Frente al individualismo occidental capitalista, el sujeto se sabe tejido de vínculos con otros seres humanos y no humanos. Aytik nombra el ‘estamos nosotros’ y, junto a lajan lajan —estamos parejos—, proclama que lo humano sólo florece en comunidad: un nosotros de iguales, donde la palabra no es discurso aislado, sino memoria viva de lo compartido. Allí se condensa la certeza de que la vida se sostiene en común. La vida buena no es acumulación, sino equilibrio; no es dominio, sino reciprocidad; no es conquista, sino armonía. El monte, el agua y los animales forman parte del

nosotros y poseen un valor intrínseco que merece respeto. Allí se inscribe también la relación silenciosa y profunda entre la Madre Tierra, el agricultor y el fruto que nace de la tierra; un acuerdo tácito de cuidado mutuo que se repite en todas las geografías y culturas. Cada semilla plantada no es sólo un acto de producción o de beneficio económico, sino un acuerdo tácito de cuidado mutuo: la tierra ofrece alimento, el agricultor responde con gratitud y respeto, y el producto resultante nos alimenta, nos nutre y nos sostiene en vida. Ese pacto ancestral, tantas veces invisibilizado, revela lo esencial como un tejido de dones y responsabilidades compartidas.

Ambos caminos convergen en la misma intuición: lo humano no se sostiene sin vínculo, sin ternura, sin relación. El cuidado y la escucha son las claves de lo esencial. Lo esencial no es mera supervivencia, sino vivir con sentido; no es simplemente existir, sino florecer en comunidad, agradecidos del don de la tierra y de la palabra compartida. La historia podrá ser cíclica como el caracol y repetitiva como la condena de Sísifo, pero tal vez hoy estemos llamados a dejar de empujar piedras ajenas para levantar juntos aquello que realmente nos humaniza. Quizá el secreto esté en volver al centro y reconocer lo que nos es esencial: concluir las tareas pendientes, asimilar los aprendizajes que quedaron suspendidos y reparar las injusticias que aún nos hieren, para así descubrir el verdadero sentido del buen vivir n

Foto: Elí García-Padilla
María Victoria Fernández Molina

AÑO VIEJO

CUANDO EN LAS CAÑADAS LOS TORRENTES

HERMANN BELLINGHAUSEN

Los murmullos acompasados comparten un sobreentendido y se exhalan con palabras casi inaudibles cargadas de calor. Somos miles, saben. No sólo aquí. Lo mismo ocurre en estos instantes en otras partes de la montaña. Tantos años de prepararnos. En secreto, decididos, aprendiendo. Creciendo.

¿Cuánta adrenalina genera un cuerpo sano, intensamente vivo, en alerta total, en el umbral de un momento sin retorno, definitivo, que cambiará la vida personal y colectiva de todos, si no es que mueren en las próximas 24 o así horas? En la explanada en una esquina del camino, atardece el 31 de diciembre; la adrenalina se podría tocar con los dedos. Un regusto espeso en las bocas sedientas, un retumbo de respiraciones raudas que con su grandísimo silencio preceden al estallido del grito. Tiene forma, rostros, manos, fierros al alcance. Fierritos si se quiere, pero prestos y aceitados. Tan concentrados en la eficacia de sus operaciones, en la altura de sus motivaciones, en la inevitabilidad de lo que espera a los que se atreven, olvidan que son indígenas. Hoy son y sólo son guerreros. Compañeros guerreros de la liberación. Nacional, subrayan mnemotécnicamente. Invisibles y desenchufados del progreso, como los más pequeños, irrumpirán en la madrugada del año que entra. En pocas horas. Como lo que son: hombres verdaderos, los tojol winik´otik. Hay un entusiasmo. Nadie se da permiso de tener miedo. Varones la mayoría, pero también mujeres, insurgentes. Jóvenes casi todos, se siente, se respira. Hierven. Van señores padres, en la línea de atrás, son milicianos. Y nomás porque insistieron. Obligados no estaban, pero se comprometieron. Más de uno en la retaguardia de sus propio hijo, hija o hermanito. Todo lo nuevo tiene historia, lo saben en carne propia. Si vamos atrás en los años y en dónde anduvieron, las movilizaciones que realizaron, los garrotazos que recibieron, la cárcel de algunos, la penuria de otros, las conquistas y triunfos pese a todo, los papeles arrancados al díscolo gobierno para el ejido, la tierra comunal, el ranchito en la punta de la sierra de Livingstone, la de Plata, las muy escarpadas de la zona norte de los ch’oles y los Altos enteritos. Ellos saben todo lo que les falta. Lo que les deben, lo que les quitaron los antepasados de estos mismos cabrones. Les aventaron la cruz y la espada con más rigor que el descrito por el bonachón G. K. Chesterton. De ahí a las fincas de los amos que se apropiaron hasta de sus vidas.

En este hervor de tropas insurgentes en sus marcas, prendidas a la red de los radiotransmisores que se trama sobre una geografía precisa para ellos, difusa o invisible para el resto del país. Ni siquiera los soldados destacados en las regiones militares circundantes se dan por enterados y quizás debieran. El general Godínez había declarado poco antes: “En Chiapas no hay guerrilla”, y por eso nada le espantaba el sueño. Ya mañana se le espantaría permanentemente.

El paso que dan al frente es porque no van a retroceder un solo paso de ahora en adelante. A lo que toque, a la hora que sea, como venga. Para siempre. La historia pasa y no pasa, los mayas de Chiapas están a punto de sublevarse. Son más que nunca y por primera vez marchan los cuatros pueblos indígenas de las montañas del sureste: tseltales, tojolabales, tsotsiles, ch’oles (además de los tseltaleros y choleros asentados en la Selva Lacandona

después de 1970). Nadie se la espera, aunque en las ciudades de Comitán, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo y San Cristóbal de Las Casas el miedo sí se huele y no anda en burro, algo traman los indios, ya vienen a comernos. Y no nada más los chamulitas. Ni las mugres hormigas organizadas de la selva. Quién sabe quiénes sean ni de qué planeta vengan. Guatemaltecos, eso son, tienen acento extranjero.

Los de allá en las ciudades, los “ciudadanos”, se las huelen pero a la vez dudan que los indios sean capaces, los valoran bien poco, son flojos, mentirosos, rateros, ignorantes, tontos, de cuándo acá van a salirse con la suya, gente salvaje, acomplejada, derrotada, que ni siquiera es capaz de concebir la envidia. A pesar de esos curitas alebrestadores y su obispo, el tal Don Sam, ya sabrán aquí quién manda, como dijera el general Absalón Castellanos, y han mandado siempre.

El seco golpeteo, clac entre sí de escopetas, los escasos rifles, algunos de alto poder. El enjambre de machetes. Garrotes, rifles de palo, resorteras. Las noches de desvelo, primero una familia, luego dos, y así, poco a poco, como una cadena de foquitos que se conectan, y llegada la hora se prenden todos de una vez y los deslumbra su propia luminosidad. Apenas se dan cuenta. La gravedad de la hora los pone en clave de vida o muerte, patria o muerte, vivir por la patria o morir por la libertad. Fundadores, hijos de los fundadores, nietos, labraron en lentos años de silencio un acuerdo. Sí, se les puede culpar de conspiración. Han conspirado contra el gobierno. Sus hijos son insurgentes del ejército campesino que nació como guerrilla guevarista como todas, foquista y mesiánica, con algo de suicida, pero al cundir en la yesca de estos pueblos sedientos de justicia se volvió otra cosa, el sueño de toda guerrilla latinoamericana, tener una fuerza de combate en un vasto territorio impreciso y preciso. Clandestino, desconocido aún.

Entre todos los “a punto” que estan por ocurrir hay uno que nadie, ni ellos, espera. Poco falta para la hora en punto en que dirán su palabra por primera vez en público. Empujan con fuerza las puertas de la Historia. Permitámonos la mayúscula. Lo saben, y por ahora es suficiente. Van a decir ya basta y no saben que el eco será mundial, repentino, instantáneo en pocas horas. Si algo de seguro va a morir es el silencio. Su silencio. Comienzan a vivir en voz alta. Cada uno en su posición. Vanguardias y retaguardias. También las familias que se quedan. Congregadas ahí para ver irse a los muchachos, a los compas, a los mandos. Van a la guerra. Y su guerra es la nuestra para las madres, las chamacas, las casaderas, los chiquillos. Hasta los pichitos se la huelen y saborean en la leche de sus madres, sin atreverse a llorar. Hasta hace rato hubo algarabía, mucha. Sentimientos contenidos. El encargo es el encargo. Adiós hijo. Adiós mamá.

Ya se forman, ya se van. Del otro lado de la brecha las familias. Rostros de piedra, escasas lágrimas. La tropa aborda los camiones y estaquitas para acercarse a la ciudad. Órdenes tensas. Escuetas. Insurgentes y milicianos comienzan a avanzar. Pronto las familias sólo alcanzar a ver el polvo que se aleja. Como pronto dirá la cineasta chilena Carmen Castillo, cuando bajan caudalosos los ríos es que lleva tiempo lloviendo en la montaña. La suerte está echada n

Insurgentes zapatistas, 1994. Foto: Víctor Mendiola

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